Espíritu Santo -
Milagros - Poder de lo AltoVolviéndose instrumentos del Espíritu SantoPara poder asistir al Espíritu de Dios y meritar volvernos sus instrumentos, tenemos que ser discípulos de Jesús. Esto exige negarse a si mismo, aceptar la Santa voluntad de Dios y practicar la Imitación de Cristo. Tenemos que disminuirnos humildemente para que el Señor pueda crecer en nosotros [Juan 3:30], tenemos que aquietarnos interiormente para que podamos escuchar la voz del Espíritu, tenemos que olvidarnos de nosotros para poder pensar en Dios en todo momento y tenemos que dejar el mundo atrás para poder encontrar el Reino de los cielos aquí en la tierra, exactamente en nuestros corazones.Cuando permitimos que el Espíritu de Dios nos posea, ya no es importante que hablemos mas de nosotros; tan solo queremos hablar de Dios. Tenemos pues que rechazar todo el crédito que se nos da por nuestras buenas obras, de otra manera seremos pagados aquí y no en el cielo [Mateo 6:2], tenemos que dejar de preocuparnos acerca de las cosas de este mundo y comenzar a vivir las cosas espirituales que Jesús no está enseñando en Sus Evangelios. La persona espiritual ha vencido el mundo, el demonio y la carne. Los Sacramentos de Reconciliación y Sagrada Comunión deben ser recibidos frecuentemente para que la persona permanezca en estado de gracia. Dios no le escucha a pecadores [Juan 9:31], así que, ¿como pretenderemos interceder por otros cuando nosotros mismos necesitamos mas oraciones que ellos? Para volvernos instrumentos del Espíritu Santo, tenemos que volvernos santos, tenemos que escuchar el mandato de Dios de ser santos [Levítico 11:45]. Tenemos que limpiar los recipientes del Agua Viva que nos salva, tenemos que arder con las llamas puras del fuego del Amor. Tenemos que tener una conciencia pura, un corazón puro, una intención pura para todo el mundo. Tenemos que vivir no para nosotros sino para Cristo, tenemos que contarlo todo como basura para poder poseer a Cristo [Filipenses 3:8]. Así que para meritar este gran regalo del Espíritu Santo, tenemos que venir a un estado en el que podamos decir como San Pablo, "No soy mas yo quien vive, sino Cristo quien vive en mí. [Gálatas 2:20]. Autor: José de Jesús y María ©
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