Año A- Tercer Domingo de Pascua
24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Los discípulos de Emaus estaban comentando sobre su encuentro con Jesús, de como sus corazones ardieron cuando le escuchaban relatar las Sagradas Escrituras y como ellos le habían reconocido en la partición del pan.Cada vez que escuchamos la Palabra de Dios, o cuando atendemos la Santa Misa, tenemos un encuentro con Jesús, quien es la Palabra de Dios. Normalmente no le damos mucha importancia o simplemente leemos o escuchamos palabras sin meditar profundamente para entrar en lo que el Señor está tratando de decirnos. Talvez porque hemos escuchados las mismas palabras anteriormente. No paramos a reflexionar en el sentido sobrenatural de las palabras de Jesús, quien nos da la comida para nuestras almas. Talvez estamos muy ocupados para darle honor a Aquel que tiene el poder de cambiar nuestras vidas. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, estamos escuchando la misma Palabra que dijo "hágase la luz", y la luz fue hecha. Estamos escuchándole a Aquel quien tiene el poder de crear, moldear, sostener, amar y proteger. Jesús se apareció de nuevo a los discípulos y a los apóstoles, ellos estaban muy sorprendidos de ver a alguien que había muerto, y que ahora estaba vivo, ellos no estaban seguros si El era real o tan solo una visión, por esto es que Jesús les mostró las manos y los pies que habían sido perforados, El les invitó a que le tocaran, creyeran en El y verdaderamente les confirmó que El era muy real al pedirles algo para comer. La razón por la cual ellos no le reconocieron y dudaron, es porque Jesús se les apareció en su cuerpo glorificado, y aunque era El, ellos no le habían puesto suficiente atención a las escrituras que hablaban de sus sufrimientos y muerte y de que el resucitaría de los muertos. Jesús regresó para confirmar todo eso y para reasegurarles de que El estaba aún con ellos. Dios es Espíritu, Jesús está todavía presente con nosotros en su Santa Palabra y también sacramentalmente. El nos invita a ponderar su palabra y a venir a El, a tocarle, a creer en El y a poner toda nuestra confianza en El, aunque nosotros solo le podemos ver a través de los ojos de nuestra fe. El le dijo a los discípulos y a los apóstoles que el arrepentimiento y el perdón de los pecados deberían de ser predicados en su nombre a todas las naciones, empezando por Jerusalén. Cuando escuchamos la Palabra de Dios y entendemos su urgencia, El Espíritu Santo inflama nuestros corazones con deseo ardiente de trasmitir nuestra fe. Hay algunos quienes todavía no le dan suficiente crédito a la Palabra de Dios, otros aman la Palabra de Dios pero no pueden reconocerle en la partición del pan. Jesús está verdaderamente presente en la partición del pan, cuando el sacerdote ungido dice las palabras de la consagración y parte el pan en el altar. Que tan afortunados somos, Dios está con nosotros, Emmanuel. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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