Matt 26:41
41 Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.
Si pudiéramos hablar con el Santo Padre ahora, él nos diría que siguiéramos rezando, que continuáramos el trabajo de Dios, para perseverar y hacer la voluntad de Dios pacientemente hasta que seamos llamados a la recompensa eterna.
Él nos daría coraje para que viviéramos las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. Ésta es la vida que él vivió y por supuesto él quiere lo mismo de nosotros.
En los tiempos difíciles en que vivimos, rodeados de la tentación, debemos de perseverar en nuestra lucha por la salvación. Imitemos al Santo Padre Juan Pablo II en la perseverancia que él nos mostró hasta su último día.
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Extracto
JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD- PARÍS
SALUDO Y MEDITACIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Jueves 21 de agosto de 1997
6. En vuestro apostolado, proponéis a vuestros hermanos el Evangelio de la caridad. Allí donde el testimonio de la palabra es difícil o imposible en un mundo que no lo acepta, por vuestra actitud hacéis presente a Cristo siervo, pues vuestra acción está en armonía con la enseñanza de Aquel que anunciáis. Esta es una forma excelente de confesión de la fe, que ha sido practicada con humildad y perseverancia por los santos. Es una manera de manifestar que, como Cristo, se puede sacrificar todo por la verdad del Evangelio y por el amor a los hermanos. Conformando nuestra vida a la suya, viviendo como Él en el amor, alcanzaremos la verdadera libertad para responder a nuestra vocación. A veces, esto puede exigir el heroísmo moral, que consiste en comprometernos con valentía en el seguimiento de Cristo, en la certeza de que el Maestro nos muestra el camino de la felicidad.
Únicamente en nombre de Cristo se puede ir hasta el extremo del amor, en la entrega y el desprendimiento. |