Somos salvados por la Gracia [Efesios 2:8]. Jesús es la encarnación de la Gracia de Dios. Por su Gracia, Dios nos ha perdonado y nos ha permitido tener vida en su Hijo Jesús. No existe nada en esta creación que pueda satisfacer a Dios en ninguna forma, excepto nuestro amor por El. Cuando amamos a Jesús amamos a Dios el Padre, porque Jesús y el Padre son Uno.
Amar es guardar Sus mandamientos, ellos son "Amar a Dios sobre todas las cosas y amarnos los unos a los otros". Sabemos que estamos amando a Dios cuando amamos a los demás, cuando practicamos la regla dorada [Mateo. 7:12] "Haz con los demás lo que tu quieres que hagan contigo, porque ésta es la Ley y los Profetas".
Dios nos da la Salvación como un acto de Su Misericordia, como un signo de Su Gracia. La Gracia es entonces el gran favor de Dios, el precioso regalo que nos salva.
Pero Dios da su Gracia a quien El quiere, y en la manera que El quiere porque El tiene toda la autoridad para hacer lo que le complace [Romanos 9:18].
Entendiendo esto nosotros tenemos que venir a El con humildad total, como mendigos en inmensa necesidad de Su Gracia.
En el Hijo nosotros tenemos Gracia Santificante a través del Bautismo, recibimos diferentes gracias y favores a través de nuestras vidas en el proceso de nuestra Salvación y santificación.
La Virgen María es el canal de la Gracia de Dios. Jesús es lleno de Gracia y Verdad, Su Madre María fue escogida como el canal para que la Gracia y la Verdad vinieran al mundo [Juan 1:14]. Con razón el ángel le dijo "Dios te salve, Llena eres de Gracia" porque el favor de Dios se posa sobre Ella.
Es a través de María Nuestra Madre Bendita que la Salvación (Jesús) ha venido al mundo, este pensamiento debería hacernos meditar en la importancia de María para nosotros en la Salvación.
La Virgen María fue escogida especialmente por Dios para ser la Madre de Su único Hijo engendrado y para ser también la Madre de todos sus Hijos. Dios la hizo el canal de toda la Gracia para el mundo. Por su vida de pureza, humildad, obediencia, pobreza y desapego; María aumento esos méritos y ahora se sienta a la derecha del Trono de Dios el Hijo como Reina y Madre Celestial [Apocalipsis 12:1]
La Gracia solo pudo venir al mundo a través de Ella, la Madre de la Gracia. Por eso es que nosotros somos llamados a tener devociones a Ella, la Madre del Hijo y Nuestra Madre. Ella es la mediatriz de la Gracia de Dios [Lucas 1:30].
Y sucederá que todo el que invoque el nombre de Yahveh será salvo [Joel 3:5], porque no hay otro nombre (Jesús) bajo el Cielo dado a los mortales por el cual nos podamos salvar [Hechos 4:12]
Jesús es el Mesías, el liberador prefigurado por Moisés quien liberó la gente de Dios sacándolos de Egipto a través del Mar Rojo.
Nosotros vivimos en el Egipto de nuestro pecado, Jesús nuestro Salvador nos lleva a través del Mar Rojo de su Preciosa Sangre hacia la Tierra Prometida. Los Israelitas comieron maná en el desierto, el cual era pan que bajó del Cielo, Jesús es el Pan Vivo que ha bajado del Cielo par alimentar nuestras almas para la Vida Eterna [Juan 6:51].
La Salvación solo se puede obtener a través del perdón de nuestros pecados; Jesús es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo [Juan 1:29]. Los Judíos tenían que ofrecer sacrificios de animales separando la carne de la sangre y haciendo un holocausto en ofrecimiento para el perdón de los pecados.
Jesús fue crucificado para poder volverse el sacrificio vivo en expiación de nuestros pecados. Antes de Su muerte el instituyó el Sacramento de la Sagrada Eucaristía el cual es un memorial de su muerte, donde nosotros proclamamos su muerte y anunciamos su Resurrección. Fuimos, pues, con El sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. [Romanos 6:4].
La Resurrección es la Victoria de Cristo sobre la muerte, es también nuestra victoria puesto que vivimos en El, morimos en El y resucitamos en El para vivir para siempre.
Nuestra Salvación consiste en ser escogidos para vivir en Dios eternamente, este es un proceso que dura toda una vida y somos llamados a la santidad para poder meritar la Salvación y para interceder por la Salvación de los demás a través de nuestras oraciones y buenas obras.
Somos salvados por la fe en Jesucristo el Hijo del Dios
Vivo y por los frutos de nuestra fe con respecto al arrepentimiento [Apocalipsis
20:12]. En el ultimo día el Señor vendrá a juzgar a cada uno de acuerdo a como
hayamos tratado a los demás [Mateo 25:31-46].
El
Trabajo de Dios
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