Encuentro con Jesus 10 - La Madre de Dios, Virgen María
Autor:
José de Jesús y María
Encuentro con Jesús número 10
Gloria a Dios que nos da el regalo diario de la vida y lo podemos reconocer en cada despertar, gracias Señor por que nos das otro día, otro año y otra oportunidad para reunirnos en tu nombre.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Para empezar te pedimos perdón por nuestros pecados. Hoy en tu nombre vamos a darte alabanza, agradecimiento, adoración, reparación y mucho más. Pedimos que nos llenes de tu Espíritu Santo, te pedimos que nos des la luz de tu palabra en el evangelio y luego en nuestro tema hablaremos sobre La Madre de Dios. Concluiremos con una oración de liberación y sanación.
Gracias Señor Jesús por estar con nosotros.
Perdónanos Señor
No podemos comer en un plato sucio. -
De la misma manera no podemos venir a comer la comida de la Salvación sin antes limpiar el alma.
Con humildad confesamos que somos pecadores y te hemos ofendido, con nuestro pecado te hemos ofendido infinitamente crucificándote en la cruz.
Perdónanos Señor. Perdona los pecados de toda la humanidad. Tu eres el cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
Alabanza para el Señor
Alabar a Dios es reconocer su grandeza, sus divinos atributos y sus infinitas perfecciones.
Nuestra pequeñez nos lleva a la Alabanza de Dios porque allí reconocemos su grandeza, nuestra ignorancia y nuestra limitada inteligencia, nos llama a deleitarnos admirando la Sabiduría de la Inteligencia Suprema de Dios.
No deleitamos con las cosas hermosas, con la naturaleza, con los cielos, el sol, las estrellas, los árboles, los pajaritos, los mares, los ríos, los colores, la música y muchas otras cosas que Dios ha creado.
Pero con cuanto más deleite debemos de sentirnos ante nuestro creador que nos muestra su rostro en la belleza de sus obras.
Alabemos a Dios sin cesar, pues esto es como beber agua para calmar la sed del alma, es como descansar en el autor del descanso, es como sentir gozo con el mismo gozo de Dios.
Demos gracias al Señor
Le agradecemos a nuestros padres que nos han dado la vida. - Pero Dios nos ha dado a nuestros Padres, - nos ha dado no solo la vida temporal - sino la vida Eterna. Gracias Señor.
Oh Padre amoroso, Padre Bueno, Padre Santo, Papito Dios. Eres la fuente de toda la bondad que podemos conocer. Por esto te agradecemos infinitamente porque en todo lo bueno de nuestra vida estás tú, y nosotros no tenemos nada de este mundo para ofrecerte en agradecimiento.
Por eso como en el Salmo 116 versículo 13, nos unimos a tu Hijo Jesús en el Santo Sacrificio de la Cruz que renovamos en la Santa misa, y levantamos el cáliz de la Salvación.
Gracias infinitas por nuestra vida, por todo lo que tenemos y somos, y por darnos a Jesús nuestro Salvador y a la Santísima Virgen María, Madre suya y nuestra.
Adoremos al Señor
La dicha del Cielo se encuentra en la continua adoración que se le puede ofrecer allí. Deberíamos de vivir en la Presencia del Señor en todo momento para adorarle sin cesar.
Cuando te adoramos Señor, tú nos permites elevar el alma con nuestro fervor.
Así como cuando el agua se hierve y empieza a soltar vapor, de la misma manera el alma en adoración arde interiormente, el fervor la hace hervir con el fuego del Espíritu Santo y empieza a salirse del plano material para elevarse por encima de ella misma y de todo lo terreno para entrar en contemplación ante la Presencia de Dios.
Te pedimos Señor que nos des el fuego de adoración de los serafines para vivir en ese estado de adoración en todo momento y así adorar tu Santidad.
Encuentro con Jesús - Invocación del Espíritu Santo
Nadie puede decir que Jesús es el Señor sino es por la acción del Espíritu Santo. Igualmente el Espíritu Santo nos guía para permanecer siempre fieles a Dios en la Vida espiritual.
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es el fuego de Amor del Padre y del Hijo, es el Poder de Dios que se convierte en acción, es la fuerza poderosa que lo sostiene todo, y así mismo es la fuerza del amor de Dios que nos llama a permanecer siempre en la dignidad de hijos de Dios.
Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones con el fuego del Amor Divino, entra en nosotros y toma posesión de nuestras almas que son tus templos de adoración.
