Misericordia Divina
Gran testimonio acerca de los
sacramentos
Relato verdaderdo del
prisionero Claudio Newman (1944)
Por John Vennari, de la edición de Marzo 2001 de Catholic Family
News. Noticias de la Familia Católica.
Traducido por El Trabajo de Dios
La siguiente historia verdadera de Claudio Newman ocurrió en Misisipi
USA en 1944. El relato fue narrado por el Padre O'Leary, un sacerdote de
Misisipi, quien estuvo directamente envuelto en los eventos. El ha dejado una
cinta grabada acerca de esto, para la posteridad.
Claudio Newman era un hombre de raza negra que trabajaba el campo para un
hacendado. Se había casado cuando tenía 17 años con una chica de la misma
edad. Un día, dos años después, se encontraba arando en el campo. Otro
trabajador corrió a decirle que su esposa estaba gritando dentro de su casa.
Inmediatamente Claudio corrió y encontró un hombre atacando a su mujer.
Claudio se enfureció, tomó un hacha y le rajó la cabeza al asaltante dejándosela
abierta. Cuando descubrieron quien era el hombre muerto se dieron cuenta de que
era el empleado preferido del dueño de la hacienda para la cual Claudio
trabajaba. Claudio fue arrestado. Mas tarde fue sentenciado por asesinato y
condenado a morir en la silla eléctrica.
Mientras estaba en la cárcel esperando su ejecución, Claudio compartió
un bloque de celdas con otros cuatro prisioneros. Una noche, los cinco hombres
estaban pasando el tiempo hablando bobadas y se les había acabado la conversación.
Claudio se dió cuenta que un prisionero llevaba algo colgado del cuello. El le
pregunto que era eso y el joven Católico le dijo que era una medalla. Claudio
le preguntó, que es una medalla? A lo cual el joven no le supo responder o para
que la llevaba. En ese momento y con ira, el muchacho se quitó la medalla de su
cuello y la tiró al piso a los pies de Claudio diciendo grocerías y
maldiciendo, le dijo que la agarrara.
Claudio recogió la medalla, y con el permiso de los celadores de la carcel la
puso en una cuerdita y la llevó al rededor de su cuello. Para él era algo
curioso, pero el se la quería poner.
Durante la noche, mientras dormía fue despertado por un toque sobre la muñeca.
Y allí parada, como Claudio le dijo al sacerdote después, estaba la mujer mas
hermosa que Dios hubiera creado. Al principio el estaba lleno de miedo. La Señora
calmó a Claudio y le dijo, Si tu quieres que yo sea tu Madre, y si te gustaría
ser mi hijo, haz que te traigan un sacerdote de la Iglesia Católica. Luego
de esto, ella desapareció.
Claudio inmediatamente se llenó de miedo, y empezó a gritar, un
fantasma, un fantasma, y corrió a la celda de uno de los otros prisioneros.
Empezó a gritar que el quería ver a un sacerdote Católico.
El Padre O'Leary. El sacerdote que relata esta historia fue llamado a primera
hora la mañana siguiente. El fue y encontró a Claudio quien le contó lo que
le había ocurrido la noche anterior. Entonces Claudio junto con los otros
cuatro hombres de su bloque de celdas pidió que se les diera instrucción
religiosa, y enseñanzas del Catecismo.
Inicialmente, el Padre O'Leary tenía dificultad para creer la historia.
Los otros prisioneros le dijeron al sacerdote que todo en la historia era verdad,
pero que por supuesto, ninguno de ellos vió o escuchó a la Señora.
El Padre O'Leary prometió enseñarles el Catecismo como lo habían pedido.
Luego regresó a su parroquia y le dijo al rector lo que había sucedido, después
volvió a la prisión el día siguiente para darles instrucción.
Fue entonces cuando el sacerdote descubrió que Claudio Newman no podía ni leer
ni escribrir. La única manera para él saber sin un libro estaba al derecho era
si el libro tenía algúna imagen. Claudio nunca había ido a la escuela. Su
ignorancia de Religión era aun mas profunda. No sabía absolutamente nada de
Religión. No sabía quien era Jesús. No sabía ninguna cosa, excepto de que
existía un Dios.
