Encuentro con Jesus 13 - Por Cristo, con él y en él
Autor:
José de Jesús y María
Encuentro con Jesús 13
Les habla José Belmore Arias y su esposa Ofelia Correa.
Hacemos este programa, gracias al apoyo y dirección espiritual del Obispo Carlos Arturo Quintero de Armenia Quindío, también a la participación técnica de Luz Gladys López.
Gracias Señor por esta nueva oportunidad de reunirnos en tu nombre para estar más cerca de tu corazón y así recibir tus bendiciones.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Que bueno es tener este espacio para hablar del Señor. Hoy le pediremos perdón y luego le daremos nuestras alabanzas, agradecimiento y adoración, escucharemos la Palabra de Dios y Jesús nos explicará el evangelio. Hoy vamos a tener como tema especial La indiferencia.
Y por la gracia y el poder del Santo Nombre de Jesús, haremos una oración de liberación y sanación.
Gracias Señor Jesús por reunirte con nosotros.
Encuentro con Jesús 13 - Perdónanos Señor
Señor Jesús. Reconocemos que somos pecadores y por eso venimos con un corazón contrito y humillado a pedirte perdón.
Señor, pedimos perdón por nuestros pecados, por los pecados de todos los que escuchan estas palabras y por toda la humanidad.
Tu pagaste en la cruz por nuestros pecados, sufriste mucho para salvarnos, ahora te pedimos la gracia de tu perdón para sentir tu paz en nuestro corazón y también para no volver a ofenderte más.
Detestamos el pecado porque es un veneno para nuestras almas, báñanos con tu Preciosa Sangre y cúbrenos con la armadura espiritual de protección.
Danos tu Presencia para vivir siempre contigo y con la Virgen María, permítenos ser amigos de los ángeles y los santos y de vivir para la Gloria de tu Reino.
Alabanza para el Señor
Alabanza, agradecimiento, adoración y bendiciones para ti nuestro Dios tan generoso y misericordioso.
Que felicidad es conocerte y vivir para ti, que hermoso es detenernos a pensar en ti diariamente, cuanto gozo sentimos en el alma por contestar a ese llamado que tu nos das simplemente con el hecho de sentir nuestra existencia.
Has creado el cielo y la tierra, los has llenado de tu Gloria y esplendor, todo lo que existe lleva esa marca, esa imprenta de tu Santidad, no existe nada que no haya sido creado por ti, y por eso mereces el agradecimiento de todas tus criaturas.
Todos existimos por el gran amor en el cual tu nos has creado, mientras más pensamos en ti, más se manifiesta tu hermosura ante nuestros ojos y más se nos llena el alma de tu luz, que ilumina enviando tu bendición diariamente.
Que feliz se encuentran las aves cuando despiertan, los pajaritos con sus trinos melódicos te cantan lindas alabanzas que aun son suaves a nuestros oídos, los ángeles entonan continuamente sus coros de alabanza y adoración para glorificarte, porque tu eres digno de toda alabanza y gratitud, de toda veneración y adoración, tu eres nuestro Dios. Bendito seas Señor.
Demos gracias al Señor
Mientras más gracias te damos Señor, nos damos cuenta de que más gracias te debemos. Gracias Señor.
Gracias infinitas para ti Señor Dios Altísimo, fuente de todo bien. Gracias infinitas Padre amado por ese amor tan grande que tienes en el cual nos has dado la vida.
Gracias Señor porque en tu Divina Voluntad has enviado a tu Hijo para que tu Palabra llene toda la tierra, para que como espada afilada penetre en todos los corazones de piedra y los convierta en corazones de carne, para que su sangre fluya en nosotros y nos de la vida.
Gracias Señor por existir para nosotros, danos la gracia de existir tan solo para ti.
Adoremos al Señor
Adorado seas Señor, adorado por toda la creación.
Que mi corazón te adore, que todos los corazones te adoren.
Señor lléname de tu Espíritu Santo.
