(Extractos de la Ciudad de Dios por María
de Agreda)
327. Ella nació pura y
sin mancha, hermosa y llena de gracia, de esa manera demostrando que Ella estaba
libre de la ley del tributo del pecado.
Aunque Ella nació
sustancialmente como las otras hijas de Adán, sin embargo su nacimiento fue
acompañado por tales circunstancias y condiciones de Gracia, que este fué el
mas maravilloso y milagroso nacimiento en toda la creación y eternamente
causara alabanza de su Creador.
A las doce en punto de la noche
esta divina luminaria nació, dividiendo la noche de la ley antigua y su
oscuridad prístina del día nuevo de la Gracia, el cual ahora estaba a punto de
entrar en su madrugada.
Ella fué vestida y tratada como
otros niños, aunque Su alma vivía en la Divinidad; y Ella fue tratada como un
infante, aunque Ella excedía todos los mortales y aun los ángeles en Sabiduría.
Su madre no permitió que Ella fuera tocada por otras manos que no fueran las
suyas, pero Ella misma la envolvió en pañales: y en esto Santa Ana no fué
impedida por su presente estado de parto, pues ella fue librada de los trabajos
y durezas que las madres tienen que sufrir en tales circunstancias.
A la edad de tres años la niñita
fue llevada al templo (para permanecer allí) y los padres sufrieron una
gran pena pero al mismo tiempo gozo de cumplir los votos que habían hecho al Señor.
La Reina de los Cielos, fue
recibida por el Santo Sacerdote Simeon. La niña María, cuando fue presentada a
su maestra se arrodilló en profunda humildad ante ella y le pidió su bendición.
Le rogó que fuera admitida entre aquellas bajo su dirección, obediencia y
consejo, y le pidió su amable tolerancia en el trabajo y problema que ella
ocasionaría.
La profetiza Ana, su maestra, la
recibían con placer y le dijo: Hija mía, Tu encontraras en mi una madre
ayudosa y yo cuidaré de ti y de tu educación con toda posible solicitud.
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