Danos la gracia de adorarte, el don de la piedad para que salgamos de la tibieza y podamos arder con amor seráfico.
Espíritu Santo, llénanos de tu luz, disipa la oscuridad que nos ha llevado por las sendas del pecado, tráenos a la luz de la gracia para poder vivir una vida santa.
Espíritu Santo, ven, establece tu morada en nosotros, llénanos de tus dones: de la Sabiduría, el Entendimiento, el Consejo, la Fortaleza, La Ciencia Divina, la Piedad y el Santo temor de Dios.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas Quinto Domingo de Adviento - Lucas 2:41-52
San Pedro Eymard uno de los Padre de la Iglesia nos dice: "La Eucaristía es la prueba suprema del amor de Jesús. Después de ésto no existe nada, más que el Cielo mismo."
El amor de Dios el Padre fue tan grande que envió a su propio hijo al mundo para que todos los que crean en Él puedan ser salvados.
Tanto fue ese amor de Jesús que se entregó por nosotros en la Cruz para redimirnos de la muerte del pecado.
Esa prueba de amor tan grande continua en la Sagrada Eucaristía hasta el final de los tiempos por el Poder de Jesús verdadero Dios y hombre y por su Sacerdocio Eterno estableció la Sagrada Eucaristía la noche de la última cena y la perpetuó a través de los Apóstoles y de todos los Sacerdotes por sucesión jerárquica de la Iglesia.
En la Sagrada Eucaristía tenemos el mismo Jesús, Hijo de Dios, P alabra Eterna encarnada, que se nos entrega como pan de la vida y cáliz de nuestra salvación.
Oh María Santísima Madre de Dios y madre nuestra, purifica nuestros corazones para ser dignos de recibir a tu amadísimo hijo sacramentalmente.
Encuentro con Jesús - Tema de este día - La Madre de Dios
Para comenzar cada año, la Iglesia venera el primero de Enero como Solemnidad de la Madre de Dios.
Muchos no aceptan a María como Madre de Dios, y tampoco como madre nuestra. Sin embargo desde el primer libro de Génesis (3:15) después de la caída de Adán y Eva tuvimos la primera buena noticia, el Protoevangelio que nos habla de esa mujer que le aplastará la cabeza al demonio.
La Virgen María con su santidad, destruyó los planes del demonio dando a luz la Luz del mundo, quien vino a vencer la muerte, el pecado, el demonio, el mundo y la carne. Y dijo Isabel a su prima María, en Lucas 1:43 y ¿de dónde a mí que venga a verme la madre de mi Señor?
Santa Isabel se llenó del Espíritu Santo con el saludo de María, en ese mismo instante Juan Bautista el bebé dentro del vientre saltó de gozo.
En el Espíritu Santa Isabel reconoció que la Virgen María era no solo iba a ser Madre siendo Virgen, sino que este era un milagro del Espíritu y que la criatura en su vientre era el mismo Dios, Señor suyo y nuestro.
La Virgen María es la madre de Jesús el Hijo de Dios el Padre, es la madre de Dios porque Jesús también es Dios el Hijo. Además Jesús fue concebido en su vientre por obra de Dios el Espíritu Santo.
La unión del Espíritu Santo con María es la unión hipostática de Dios con los hombres, en la cual ejecuta en sus diseños divinos la segunda creación de la humanidad, donde Jesús y María son el Nuevo Adán y la Nueva Eva.
A través de Adán y Eva todos somos hijos del pecado y nacemos con el pecado original.
La Virgen María fue exenta del pecado original por gracia especial de Dios que quería venir a habitar entre los hombres y solo podía llegar a un vientre santo como el de Ella.
La Virgen Santísima es el Tabernáculo de la Divinidad, el trono de la Santísima Trinidad, Madre de Dios y madre de toda la humanidad concebida en la Gracia de Cristo nuestro Salvador.
Como madre de Jesús, fue la madre perfecta que da ejemplo a todas las madres. Como madre nuestra Jesús la nombró al pie de la cruz como la Nueva Eva, aquella que nos ha concebido en la amargura de su Inmaculado Corazón.
Como madre de Jesús fue fiel hasta la muerte de su Hijo, el cual entregó en el monte Calvario, elevándose así a convertirse en la Madre de la Fe.
Abraham también ofreció su hijo como holocausto, pero en el último momento el ángel le dijo que no hiciera este sacrificio, y de esa manera fue justificado en la Fe y lo llamamos el Padre de la Fe.