Ven Espíritu de adoración enciende esa llama de adoración en mi corazón y en mi alma. Eleva mi espíritu en adoración al trono del Altísimo, permíteme arder con el deseo de mi alma para unirme al ardiente deseo de adoración de la Virgen María, los serafines y todos los ángeles, los santos y todos los corazones que adoran.
Que el fuego de adoración nunca se apague en mí y que por el contrario crezca y se intensifique cada vez más, por que mi deseo es arder apasionadamente en adoración mientras yo exista.
Adoración continua para ti mi Dios. Adoración, adoración.
Invocación del Espíritu Santo
Amor Divino del Padre y del Hijo, Amor que transforma la creación, ven a transformarnos.
Ven Espíritu Santo, Espíritu de Amor del corazón del Padre y del Hijo, ven Espíritu Santo, fuego consumidor de donde ha salido el Amor que lo ha creado todo, que lo sostiene y que santifica las almas.
Ven Divino Ayudante, ayúdame en todas mis necesidades temporales y espirituales.
Ven Divino Maestro, enséñame todas las cosas.
Ven Divino Consejero, aconséjame lo que debo hacer en toda circunstancia.
Ven Divino Doctor, sana mi alma y mi cuerpo.
Ven Divina Luz disipa estas tinieblas de mi alma y lléname de tu luz brillante.
Ven Divino Amor del Padre y del Hijo, saca cualquier resentimiento o cualquier falta de amor en mi vida, lléname de tu Amor Divino.
Ven Espíritu Santo, Divino amigo celestial, consuélame y dame seguridad para caminar siempre contigo.
Ven Divina Sabiduría, llena mi mente de conocimiento de la Verdad.
Ven Espíritu Santo, quédate en mí, pues yo soy tu templo, nunca me dejes solo.
Palabra de Dios - Lectura del santo evangelio según san Juan - Capítulo 2: versículos 1-11
Bendita seas Virgen María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Por tu santidad Dios envió a su Hijo al mundo y tu le llevaste en tu vientre.
Bendito seas Señor porque fuiste glorificado por la Santísima Virgen María con su humildad y todas sus virtudes heroicas.
Bendito seas Señor que escuchaste las peticiones humildes de esa Virgen Santa que tocó tu corazón con sus plegarias y logró lo que durante miles de años ninguno logró, que enviaras a tu Hijo al mundo para darnos la Salvación.
Bendito seas Señor Jesús, Espíritu Eterno de la Palabra del Padre, Verbo Eterno, que te hiciste prisionero del vientre de la Santísima Virgen María por nueve meses y la hiciste madre tuya y también madre nuestra.
Bendita seas Virgen María, Cielo de Dios, belleza maternal, ternura celestial, dulzura santificante, belleza sin igual, hermosura que atrajo a Dios.
Tu alma es la morada divina, el templo sagrado de la Santísima Trinidad, de tu santa humanidad fluyó la Sagrada Humanidad del Verbo Eterno de Dios, nuestro Señor y Salvador.
Tus brazos abrazaron al que nos abraza con su amor, tus ojos miraron con dulzura al que nos mira eternamente, tus pechos alimentaron al que alimenta toda la creación, tus caricias acariciaron al que nos acariciará por toda la eternidad.
Bendita seas María Santísima.
Encuentro con Jesús 13 - Jesús Eucaristía
Oh Sagrado pan de la vida, alimento para nuestra vida eterna, Señor Jesús Eucaristía bendito seas.
Bendito seas Señor Jesús, que nos diste como primer milagro el Vino de Cana y luego nos diste la multiplicación de los panes como modelo del gran milagro de la Sagrada Eucaristía.
Humilde Señor Jesús que manifestaste tu Infinito Poder y tu Generosa Misericordia en el milagro más grande que hiciste, la multiplicación de los panes eucarísticos que contienen tu Presencia en cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Bendito seas Señor Jesús, que siendo el dueño de todo el universo, al no tener donde reposar tu cabeza por la pobreza en que viviste, decidiste venir a vivir en la Sagrada Eucaristía.
