1 Pedro 2:9-10
9 Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz
10 vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos.
El Sacerdocio es la profesión más alta del hombre. Ningún hombre en la tierra tiene la dignidad del Sacerdote quien ha sido ungido en sucesión apostólica para estar en el altar y consagrar el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo.
El Sacerdote ofrece el Supremo Sacrificio de Cristo en la cruz en la Santa Misa, entrando así al mismo sacrificio de Cristo en el Calvario, trascendiendo tiempo y eternidad volviéndose uno con Cristo en el ofrecimiento. Así como un miembro del Sacerdocio de Melquizedec y en imitación de Cristo Nuestro Señor, el comparte el pan con el resto de la congregación siguiendo fielmente el comando de Nuestro Señor.
San Pedro nos llama a un sacerdocio real, puesto que somos llamados a participar en el Sacrificio de Cristo en la Santa Misa y así como los sacerdotes también ofrecer a Cristo al Padre Celestial para el perdón de nuestros pecados y los pecados de todo el mundo. Aunque los fieles no son sacerdotes consagrados, ellos entran en el Sacerdocio de una manera espiritual, ellos no pueden consagrar las especies del pan y el vino, pero en comunión con el resto de la Iglesia exaltan el Sacerdocio Real de Jesucristo en el Sacrificio de la Santa Misa.
El Papa Juan Pablo Segundo tuvo la dignidad de ser Sacerdote, Obispo, Cardenal y después Papa. Sirvió el Sacerdocio con perfección y fue y siempre será un gran signo de coraje para todos los que sienten el llamado a la vida religiosa y al sacerdocio. |