39 Salió y, como de costumbre,
fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.
40 Llegado al lugar les dijo: Pedid que no caigáis en tentación.
41 Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas
oraba
42 diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se
haga mi voluntad, sino la tuya.
43 Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le
confortaba.
44 Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo
como gotas espesas de sangre que caían en tierra.
45 Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los
encontró dormidos por la tristeza;
46 y les dijo: ¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para
que no caigáis en tentación.
Mateo 26:36-50
36 Entonces va Jesús con ellos a
una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy
allá a orar.
37 Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a
sentir tristeza y angustia.
38 Entonces les dice: Mi alma está triste hasta el punto de morir;
quedaos aquí y velad conmigo.
39 Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así:
Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino
como quieras tú.
40 Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice
a Pedro: ¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?
41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu
está pronto, pero la carne es débil.
42 Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: Padre mío, si
esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
43 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban
cargados.
44 Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas
palabras.
45 Viene entonces donde los discípulos y les dice: Ahora ya podéis
dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado
en manos de pecadores.
46 ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está
cerca.
47 Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce,
acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y
los ancianos del pueblo.
48 El que le iba a entregar les había dado esta señal: Aquel a quien
yo dé un beso, ése es; prendedle.
49 Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: ¡Salve, Rabbí!, y
le dio un beso.
50 Jesús le dijo: Amigo, ¡a lo que estás aquí! Entonces
aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron.
1 Pronto, al amanecer, prepararon una
reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y,
después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.
2 Pilato le preguntaba: ¿Eres tú el Rey de los judíos? El le
respondió: Sí, tú lo dices.
3 Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
4 Pilato volvió a preguntarle: ¿No contestas nada? Mira de cuántas
cosas te acusan.
5 Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba
sorprendido.
6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos
sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.
8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.
9 Pilato les contestó: ¿Queréis que os suelte al Rey de los
judíos?
10 (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado
por envidia.)
11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les
soltase más bien a Barrabás.
12 Pero Pilato les decía otra vez: Y ¿qué voy a hacer con el que
llamáis el Rey de los judíos?
13 La gente volvió a gritar: ¡Crucifícale!
14 Pilato les decía: Pero ¿qué mal ha hecho? Pero ellos gritaron
con más fuerza: Crucifícale!
15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a
Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.
36 Respondió Jesús: Mi Reino
no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que
no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí.
37 Entonces Pilato le dijo: ¿Luego tú eres Rey? Respondió Jesús:
Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para
dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz.
38 Le dice Pilato: ¿Qué es la verdad? Y, dicho esto, volvió a
salir donde los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en él.
John 19: 1-5
1 Pilato entonces tomó a Jesús y
mandó azotarle.
2 Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la
cabeza y le vistieron un manto de púrpura;
3 y, acercándose a él, le decían: Salve, Rey de los judíos. Y le
daban bofetadas.
4 Volvió a salir Pilato y les dijo: Mirad, os lo traigo fuera para
que sepáis que no encuentro ningún delito en él.
5 Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto
de púrpura. Díceles Pilato: Aquí tenéis al hombre.
Mateo 27: 27-30
27 Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a
Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte.
28 Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura;
29 y, trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza, y
en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de él, le hacían burla
diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos!;
30 y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en la
cabeza.
Marcos 15: 17-19
17 Le visten de púrpura y,
trenzando una corona de espinas, se la ciñen.
18 Y se pusieron a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos!
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando
las rodillas, se postraban ante él.
Juan 19:5
5 Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el
manto de púrpura. Díceles Pilato: Aquí tenéis al hombre.
31 Cuando se hubieron burlado de
él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle.
32 Al salir, encontraron a un hombre de Cirene llamado Simón, y le
obligaron a llevar su cruz.
33 Llegados a un lugar llamado Gólgota, esto es, Calvario,
Lucas 23.26-31
26 Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que
venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús.
27 Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se
lamentaban por él.
28 Jesús, volviéndose a ellas, dijo: Hijas de Jerusalén, no
lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos.
29 Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles,
las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron!
30 Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y
a las colinas: ¡Cubridnos!
31 Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?