Gracias Señor Jesús por haber instituido el Sacerdocio, por darle a los Sacerdotes ese poder de traer al altar la renovación no sangrienta de tu sacrificio en la cruz.
Gracias Señor por compartir tu Sagrada Humanidad con nosotros en cada hostia consagrada.
Tema de este día - Por Cristo, con Él y en Él
La parte más importante de la alabanza y la glorificación que le damos a Dios en la Santa misa, se llama doxología. Esta palabra viene del Griego Doxa que significa opinión, palabra o conocimiento. El Cristianismo la ha tomado para expresar la Alabanza y la Gloria que se le debe dar a Dios.
Como doxología principal de la Santa Misa tenemos el Gloria, que es una alabanza y adoración que todos los fieles hacen unidos al Sacerdote.
La doxología Eucarística es una doxología secundaria pero de gran valor que culmina la gran adoración que le damos a Dios antes de recibirle eucarísticamente. Es dicha solo por el Sacerdote o Sacerdotes que celebran la Santa Misa con esta palabras: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente, todo honor y toda Gloria por los siglos de los siglos”
Y es reafirmada por toda la Iglesia presente que responde “Amén”
Es Por Cristo que todo ha salido de la voluntad del Padre y es por Él que volvemos al Padre.
Todo fue creado con la Palabra que es Cristo, a través de Él, en su Palabra, y así fluyó el Poder del Espíritu Santo, el Amor del Padre y del Hijo, manifestando de la nada el universo de la materia y sosteniéndola en la Voluntad y Palabra del Padre y del Hijo.
Damos de esta manera todo honor y toda Gloria a Nuestro Padre Omnipotente cuando venimos a Él a través del Hijo. Pues Jesús dice “Nadie va al Padre sino por mí.” Juan 14: versículo 6
Al darle Gloria al Padre por Cristo, glorificamos a través de Él el Santo Nombre del Padre tal como lo pide Jesús en Juan 12 versículo 28 cuando dice Padre glorifica tu Nombre.
La glorificación del Nombre del Padr e la hacemos cuando lo aceptamos como Padre y cuando aceptamos a Cristo como Hijo del Padre que nos ha revelado su Nombre en el Padre Nuestro, la hermosa oración que nos enseña que Dios es nuestro Padre.
Es por Cristo que el Padre se complace y nos revela en su Bautismo ver Mateo 3 versículo 17 “Este es mi Hijo amado en quien tengo mis complacencias.”
Por Cristo, con Él y en Él.
Ahora miremos como adoramos al Padre y le glorificamos con Él.
Con Cristo ya no somos simples criaturas expulsadas del Paraíso. Con Cristo somos Hijos de Dios, con Cristo somos los amados del Padre Eterno.
Es en el Bautismo que entramos a participar del Cuerpo de Cristo, donde Él es la Cabeza y nosotros somos los miembros de su Cuerpo Místico la Iglesia.
En el Bautismo somos vestidos con Cristo, el Agua de la Gracia nos lava del pecado original y nos purifica para empezar una nueva vida con Jesús que viene a mostrarnos su camino.
Es con Cristo que recibimos la fortaleza en los Sacramentos de la Iglesia, con Él nos confesamos cuando pecamos, con Él nos fortalecemos cuando le comemos en la Sagrada Eucaristía y con Él tenemos la luz que disipa las tinieblas de nuestras vidas.
Mateo 4 versículo 16 Pues el pueblo que estaba en tinieblas ha visto una gran luz y para aquellos que caminaban en el valle de la sombra de la muerte, la luz de Cristo se ha levantado en medio de nosotros.
Así que con Él tenemos la confianza de acercarnos al Padre y ofrecerle nuestra alabanza y adoración.
Pues cuando morimos al pecado estamos con Cristo y así podemos venir al Padre a ofrecerle nuestra vida, alabanza y adoración.
Por Cristo, con Él y en Él glorificamos al Padre.
En Cristo, En Él.
