Año A- Segundo Domingo de Adviento
1 Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.![]() Yo empecé mi ministerio público humillándome ante Juan el Bautista y aceptando las aguas del Bautismo. Por esta acción bendije este sacramento como el rito purificador que limpia las almas del pecado original. Santifiqué las aguas del bautismo para que cualquiera que crea en mí y sea bautizado pueda entrar en comunión conmigo como miembro de mi cuerpo místico. En el bautismo todos los pecados son perdonados y a través de esta iniciación a la vida Cristiana el alma se compromete a aprender de mí y a vivir por mi ejemplo. He hecho todo esto muy sencillo. Arrepiéntanse, aléjense del pecado, vivan de acuerdo a mi evangelio y sus vidas tomarán un nuevo significado; vivirán no mas para ustedes sino para mí su creador. Yo estoy invitando a cada uno a mi Reino, no rechazo a nadie, todo lo que pido es que acepten mi purificación, ya he pagado por sus pecados, ustedes no tienen ninguna deuda que pagar, he vencido todos los enemigos del hombre: el pecado, el demonio y la muerte. Yo soy su Rey Victorioso; he abierto las puertas de mi Reino porque Yo amo a todo el mundo. Vengan y sean bendecidos. Para tener una verdadera conversión, el alma tiene que experimentar profundo dolor por el pecado, esto quiere decir sentir temor de Dios Todopoderoso quien ha sido ofendido. La conversión es un proceso continuo, que comienza con una decisión de entrar en una relación íntima y personal conmigo, que puede mejorarse a través de sus oraciones y devociones. Mientras más cerca vengan a mí, más intenso será su deseo de vivir para mí. Yo les responderé concediéndoles paz en su corazón y un deseo ardiente de hacerlo todo en mi presencia. A través de mí, conmigo, y en mí, ustedes serán victoriosos. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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