Meditaciones Eucarísticas - Santos Evangelios
explicados por Jesús
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Señor; Auméntanos la fe.
Año C - 27o Domingo en tiempo ordinario - Lucas 17:5-10
5 Dijeron los apóstoles al Señor; Auméntanos la fe.
6 El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.
7 ¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: "Pasa al momento y ponte a la mesa?"
8 ¿No le dirá más bien: "Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?"
9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado?
10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.
Señor; Auméntanos la fe.
Nada es imposible para aquellos que tienen fe. La razón es que ponen toda su confianza en mí y Yo les escucho. Pero la fe no es solo el acto de creer que Yo responderé una oración con una respuesta milagrosa, es una combinación de humildad que hace al alma sentirse pequeña en mi presencia y de confianza en que Yo responderé.
Tomen la historia del Centurión que dijo que no era digno de que Yo entrara en su casa pero que Yo podría dar la orden y su siervo se sanaría. Este hombre tenía humildad y mostró gran respeto por mí, el mismo daba órdenes a otros y estos le obedecían, así que el reconoció que Yo era el Cristo, el Amo de la creación, aquel con el poder de hacer milagros, y creyó totalmente de que Yo podía sanar. Su petición fue concedida.
Para tener fe en mí, ustedes tienen que empezar con la humildad. Es necesario aceptar que Yo no soy tan solo otro hombre; Yo soy el Hijo del Dios vivo. Siendo el hijo de Dios, Yo siempre he sido la Palabra de Dios, la palabra creativa que trajo todo a la existencia de la nada.
Al volverme como cualquier otro hombre, Yo he enseñando la humildad al bajarme de mi divinidad a mi humanidad. Les he llamado a todos a que aprendan de mí, puesto que Yo soy manso y humilde de corazón. Aquellos que realmente aprecian quien soy, sienten profunda humildad de corazón porque entienden quienes son en comparación mía. Ellos solo se pueden acercar a mí con profundo remordimiento de sus pecados, tal como lo hizo Pedro quien se dio cuenta quien era Yo y dijo “ aléjate de mi Señor, porque Yo soy un hombre pecador.”
Este es el comienzo de la verdadera fe, aceptarme como el Hijo de Dios con completa humildad; después de hacer esto, su fe será recompensada.
En la parábola anterior, Yo también hablo de los deberes de los siervos para con su Amo. Sería muy sabio de todos el hacer las cosas por el amor de Dios quien es el Amo de la creación, de conocerle, amarle y servirle. No hay inmediata recompensa para esto, excepto la paz en sus corazones y el conocimiento de que el confiar en mi les concederá una participación en mi gloria eterna.
Recibido by: José de Jesús y María
Los santos evangelios explicados por Jesús
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