Novena al Espíritu Santo
Apostolado del Trabajo de Dios
Prefacio
La novena
en honor del Espíritu Santo es las mas antigua de todas las novenas
puesto que fue hecha por dirección del mismo Nuestro Señor cuando
envió a los apóstoles de regreso a Jerusalén para que esperaran la
venida del Espíritu Santo en el primer Pentecostés. Es todavía la
única novena prescrita oficialmente por la Iglesia. Dirigida a la
Tercera Persona de la Santísima Trinidad, es una poderosa petición
para la luz y la fortaleza y el amor que tan dolorosamente es
necesitado por cada Cristiano.
Para dar coraje a la devoción al Espíritu Santo, la Iglesia ha
enriquecido esta novena con las siguientes indulgencias:
Los fieles que devotamente asistan a una novena pública en honor del
Espíritu Santo inmediatamente precediendo la Fiesta de Pentecostés
pueden ganar: indulgencia plenaria, si toman parte en por lo menos
cinco de los ejercicios, y si van a la confesión, reciben Sagrada
Comunión y rezan por las intenciones del Santo Padre.
Aquellos que hacen una novena privada en honor al Espíritu Santo, ya
sea antes de Pentecostés o en cualquier época del año, pueden ganar:
una indulgencia de siete años cada vez en cada día de la Novena; un
indulgencia plenaria bajo las condiciones normales al terminar la
Novena; pero si se hace una novena pública, esta indulgencia es
disponible solamente a aquellos que estén legalmente impedidos de
participar en la misma.
Aquellos que quieran hacer la Novena antes del día de la Fiesta de
Pentecostés, deben comenzar el Viernes después de Ascensión o sexta
semana de Cuaresma.
Acto de consagración al Espíritu Santo (recitar diariamente)
De rodillas, ante la gran multitud de testigos celestiales me
ofrezco, alma y cuerpo a Ti, Eterno Espíritu de Dios. Adoro la
brillantez de tu pureza, la absoluta perfección de tu Justicia y el
poder de tu amor.
Tu
eres el Poder y la Luz de mi alma. En Ti yo vivo, me muevo y existo.
Deseo que nunca te ofenda por infidelidad a la gracia y pido con
todo mi corazón me mantengas libre aún del pecado más mínimo en
contra tuya.
Misericordiosamente protege todo pensamiento mío y concede que yo
siempre busque tu luz, y escuche tu voz, y siga tus inspiraciones
llenas de gracia. Me aferro a Ti y te pido por tu compasión que me
protejas en mi debilidad. Sosteniendo los pies traspasados de Jesús
y mirando a sus cinco heridas, confiando en su Preciosa Sangre y
adorando su costado abierto y su corazón herido, yo te imploro
adorable Espíritu ayudante de mi enfermedad, que me mantengas en tu
gracia y que nunca peque en contra tuya.
Dame gracia Oh Espíritu Santo, Espíritu del Padre y del Hijo para
decirte siempre y en todas partes "Habla Señor, tu siervo está
escuchando" Amen.
Oración por los
7 dones del Espíritu Santo (recitar diariamente)
Oh, Señor
Jesucristo, que antes de ascender al cielo prometiste enviar al
Espíritu Santo para completar tu obra en las almas de tus Apóstoles
y discípulos, dígnate concederme el mismo Espíritu Santo para que Él
perfeccione en mi alma el trabajo de tu gracia y tu amor. Concédeme
el Espíritu de Sabiduría para que yo pueda despreciar las cosas
perecederas de este mundo y aspirar sólo las cosas que son eternas,
el Espíritu de Entendimiento para iluminar mi mente con la luz de tu
verdad divina, el Espíritu de Consejo para que pueda siempre escoger
el camino más seguro para agradar a Dios y ganar el Cielo, el
Espíritu de Fortaleza para que pueda llevar mi cruz contigo y vencer
con coraje todos los obstáculos que se opongan a mi salvación, el
Espíritu de Conocimiento para que pueda conocer a Dios y conocerme a
mí mismo y crecer perfectamente en la ciencia de los santos, el
Espíritu de Piedad para que pueda encontrar el servicio a Dios dulce
y amable, y el Espíritu de Temor de Dios para llenarme de reverencia
hacia Dios y que pueda temer de cualquier modo descomplacerlo.