Claudio empezó a recibir instrucciones y los otros prisioneros le
ayudaron en sus estudios. Después de unos pocos días dos de las Hermanas
Religiosas de la escuela de la Parroquia del Padre O'Leary consiguieron permiso
del jefe de la cárcel para visitar la prisión. Ellas querían conocer a
Claudio y también a las mujeres que estaban recluidas. Las hermanas empezaron
entonces a enseñar el Catecismo a las mujeres también.
Después de varias semanas se llegó el momento en que el Padre O'Leary
iba a dar instrucciones sobre el Sacramento de la Confesión. Las hermanas se
sentaron también a participar en la clase.
El sacerdote dijo a los prisioneros, Bueno muchachos, hoy voy a enseñarles
sobre el Sacramento de la Confesión
Claudio dijo, O, yo ya se sobre eso
La Señora me dijo, que cuando nosotros vamos a la confesión
nosotros nos estamos arrodillando, no delante de un sacerdote, sino que nosotros
nos estamos arrodillando ante la cruz de su hijo. Y que cuando nosotros sentimos
realmente dolor por nuestros pecados, y los confesamos, la Sangre que el derramó
fluye sobre nosotros y nos baña y libra de todos los pecados.
El Padre O'Leary y las hermanas se quedaron totalmente sorprendidos con las boca
abierta. Claudio pensó que estaban enojados y les dijo O, no se enojen, no
se enojen.
Yo no debí haberles revelado
esto
El sacerdote dijo, Nosotros no estamos enojados. Estamos es
sorprendidos. Has vuelto a verla de nuevo?
Claudio le respondió, Venga padre conmigo, vamos allí alrededor del bloque
de celdas, alejémonos de los demás
Cuando estaban solos, Claudio le dijo al sacerdote, Ella me dijo que
si usted dudaba o me mostraba desconfianza, que Yo le recordara que cuando usted
estaba caído en una zanja en Hollanda, en 1940, usted le hizo una promesa a ella
la cual Ella está todavía esperando que le cumpla. Y el Padre O'Leary
recuerda, Claudio me dijo exactamente cual era la promesa que Yo había hecho.
Esto convenció al Padre O'Leary de que Claudio estaba diciendo la verdad acerca
de las visiones de Nuestra Señora la Virgen María.
Después regresaron a la clase del Catecismo ´sobre la Confesión. Y Claudio le
siguió diciendo a los otros prisioners, Ustedes no deberían de sentir miedo
de ir a la confesión. Ustedes realmente le están diciendo los pecados a Dios,
no a este sacerdote o a cualquier sacerdote. Le estamos diciendo los pecados es
a Dios. Después Claudio les dijo, Saben ustedes, La Señora dijo que la
confesión es algo como un teléfono. Nosotros hablamos a Dios a través del
sacerdote y Él nos habla también a través del sacerdote.
Una semana mas tarde, el Padre O'Leary se estaba preparando para
enseñarles la clase acerca del Santísimo Sacramento. Las hermanas se
encontraban allí también para participar. Claudio les dijo que la Señora
también le había enseñado a el acerca de la Sagrada Comunión, y le pidió al
padre que le dejara decirle lo que le había dicho ella. El sacerdote consintió
inmediatamente. Claudio les relató, La Señora me dijo que en la Comunión,
Yo solo puedo ver lo que parece un pedazo de pan. Pero Ella me dijo que ESO es
realmente y verdaderamente Su Hijo. Y que Él estará conmigo tan solo por unos
momentos como cuando Él estaba con ella antes de nacer en Belén. Y que yo
debería de pasar mi tiempo como Ella lo hizo, en todo su tiempo con Él, amándole,
adorándole, agradeciéndole, alabándole y pidiéndole sus bendiciones. Yo no
debería de molestarme por nadie ni por ninguna otra cosa. Pero tan solo debería
de pasar esos pocos minutos con Él.
