John 2:5
5 Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
Una de las más grandes devociones del Santo Padre Juan Pablo segundo fue la Santísima Virgen Maria. Él comenzó su pontificado consagrándose a Jesús a través de la Santísima Madre de Dios.
En respuesta a las palabras de Cristo, “Ahí está tu madre”, el Santo Padre fue en espíritu al Calvario y le declaró a la Virgen Maria: “Yo soy todo tuyo – Totus tuus.”. Este fue el lema de su pontificado.
Siguiendo la consagración enseñada por San Luis Maria de Montfort, nuestro Santo Padre demostró ese gran amor que un Hijo de Dios tiene que sentir por su Madre Celestial.
En el orden de la naturaleza Dios le ha dado a cada criatura y cada ser humano una madre. En el orden de la gracia Dios ha hecho a María Madre de Jesús y madre de todos los hijos de Dios. Maria es la nueva Eva, quien recibe nuestra consagración para poder ayudarnos, protegernos, purificarnos y santificarnos en su santidad, pero más que todo para repetirnos las palabras que ella le dijo a los sirvientes en las bodas de Cana: “Haced lo que él os diga.”
Nuestra Señora la Virgen Maria no presume tener ninguna autoridad aunque ella es la Reina del Cielo, el Arca de la Alianza como fue revelada en el Apocalipsis (11:19 - 12:1-2)
El Santo Padre toma la exhortación de Maria y le habla a los jóvenes de hoy, y los jóvenes de corazón quienes desean hacer de Maria su madre. Escúchenle a ella, dice él, hagan lo que ella les dice. Ella es como una autopista directa al corazón de Cristo.
Tal como Jesús es el camino al Padre, Maria es el camino a Jesús.
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MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II
CON OCASIÓN DE LA XLII JORNADA MUNDIAL
DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES
17 DE ABRIL DE 2005 - IV DOMINGO DE PASCUA
A los jóvenes les vuelvo a decir las palabras de Jesús: "Duc in altum!" Al repetir de nuevo esta exhortación, pienso también en las palabras dirigidas por María, su Madre, a los servidores en Caná de Galilea: "Haced lo que Él os diga" (Jn 2, 5). Cristo, queridos jóvenes, os pide «remar mar adentro» y la Virgen os anima a no dudar en seguirle.
6. Suba desde cada rincón de la tierra, reforzada con la materna intercesión de la Virgen, la ardiente plegaria al Padre celestial para conseguir "obreros para su mies" (Mt 9, 38). Quiera Él conceder fervorosos y santos sacerdotes a cada porción de su grey. Confiadamente nos dirigimos a Cristo, Sumo Sacerdote, y Le decimos con renovada esperanza:
Jesús, Hijo de Dios,
en quien habita la plenitud de la divinidad,
que llamas a todos los bautizados a "remar mar adentro",
recorriendo el camino de la santidad,
suscita en el corazón de los jóvenes
el anhelo de ser en el mundo de hoy
testigos del poder de tu amor.
Llénalos con tu Espíritu de fortaleza y de prudencia
para que lleguen a descubrir su auténtico ser
y su verdadera vocación.
Salvador de los hombres,
enviado por el Padre para revelar el amor misericordioso,
concede a tu Iglesia el regalo
de jóvenes dispuestos a remar mar a dentro,
siendo entre sus hermanos
manifestación de tu presencia que renueva y salva.
Virgen Santísima, Madre del Redentor,
guía segura en el camino hacia Dios y el prójimo,
que guardaste sus palabras en lo profundo de tu corazón,
protege con tu maternal intercesión
a las familias y a las comunidades cristianas,
para que ayuden a los adolescentes y a los jóvenes
a responder generosamente a la llamada del Señor.
Amén.
Castel Gandolfo, 11 de agosto del 2004
IOANNES PAULUS II |