La Virgen María fue perfecta en todo, aun hasta entregar a su hijo al Padre Eterno en su sacrificio por el perdón de nuestros pecados. Esto la hizo co-redentora de toda la humanidad.
En María todos tenemos esta Madre Fiel que nos acompaña durante toda nuestra vida, una abogada ante Dios que nos defiende y nos ayuda a conseguir la Salvación, una madre tierna que no cesa de favorecernos con la Gracia de la cual Ella está llena.
La Virgen María en su afán por conseguir nuestra salvación y sacarnos del pecado, ha venido al mundo a través de apariciones y mensajes dándonos el arma para combatir al demonio, "El Santo Rosario"
Nuestras devociones a la Virgen María nos acercan cada vez más a Jesús, pues ella es como una factoría donde se hacen los santos de Dios.
Madre Santísima, bendícenos y purifícanos en tu santidad, en tu piedad y recogimiento, en tu pureza, en tu humildad, en todas tus virtudes y en tus Santas Lágrimas. Llévanos de tus manos a tu hijo Jesús y ruega por nosotros los pecadores.
Oración de Liberación y Sanación
Con humildad nos presentamos ante ti Señor Jesús, crucificado por nuestros pecados y realmente presente en todos los tabernáculos de la tierra en tu Presencia Eucarística, Emanuel Dios con nosotros.
Te alabamos, te damos gracias y te adoramos por tu Santidad, por ese amor tan inmenso que derramaste por nosotros a través de tus sufrimientos y de tu Sangre Preciosa.
En el Amor infinito y eterno del Padre, viniste al mundo a darnos ese amor para salvarnos del pecado y llevarnos a la eternidad.
Tu eres el Dios que nos salva, tu eres la medicina para las enfermedades del cuerpo y del alma, tu eres la luz que disipa las tinieblas del pecado y de la indiferencia. Tu eres la comida para el bienestar de nuestras almas, la bebida que nos purifica y santifica para la vida eter na, eres también el gozo del alma que llena ese vacío que todos experimentamos fuera de ti.
Somos sanados por tus Santas Llagas, por eso te pedimos que nos sanes de todos nuestros males del cuerpo, la mente y el alma. Somos lavados del pecado y purificados para quedar tan blancos como la nieve, por eso te pedimos que nos purifiques con tu Preciosa Sangre.
Señor Jesús, tu viniste a salvar la humanidad, aquí me encuentro humildemente ante ti, vengo a pedirte que me perdones todos los pecados de mi vida, a que sanes todas las heridas que lleva mi alma, vengo a pedirte que me restaures en tu santidad para vivir solo para ti.
Pasa por mi vida sanando desde el instante de mi concepción en el vientre de mi madre, sana mis padres desde ese momento, sana mis abuelos, mis bisabuelos, mis tatarabuelos, mis tíos, mis hermanos, mis familiares, y todas las generaciones presentes y pasadas asociadas conmigo. También extiende tu sanación a toda la humanidad.
Señor libérame de todas las cadenas y ataduras que me amarran al demonio, perdona los pecados que me entregaron a él, rompe cadenas, suelta todo lo que esté amarrado, báñalo en tu preciosa Sangre y arrebátaselo al demonio. Pues yo me entrego a ti y quiero ser todo tuyo - tuya.
Señor, te entrego mi alma y deseo someterme enteramente a tu Divina Voluntad.
Te entrego mis problemas, necesidades, enfermedades, deseos, planes, y todos los de mi familia.
También te traigo el pecado de toda la humanidad.
Perdónanos Señor Jesús, Sánanos, bendícenos con tu Gracia.
Te lo pedimos a través de la intercesión de la Santísima Virgen María nuestra madrecita y en virtud de sus Santas Lágrimas y sufrimientos.
También te lo pedimos por tus Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias y las de tu Madre Santísima.
Señor, ten Misericordia de nosotros. Permite que nuestros deseos toquen tu corazón y se vuelvan tus deseos, si tu quieres tu puedes sanarnos, pues tuyo es todo el poder, el honor, el reino y la Gloria ahora y siempre.
Te entregamos nuestra necesidad y te damos gracias anticipadamente por tu Gracia y tu bendición.
Señor, yo me entrego totalmente a ti, encárgate de todo.
Danos tu luz, tu gracia, muéstranos tu rostro, danos la santidad y llénanos de tu Paz. Amén.
Así llegamos al final de este Encuentro con Jesús.
Gracias por su amable compañía, desde hoy quedan invitados para seguir encontrándonos con Jesús.
Nos despedimos con la bendición del Obispo Carlos Arturo Quintero.
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