Finalmente todos recibieron las instrucciones, Claudio fue recibido en la
Iglesia Católica, y luego llegó también el tiempo para que el fuera ejecutado.
Su ejecución iba a ocurrir a las doce y cinco minutos de la noche.
The Jefe de la Cárcel le preguntó, Claudio, tu tienes el privilegio de una
última petición. Que deseas?
Bueno, dijo Claudio, ustedes están todos conmovidos. El
carcelero lo está también. Pero acaso no entienden ustedes? Yo no voy a morir.
Tan solo este cuerpo. Yo voy a estar con Ella. Entonces, puedo tener una fiesta?
Que quieres decir?, preguntó el Jefe de la Cárcel.
Una fiesta! dijo Claudio. Le pueden dar ustedes permiso al Padre
para que traiga algún ponqué y crema helada y le permiten ustedes a los
prisioneros del segundo piso estar libres en el salón principal para que
podamos estar todos reunidos para tener una fiesta?
Alguien podría atacar al Padre, dijo el carcelero.
Claudio voltió hacia los hombres que estaban allí y dijo, O no,
ellos no lo harán, cierto que no, compañeros?.
Así que el sacerdote visitó un patrón rico de la parroquia y le suplicó la
crema helada y el ponqué. Ellos tuvieron su fiesta.
Después, porque Claudio lo había pedido, hicieron una Hora Santa (Adoración
al Santísimo Sacramento.) El sacerdote había traído libros de oración de la
Iglesia y todos hicieron las Estaciones de la Cruz y tuvieron una Hora Santa,
sin el Santísimo Sacramento.
Luego los hombres fueron puestos de nuevo en sus celdas. El sacerdote fue
a la Capilla para sacar el Santísimo Sacramento y darle a Claudio la Sagrada
Comunión.
El Padre O'Leary regresó a la celda de Claudio. Claudio se arrodilló en un
lado de las rejas, el sacerdote se arrodilló en el otro, y juntos rezaron
mientras el reloj seguía marcando la hora hacia la ejecución de Claudio.
Quince minutos antes de la ejecución, el Jefe de la Cárcel subió corriendo
las escalas gritando, Perdón
official, perdón official, el Gobernador ha dado un perdón por dos semanas!
Claudio no se había dado cuenta de que el Gobernador y el Abogado del distrito
estaban tratando de parar la ejecución para salvarle su vida. Cuando Claudio se
dio cuenta, empezó a llorar. El sacerdote y el Jefe de la Cárcel pensaron que
esta era una reacción de alegría porque el ya no iba a ser ejecutado. Pero
Claudio dijo, Hombres, ustedes no saben. Y padre, usted no sabe. Si ustedes
alguna vez miraran en el rostro de Ella, y miraran en sus ojos, ustedes no
quisieran vivir un día mas.
Claudio entonces preguntó, Que cosa he hecho errónea en estas últimas
semanas que Dios no me permite ir a casa? Y el sacerdote dijo que Claudio
sollozaba como alguien que está descorazonado.
El Jefe de la Cárcel dejó el cuarto. El sacerdote permaneció allí y
le dio a Claudio la Sagrada Comunión. Finalmente Claudio se aquietó. Después
Claudio dijo, Porqué? Porqué todavía me tengo que quedar aquí por otras
dos semanas?
El sacerdote tuvo de repente una idea.
Le recordó a Claudio acerca de un prisionero de la cárcel quien odiaba
a Claudio intensamente. El prisionero había llevado una vida horriblemente
inmoral, también iba a ser ejecutado a muerte.
El sacerdote dijo, Quizás Nuestra Madre Santísima quiere que tu
ofrezcas esta abnegación de estar con ella, para su conversión. El
sacerdote continuó, Porqué no le ofreces a Dios cada momento que tu estás
separado de Ella por este prisionero, para que de esta manera el no tenga que
estar separado de Dios por toda una eternidad?
Claudio se puso de acuerdo, y le pidió al sacerdote que le enseñara las
palabras para hacer ese ofrecimiento. El sacerdote lo hizo. En ese entonces los
únicos que sabían sobre el ofrecimiento eran Claudio y el Padre O'Leary.