Esta es la parte más importante de nuestra ofrenda, porque en ella estamos participando ya no humanamente, ya no solo con pensamientos sino que verdaderamente participamos espiritualmente porque nos unimos al Sacrificio Perpetuo de la Cruz, donde Cristo hace su ofrecimiento al Padre, allí es donde tiene más fuerza nuestra adoración.
En Cristo estamos dentro de su Cuerpo Místico, en Cristo vivimos esta afirmación cuando meditamos que es estar en Él.
El sacrificio de la Santa Misa es aunque no lo vemos con los ojos de la carne, el mismo sacrificio doloroso y sangriento que aconteció en el Calvario.
Todos los Santos encontraron su santificación en la profunda meditación de la Pasión, Agonía y Muerte de Jesús.
En la cruz es destruida la Sagrada Humanidad de Cristo y con su corazón abierto nosotros somos invitados a entrar en Él.
Es entonces entrando en sus Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias que verdaderamente entramos en su Presencia, en su Espíritu y de esa manera podemos decirle al Padre Por Cristo, con Él y en Él.
Entrando en Él comprendemos el dolor de esas Santas Llagas y las sufrimos con Él para ser sanados.
En Él podemos entrar al mar de su Preciosa Sangre y ser purificados totalmente para quedar nuestras almas tan blancas como la nieve.
En Él podemos lavarnos con el agua de su humanidad, que es el Agua de la Gracia y así recibimos todo su favor.
En Él podemos entrar en sus dolores y compartirlos sintiendo dolor por toda la humanidad que está fuera de Él.
En Él podemos entrar en sus Lágrimas y llorar con nuestras lágrimas de arrepentimiento y contrición por todas las almas que necesitan la conversión.
En Él podemos entrar en las Angustias de su Alma y sentir lo que Él siente por nosotros.
Finalmente por Cristo, con Él y en Él venimos crucificados con Cristo ante el Padre Eterno para obtener nuestra Salvación y la de toda la humanidad.
No pasemos estas alabanzas de la Santa Misa con distracción, pues aquí está el gran secreto de la Santidad.
Venimos entonces Señor Jesús a pedirte que nos unas a tu sacrificio en la cruz para que seamos sanados del cuerpo, la mente y el alma.
Te entregamos todas nuestras cargas porque allí tu las llevaste todas, te pedimos que nos sanes porque por tus santas llagas todos somos sanados.
Libéranos Señor Jesús de todo mal, sánanos de toda enfermedad del cuerpo y del alma y llénanos de tu Espíritu Santo para poder vivir el camino que tú nos ofreces y junto contigo podamos entrar a la patria celestial en la Gloria del Padre.
Así llegamos al final de este Encuentro con Jesús, con la seguridad de que El Espíritu Santo ha llegado a tu alma, por Cristo con Él y en Él glorifiquemos al Padre en nuestra vida.
Participa este programa a todos los que puedas, para que todos podamos crecer más en el conocimiento que nos lleva a la Gloria de Dios.
Que el Señor te bendiga y te guarde, que te llene de su luz y de su Gracia, que te muestre su rostro, que te de la santidad y te llene de Paz.
Amén.
Terminamos con la bendición del Obispo de Armenia:
Muy queridos hermanos como Administrador Diocesano y Obispo electo de esta Diócesis de Armenia, Carlos Arturo Quintero Gómez, este servidor.
Quiero desearles en este comienzo de año a todos ustedes, paz, alegría, gozo y esperanza en el señor Jesucristo.
Jesucristo realmente es la esperanza que no nos defrauda. Sentir que nuestra vida crece desde el amor, desde la unidad, desde la paz, con la alegría que nos viene de Dios es reconocer que Jesucristo es el centro de nuestras vidas y que Él es realmente la esperanza que no nos defrauda.
Por eso quiero invitarles este año. Vamos a construir juntos una iglesia que sea misionera, evangelizada y evangelizadora en la que tú y yo podamos ser Apóstoles de la misericordia y profetas de la esperanza.
Dios les bendiga en el nombre del padre y del Hijo y del espíritu santo. Amén.
Encuentro con Jesús 13
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Encuentro con Jesus 13 - Por Cristo, con él y en él