Márcame, amado Señor, con la señal de tus verdaderos discípulos y
anímame en todas las cosas con tu Espíritu.
Amén.
PRIMER DÍA (Viernes)
¡Espíritu Santo! ¡Señor de Luz!
Desde tu clara altura celestial,
¡danos tu puro radiante esplendor!
El Espíritu Santo
Sólo una cosa es importante: la salvación eterna. Por lo tanto, sólo
una cosa hay que temer: el pecado. El pecado es el resultado de la
ignorancia, debilidad e indiferencia. El Espíritu Santo es el
Espíritu de Luz, de Fuerza y de Amor. Con sus siete dones ilumina la
mente, fortalece la voluntad, e inflama el corazón con el amor de
Dios. Para asegurar nuestra salvación deberíamos invocar al Espíritu
Divino diariamente, porque "el Espíritu nos ayuda en nuestra
debilidad. Pues no sabemos cómo rezar como deberíamos; mas el
Espíritu mismo pide por nosotros” (Romanos 8:26).
Oración
Dios todo poderoso y eterno, que has permitido regenerarnos por el
agua y el Espíritu Santo, y nos has dado el perdón de todos los
pecados, permite enviar del cielo sobre nosotros los siete dones de
tu Espíritu, el Espíritu de Sabiduría y de Entendimiento, el
Espíritu de Consejo y de Fortaleza, el Espíritu de Conocimiento y de
Piedad, y llénanos con el Espíritu del Santo Temor de Dios.
Amén.
Padrenuestro y
Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
SEGUNDO DÍA (Sábado)
¡Ven, Padre
de los pobres.
Ven, tesoros que perduran.
¡Ven, Luz de todos los que viven!
El don del Temor de Dios
El don del Santo Temor de Dios nos llena con un respeto soberano
para Dios, y nos hace que no temamos nada excepto ofenderlo por el
pecado. Es un temor que se levanta, no desde el pensamiento del
infierno, sino de sentimientos de reverencia y sumisión filial a
nuestro Padre Celestial. Es el temor que es el principio de
sabiduría, que nos desapega de los placeres mundanos que de alguna
manera podrían separarnos de Dios. "Los que temen al Señor
prepararán sus corazones, y en su vista santificarán sus almas"
(Eclesiástico 2,17).
Oración
¡Ven, Oh bendito Espíritu de Santo Temor, penetra la parte más
íntima de mi corazón, que te ponga, mi Señor y Dios, ante mi rostro
para siempre, ayúdame a evitar todas las cosas que te puedan ofender
y hazme digno de aparecer ante los ojos puros de tu Divina Majestad
en el Cielo, donde Tú vives y reinas en unidad de la siempre Bendita
Trinidad, Dios, mundo sin fin. Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
TERCER DÍA (Domingo)
Tú, de todos los consoladores el mejor,
visitando el pecho turbado,
concede paz refrescante.
El don de Piedad
El don de Piedad engendra en nuestros corazones una afección filial
por Dios como nuestro amorosísimo Padre. Por su amor nos inspira
amor y respeto a personas y cosas consagradas a Él, así como
aquellos que están envestidos con su autoridad, su Santísima Madre y
los Santos, la Iglesia y su cabeza visible, nuestros padres y
superiores, nuestro país y sus gobernantes. Quien está lleno del don
de Piedad no encuentra la práctica de la religión como deber pesado
sino como un servicio deleitante. Donde hay amor no hay labor.
Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de Piedad, posee mi corazón. Enciende allí
dentro tal amor por Dios que yo pueda encontrar satisfacción sólo en
su servicio, y por amor a Él me someta amorosamente a toda legítima
autoridad.
Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
CUARTO DÍA (Lunes)
Tú, eres dulce alivio en la lucha,
refresco placentero en el calor,
solaz en medio de la miseria.
El don de Fortaleza
Por el don de Fortaleza el alma es fortalecida ante el miedo natural
y respaldada hasta el fin en el desempeño del deber. La fortaleza le
imparte a la voluntad un impulso y energía que la mueve a llevar a
cabo sin duda, las tareas más arduas, a enfrentar los peligros, a
estar por encima del respeto humano, y a soportar sin lamento el
lento martirio aún de la tribulación de toda la vida. "El que
persevere hasta el fin, se salvará" (Mateo 24,13).
Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de Fortaleza, levanta mi alma en tiempo de
problema y adversidad, sostiene mis esfuerzos en búsqueda de
santidad, fortalece mi debilidad, dame valor contra todos los
asaltos de mis enemigos, que nunca sea yo vencido y separado de Ti,
Oh mi Dios y mi máximo Bien.
Amén
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
QUINTO DÍA
(Martes)
¡Luz inmortal! ¡Luz Divina!
¡Visita estos corazones tuyos
y llena nuestro más íntimo ser!
El don del Conocimiento
El don del Conocimiento permite al alma evaluar las cosas
creadas, por su verdadero valor con relación a Dios. El conocimiento
desenmascara la pretensión de las creaturas, revela su vacío y
señala sus verdaderos propósitos como instrumentos al servicio de
Dios. Nos muestra el amoroso cuidado de Dios aún en la adversidad, y
nos lleva a glorificarlo en toda circunstancia de la vida. Guiados
por su luz le damos prioridad a las cosas importantes y valoramos la
amistad de Dios por encima de todo. "El conocimiento es una fuente
de vida para Él que lo posee" (Proverbios 16:22).
Oración
Ven, Oh Bendito Espíritu de Conocimiento, y concédeme que pueda
percibir la voluntad del Padre; muéstrame lo vació de las cosas de
la tierra, que pueda darme cuenta de su vanidad y usarlas sólo para
tu gloria y mi propia salvación, mirando más allá de ellas hacia Ti
y tus recompensas eternas.
Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
SEXTO DÍA
(Miércoles)
Si tu alejas tu gracia,
nada puro permanecerá en el hombre,
todo lo bueno en el se volverá inmoral.
El don del Entendimiento
El Entendimiento, como don del Espíritu Santo, nos ayuda a retener
el significado de las verdades de nuestra santa religión. Por la fe
las conocemos, pero por el entendimiento aprendemos a apreciarlas y
a apetecerlas. Nos permite penetrar el significado oculto de las
verdades reveladas y, a través de ellas, despertarnos a una vida
nueva. Nuestra fe deja de ser estéril e inactiva, a cambio nos
inspira un modo de vida que lleva elocuente testimonio de la fe que
hay en nosotros. Comenzamos a "caminar dignos de Dios,
complaciéndolo en todas las cosas y creciendo en Su conocimiento"
(Colosenses 1:10).
Oración
Ven, Oh Espíritu de Entendimiento, ilumina nuestras mentes, para que
podamos conocer y creer en todos los misterios de la salvación, y
podamos merecer al fin ver la luz eterna en Tu Luz, y en la luz de
la gloria tener una clara visión de Ti y del Padre y del Hijo.
Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
SÉPTIMO DÍA (Jueves)
Sana nuestras heridas, renueva nuestra fortaleza.
En nuestra aridez derrama tu rocío.
Lava completamente las manchas de la culpa.
