Un pie del Niño Jesús y un pie de la niña María
Me desperté a las cuatro de la mañana y empecé a repetir esta oracioncita: No soy yo quien vive sino Cristo que vive en mí, Niño Jesusito y Niña María que viven en mí, esto lo digo con frecuencia. Es mi deseo de seguir el Evangelio que nos dice que el Reino de los cielos es de los niños y de los que pueden ser como niños. Varias veces he visto los pies de Jesús adulto que salen de los míos, y también los del Niño Jesús.
Pues en esta ocasión vi en vez de mi pie izquierdo el pie del niño Jesús de talvez unos siete años, y al lado derecho casi pegadito de su pie, el pie tierno de la Niña María, el cual era de un color menos claro y era más pequeñito. Esto me llenó de mucho gozo, pues era una repuesta a mi oración, y yo continué haciendo mis oraciones. Después de unos minutos vi una señora que se paseó frente a mí, paró y se movió graciosamente como para mostrarme su vestido. La vi solamente de la cintura a los pies, era de color blanco como de seda artesanal, dividida en tres colores, blanco de la cintura hacia abajo, luego azul claro, y terminando en rosado rojizo por partes iguales.
En ese vestido vi la pureza de la Virgen María, también vi como en ella hay una parte de Jesús representada por el color azul que representa el poder de Dios, tal como en los cuadros de los Sagrados Corazones, y la otra parte representada por el color rojizo que representa la sangre de Jesús. Esta mujer, pensé que era la Virgen María, que me enseñaba como ella también está llena de Jesús.