Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
Año B - 15° Domingo en tiempo ordinario - Marcos 6:7-13
7 Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
8 Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja;
9 sino: Calzados con sandalias y no vistáis dos túnicas.
10 Y les dijo: Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta marchar de allí.
11 Si algún lugar no os recibe y no os escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en testimonio contra ellos
12 Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
13 expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Y llama a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos.
Mis apóstoles recibieron la misión importante de llevar mi testimonio, algo que les caracterizaba muy especialmente era el poder de arrojar fuera espíritus malignos. También tenían el don de orar por los enfermos quienes se su curaban.
El mundo actual esta plagado de espíritus malignos, la perversión es colectiva y el mal es como una nube negra que cubre toda la humanidad. Durante el ministerio de los apóstoles, muchos demonios se aterrorizaban ante la presencia de aquellos que estaban llenos de Dios.
Los demonios aún sienten terror al encontrarse frente a una persona llena de Dios. Pero ah, pocos están llenos de Dios.
¿Cómo se puede una persona llenar de Dios, cuando voluntariamente se llena de la corrupción del mundo? Como puede un templo del Espíritu Santo abrir sus sentidos que son las puertas de su alma a tanta perversión que existe, como puede un ser humano que quiere encontrar a Dios, llenarse de toda la porquería del mundo y contaminarse de tal forma que al final, realmente no puede estar lleno de Dios sino del mundo. Por esta razón es muy fácil perder la percepción de los espíritus malignos cuando no se tiene un espíritu unido a Dios.
Mis palabras continúan siendo válidas para mis creyentes, en mi nombre pueden arrojar fuera malos espíritus, pueden oran por los enfermos y ellos se sanarán. Pero creer en mi es aceptar mi yugo de perfección, entregarse en obediencia a mi llamado, cumplir mi voluntad, practicar la caridad y tener deseo de ser santo, como Yo soy santo.
Aquel que me sigue recibe mi paz, esta le acompaña y se convierte en la herramienta que le permite abrir corazones y llenarlos de Dios. Mi palabra le fortalece y le da seguridad al hablar, mi Espíritu le guía y le lleva por mi sendero luminoso, extendiendo mi amor por doquiera que va.
Donde se reúnen dos o más en mi nombre, Yo estoy allí en medio de ellos, Yo les escucho, les instruyo, y les confío mis deseos de llenar el mundo de mi amor. Reúnanse en grupos de oración y pídanle al Espíritu Santo que les ilumine. Yo recompenso la fe, instruyo al que desea instrucción, consuelo al afligido, fortalezco al débil, sano al enfermo y lleno el alma de virtud para que pueda llevar mi cruz y vivir ejemplarmente.
La fe es una pequeña llama que arde en el corazón, aquel que desea tener mas fe tiene que aportar el combustible necesario para hacer crecer su llama de fe en un sol de luz brillante, esto lo logra a través de la oración, los sacramentos y las buenas obras. El que desea tener mucha fe, recibe mucha fe, el que busca encuentra, pero el que se duerme pierde mi visita, pues yo me regocijo al encontrarme con aquellos que están ansiosos de encontrarse conmigo.
Para crecer en la fe, crezcan en deseo de vivir en Mí y no en el mal, muchos desean ardientemente el pecado y terminan en él, Yo les pido, ardan con gran pasión por Mí y vivan en mi Amor.
Recibido by: José de Jesús y María
Los santos evangelios explicados por Jesús
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