El
Jubileo y las Indulgencias
Indulgencias Parciales y Plenarias se pueden ganar
aun diariamente fuera del Año del Jubileo, pero por causa de esta
ocasión santa nosotros somos animados a obtener indulgencias con
frecuencia en este año de santificación.
Ha sido la costumbre de la Iglesia Católica
el conceder indulgencias durante el Año del Jubileo. Estas varían
de un Papa a otro, pero básicamente requieren que la persona este
en estado de Gracia, después de haber tenido una confesión
personal con un sacerdote y haber recibido la Sagrada Comunión.
Aunque la confesión no se requiere diariamente,
la persona tiene que tener confesiones frecuentemente para asegurarse de
recibir al Señor dignamente en la Sagrada Eucaristía.
Una Indulgencia Plenaria, la cual es la remisión
temporal del castigo por todos los pecados cometidos, se puede ganar diariamente
durante el Año del Jubileo. Indulgencias parciales se pueden ganar
también de muchas maneras.
Uno de los requisitos para la Indulgencia Plenaria
es de rezar por las intenciones del Santo Papa, de estar en una buena y
fiel disposición espiritual y de cumplir las prácticas requeridas.
Las oraciones normales requeridas por las intenciones
del Santo Padre son el Credo, un Padre Nuestro y una Oración a la
Virgen María, estas se pueden decir en lugares designados por los
Obispos locales tales como Catedrales, Iglesias, Santuarios o en la casa.
Una indulgencia plenaria también se puede
ganar cumpliendo los requisitos de las oraciones por el Santo Padre, la
confesión y el estado de gracia, unidos a actos de caridad tales
como visitar familiares, amigos o gente necesitada, trayéndoles
la Presencia del Amor de Cristo.
Podemos encontrar a Cristo en aquellos que están
en necesidad, especialmente los ancianos, los enfermos, los encarcelados,
los imposibilitados, los marginalizados, los pobres de espíritu
y todos aquellos que necesitan la caridad incluyendo las almas del Purgatorio.
Y por supuesto los actos de mortificación,
abnegación, abstinencia, dar limosnas o toda clase de caridad pueden
meritar la Indulgencia Plenaria en muchos casos.
Nunca podemos ganar demasiadas indulgencias, puesto
que estas siempre se rebosarán sobre aquellos en necesidad de gracia.
Así que tomemos esta santa oportunidad del Gran Jubileo 2000 para
meritar tantas indulgencias como podamos, llamemos la Misericordia de Dios
para que inunde la tierra, recemos para que la fuente de la Gracia se derrame
y vierta de paz, amor y gozo esta humanidad tan árida.
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