El don de Consejo
El don de Consejo dota al alma de prudencia sobrenatural,
permitiéndole juzgar a tiempo y correctamente lo qué debe hacer,
especialmente en circunstancias difíciles. El Consejo aplica los
principios dados por el Conocimiento y el Entendimiento a los
innumerables casos concretos que confrontamos en el curso de
nuestros deberes diarios como padres, maestros, servidores públicos
y ciudadanos cristianos. El Consejo es sentido común sobrenatural,
un tesoro invalorable en la búsqueda de la salvación. "Y por encima
de todas las cosas, suplica al Altísimo para que dirija tu camino en
la verdad" (Eclesiástico 37,15).
Oración
Ven, Oh Espíritu de Consejo, ayúdame y guíame en todos mis caminos
para que siempre haga tu Santa Voluntad. Inclina mi corazón hacia
todo lo que es bueno, apártalo de todo lo que es malo y dirígeme por
el camino recto de tus Mandamientos a la meta de la vida eterna que
yo anhelo.
Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
OCTAVO DÍA (Viernes)
Dobla el corazón y la voluntad obstinada,
funde lo que está congelado, calienta lo frío.
Guía los pasos que se desvían!
El don de Sabiduría
Abarcando a todos los otros dones, como la caridad abraza a todas
las otras virtudes, la Sabiduría es el más perfecto de los dones. De
la Sabiduría está escrito: "todo lo bueno vino a mí con Ella, y
riquezas innumerables a través de sus manos”. Es el don de la
Sabiduría el que fortalece nuestra fe, fortifica la esperanza,
perfecciona la caridad y promueve la práctica de la virtud en el más
alto grado. La Sabiduría ilumina la mente para discernir y saborear
las cosas divinas, ante las cuales los gozos de la tierra pierden su
sabor, mientras la Cruz de Cristo da una dulzura divina de acuerdo a
las palabras del Salvador: "Toma tu cruz y sígueme, porque mi yugo
es dulce y mi carga ligera" (Mateo 11:29-30).
Oración
Ven, Oh Espíritu de Sabiduría y revela a mi alma los misterios de
las cosas celestiales, su extrema grandeza, poder y belleza.
Enséñame a amarlas sobre todo y por encima de todos los gozos
pasajeros y satisfacciones de la tierra. Ayúdame a obtenerla y
poseerlas para siempre.
Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
NOVENO DÍA
(Sábado)
Sobre aquellos que por siempre te confiesan y te adoran,
en tus siete dones, desciende;
Dales consuelo cuando mueran;
Dales vida Contigo en las alturas.
Dales gozos que no tienen fin. Amén.
Los frutos del Espíritu Santo
Los dones del Espíritu Santo perfeccionan las virtudes
sobrenaturales permitiéndonos practicarlas con mayor docilidad a la
divina inspiración. A medida que crecemos en el conocimiento y el
amor de Dios bajo la dirección del Espíritu Santo, nuestro servicio
se vuelve más sincero y generoso, la práctica de las virtudes más
perfecta. Tales actos de virtud dejan el corazón lleno de gozo y
consolación y son conocidos como frutos del Espíritu Santo. Estos
frutos a su vez hacen la práctica de las virtudes más atractiva y se
vuelven un poderoso incentivo para aún mas grandes esfuerzos en el
servicio de Dios, para servir a Quien ha de reinar.
Oración
Ven, Oh Espíritu Divino, llena mi corazón con tus frutos
celestiales: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre y templanza, para que yo nunca esté cansado en el
servicio de Dios, sino que por continua y fiel sumisión a tu
inspiración, merezca estar eternamente unido Contigo en el amor del
Padre y del Hijo.
Amén.
Padrenuestro y Avemaría, UNA VEZ. Gloria, SIETE VECES
* * *
Deberíamos de rezar
e invocar el Espíritu Santo para cada uno de nosotros, porque cada
uno de nosotros necesita Su protección y ayuda. Entre mas sea un
hombre deficiente en sabiduría, débil en fortaleza, agotado en sus
problemas, propenso al pecado, mas debería lanzarse a Él Quien nunca
deja de ser fuente de Luz, Fortaleza, Consolación y Santidad.
Papa León XIII
Oraciones al Espíritu Santo

El trabajo de Dios
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