33 Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a
él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
34 Jesús decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.
Se repartieron sus vestidos, echando a suertes.
35 Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo:
A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.
36 También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le
ofrecían vinagre
37 y le decían: Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!
38 Había encima de él una inscripción: Este es el Rey de los
judíos.
39 Uno de los malhechores colgados le insultaba: ¿No eres tú el
Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!
40 Pero el otro le respondió diciendo: ¿Es que no temes a Dios, tú
que sufres la misma condena?
41 Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros
hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.
42 Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.
43 Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el
Paraíso.
44 Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo
oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
45 El velo del Santuario se rasgó por medio
46 y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos pongo
mi espíritu y, dicho esto, expiró.
47 Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo:
Ciertamente este hombre era justo.
48 Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver
lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho.
49 Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las
mujeres que le habían seguido desde Galilea.
Mateo 27.33 54
33 Llegados a un lugar
llamado Gólgota, esto es, Calvario,
34 le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero él, después de
probarlo, no quiso beberlo.
35 Una vez que le crucificaron, se repartieron sus vestidos, echando a
suertes.
36 Y se quedaron sentados allí para custodiarle.
37 Sobre su cabeza pusieron, por escrito, la causa de su condena: Este
es Jesús, el Rey de los judíos.
38 Y al mismo tiempo que a él crucifican a dos salteadores, uno a la
derecha y otro a la izquierda.
39 Los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y
diciendo:
40 Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas,
¡sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la cruz!
41 Igualmente los sumos sacerdotes junto con los escribas y los ancianos
se burlaban de él diciendo:
42 A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse. Rey de Israel es:
que baje ahora de la cruz, y creeremos en él.
43 Ha puesto su confianza en Dios; que le salve ahora, si es que de
verdad le quiere; ya que dijo: "Soy Hijo de Dios."
44 De la misma manera le injuriaban también los salteadores
crucificados con él.
45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora
nona.
46 Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz:
¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?, esto es: ¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has
abandonado?
47 Al oírlo algunos de los que estaban allí decían: A Elías llama
éste.
48 Y enseguida uno de ellos fue corriendo a tomar una esponja, la
empapó en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber.
49 Pero los otros dijeron: Deja, vamos a ver si viene Elías a
salvarle.
50 Pero Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, exhaló el espíritu.
51 En esto, el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo;
tembló la tierra y las rocas se hendieron.
52 Se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos difuntos
resucitaron.
53 Y, saliendo de los sepulcros después de la resurrección de él,
entraron en la Ciudad Santa y se aparecieron a muchos.
54 Por su parte, el centurión y los que con él estaban guardando a
Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba, se llenaron de miedo y dijeron:
Verdaderamente éste era Hijo de Dios.
Jn 19.:16-37
16 Entonces se lo
entregó para que fuera crucificado. Tomaron, pues, a Jesús,
17 y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario,
que en hebreo se llama Gólgota,
18 y allí le crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y
Jesús en medio.
19 Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo
escrito era: Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos.
20 Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde
había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo,
latín y griego.
21 Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas:
"El Rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy Rey de los
judíos".
22 Pilato respondió: Lo que he escrito, lo he escrito.
23 Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus
vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La
túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo.
24 Por eso se dijeron: No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a
quién le toca. Para que se cumpliera la Escritura: Se han repartido mis vestidos, han
echado a suertes mi túnica. Y esto es lo que hicieron los soldados.
25 Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre,
María, mujer de Clopás, y María Magdalena.
26 Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba,
dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
27 Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella
hora el discípulo la acogió en su casa.
28 Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para
que se cumpliera la Escritura, dice: Tengo sed.
29 Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de
hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca.
30 Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: Todo está cumplido. E
inclinando la cabeza entregó el espíritu.
31 Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el sábado - porque aquel sábado era muy solemne -
rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran.
32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del
otro crucificado con él.
33 Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron
las piernas,
34 sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y
al instante salió sangre y agua.
35 El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que
dice la verdad, para que también vosotros creáis.
36 Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura:
No se le
quebrará hueso alguno.
37 Y también otra Escritura dice: Mirarán al que
traspasaron.