Meditaciones Eucarísticas - Domingo 04/01/2015 lista |
Epifanía del Señor
1 Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» 3 En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4 Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» 7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.» 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 11 Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. 12 Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino. Nació Jesús en Belén de Judea, nació un niño Salvador. Él era la Palabra de Dios, el Verbo que se había encarnado de María la Virgen y vino a nuestro mundo lleno de paganismo y rechazo de Dios, para iluminar nuestra oscuridad y darnos su Salvación. Oh misterio sublime, Dios se hace hombre para que el hombre pueda volver a Él, el antídoto para el pecado desciende del Cielo para que todos lo tomemos y con su Preciosa Sangre tengamos vida eterna. Su propio pueblo lo despreció y no lo recibió con la dignidad que merecía, pero Dios en su grandeza preparó de antemano a tres hombres de diferentes culturas para que llamados por el Espíritu siguieran la luz de una estrella que los llevaría a encontrar al que es Luz de luces. Estos hombres no se conocían, pero tenían en común el mismo conocimiento sobre la llegada del Rey del mundo, por esto vinieron a adorarle y trajeron regalos dignos de Su Majestad. En su búsqueda del Señor, tuvieron un encuentro con Herodes, Rey orgulloso que temía la llegada del Rey de Reyes y estaba preparado a matarle para no arriesgar su reino. Los tres reyes magos, siguieron la estrella del Oriente hasta que ella se detuvo sobre el lugar donde había nacido el niño Jesús. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino. Y así ocurrió la venida del Salvador del mundo, nacido en medio de muchos enemigos y muy pocos amigos, y así nos encontramos ahora en nuestro tiempo. Pues el mayor enemigo de Dios es el pecado que cometemos con tanta tranquilidad, este pecado lo crucificó y le sigue crucificando. Dios en su bondad quiere hacernos partícipes de su Reino, desea entrar a nuestro corazón para que le conozcamos y vivamos para Él. El mensaje del Salvador para todos nosotros es que nos arrepintamos, esto es, que dejemos el pecado atrás. No importa que tan pequeño nos parezca que sea, pues grande o pequeño es enemigo de Dios. Con su venida en medio de la pobreza y la distancia de los honores del mundo, Dios ha venido a enseñarnos un camino de humildad que solo podemos recorrer imitándole, o sea alejándonos del mundo y sus placeres, distanciándonos de todo los que nos impide tener una unión perfecta con Él. Jesús, Dios hecho hombre, vino a sufrir en su propia carne por causa de los deleites que nosotros tanto buscamos en la carne. El pagó por nuestros pecados pero espera que todos reconozcamos la gravedad de este veneno que destruye el alma, para que así alejados del pecado podamos disfrutar de su Presencia. Oración. Señor Jesús, te adoramos porque tu eres Dios. Te pedimos perdón porque nuestra vida ha sido primero para nosotros y para nuestros deleites y tú has estado tan lejos. Señor rescátanos de nuestra oscuridad, brilla la luz de la Sabiduría en nuestras almas para que solamente vivamos para ti.
Epifanía del SeñorHabla el Señor:258 Presentando los regalos 07-Jan-96 Jesús: Regocíjate hijo mío; ven a darle homenaje a tu rey, este niñito en los brazos de su madre María. Ven junto con los reyes magos que vinieron a adorar a su rey, presentando los regalos de incienso, mirra y oro. Trae el oro de tu adoración, el incienso de tu oración y la mirra de tu sufrimiento y aceptación de la voluntad de Dios. Ven a contemplar la debilidad de este niñito y su madre, y encuentra el poder de Dios en la fragilidad de mi humanidad. Encuéntrame siempre junto a mi madre, encuéntrala siempre cuidando de mí y de todos los hijos de Dios. Ven hijo mío a adorar a Dios, y a hacer reparación por todos aquellos que me ignoran.
Notas: Epifanía del SeñorAutor: José de Jesús y María Por favor comparte en las redes sociales, tu voto es una gran forma de evangelizar: |