Al día siguiente, Claudio le dijo al sacerdote, Ese prisionero que me odiaba
antes, pero, O Padre, como me odia ahora! El sacerdote le respondió,
Bueno, ese es un buen signo.
Dos semanas después, Claudio fue ejecutado.
El Padre O'Leary cuenta, Nunca he visto a alguien ir a su muerte con mas
felicidad y gozo. Aun los testigos oficiales y los reporteros de los periódicos
estaban asombrados. Decían que no podían entender como alguien se podía ir y
sentar en la silla eléctrica realmente radiante de felicidad.
Sus últimas palabras para el Padre O'Leary fueron, Padre, yo lo recordaré a
usted. Y cuando usted tenga una petición, pídame, y yo le pido a Ella.
Dos meses después, se llegó el momento para que el hombre de raza blanca quien
había odiado a Claudio fuera ejecutado, el Padre O'Leary dijo, Este fue el
hombre mas sucio, la persona mas inmoral que Yo haya conocido. Su odio por Dios,
por todo lo espiritual desafiaba cualquier descripción.
Justo antes de su ejecución, el doctor del condado le rogó a este
hombre que por lo menos se arrodillara y dijera un Padre Nuestro antes de que el
Jefe de la Cárcel viniera por el.
El prisionero le escupió la cara al doctor.
Cuando el había sido asegurado en la silla eléctrica,
el Jefe de la Cárcel le dijo, Si tienes algo que decir, dilo ahora.
El hombre condenado empezó a blasfemar.
De repente el condenado a muerte paró, y sus ojos se fijaron en la esquina del
salón, y su rostro se llenó de terror absoluto.
El gritó.
Volviéndose hacia el Jefe de la Cárcel,
entonces dijo, Jefe, consígame un sacerdote!
Ahora, el Padre O'Leary había estado en el salón puesto que la ley requería
que un hombre del clero estuviese presente en las ejecuciones. El sacerdote sin
embargo estaba escondido detrás de unos reporteros puesto que el hombre
condenado había amenazado maldecir a Dios si veía cualquier sacerdote.
El Padre O'Leary inmediatamente fue hacia el hombre condenado. El salón fue
desocupado de todo el resto de gente y el sacerdote escuchó la confesión del
hombre. El hombre dijo que había sido Católico, pero que se había salido de
su religión cuando tenía dieciocho años debido a su vida inmoral.
Cuando todo el mundo regresó al salón, el Jefe
de la Cárcel le preguntó al sacerdote, Que le hizo a este hombre cambiar de
idea?
Yo no se dijo el Padre O'Leary, yo no le
pregunté
El Jefe de la Cárcel dijo, Bueno, yo no voy a poder dormir si no lo se
El Jefe de la Cárcel se acercó al hombre condenado y le preguntó, Hijo,
que te hizo cambiar de idea?
El prisionero respondió, Recuerda ese hombre
de raza negra, Claudio a quien yo odiaba tanto? Pues bien, el está parado
allá (el señalo), allá en la esquina. Y detrás de él con una mano sobre
cada uno de sus hombros esta la Madre Santísima. Y Claudio me dijo, Yo ofrecí
mi muerte en unión con Cristo en la cruz por tu salvación. Ella ha obtenido
este regalo para ti: el de que tu puedas ver tu lugar en el Infierno, si no te
arrepientes. Me fue mostrado mi lugar en el Infierno, y ahí fue cuando yo
grité.
Este, entonces es el poder de Nuestra Señora.
Vemos muchos paralelos entre estos hechos de la
historia de Claudio Newman y el mensaje de Fátima en 1917. Hay énfasis sobre:
Confesión Sacramental,
Sagrada Comunión,
Hacer sacrificios por los pecadores,
La visión del Infierno.
Muchas almas van al Infierno dijo Nuestra Señora de Fátima, porque
nadie reza y hace sacrificios por ellas.
Traducido por el Apostolado del Trabajo de Dios.
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Trabajo de Dios
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