Año A- 11o Domingo en tiempo ordinario
36 Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor.
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Cuando Yo vi las multitudes, sentí compasión por ellas, en verdad eran como ovejas sin pastor. Yo vine a ser el Buen Pastor, aquel que sana, guía y protege el rebaño.Por esta razón yo delegué mi autoridad a mis discípulos y apóstoles, para que ellos pudieran a su vez volverse pastores de mi gente. Yo les di poderes nunca antes vistos en los hombres, para que hicieran más efectivo su testimonio a mis palabras. Yo continúo mi trabajo a través de mi Iglesia, aunque todavía me siento triste y lleno de compasión por mis hijos que se extravían y rehúsan escucharme a través de los que Yo he comisionado. La cosecha es rica, pero los trabajadores son pocos. Grandes recompensas tengo preparadas para los que me siguen, y aun mas grandes todavía para aquellos que trabajan incansablemente para la propagación de mi Reino. Mi gente perece por falta de conocimiento de Dios. La Sabiduría ya no es bienvenida puesto que el mundo tiene tanto que ofrecer. Los hombres se han vuelto muy ambiciosos por cosas desechables que no duran. Lo que es bueno lo llaman malo y lo que es malo lo llaman bueno. Ah, si tan solo pusieran atención a mis palabras, si se renunciaran a si mismos y aceptaran mi cruz, me podrían seguir a la vida eterna que Yo ofrezco. Yo no le estoy pidiendo a nadie que deje de trabajar, puesto que el trabajo es para una buena causa. No le estoy pidiendo a nadie que renuncie todas sus posesiones materiales para seguirme. Lo que pido es que renuncien a la avaricia, que compartan con los pobres, que sean justos, que sean misericordiosos y que amen a Dios por encima de todo lo demás. Yo dije, denle a Cesar lo que le pertenece a Cesar, pero denle a Dios lo que le pertenece a Dios. A Dios todo el Reino, el poder, el honor y la Gloria, a Él toda la reverencia y alabanza. Lo que Yo veo es la exaltación de las cosas materiales al costo de la vida del espíritu. Recuerden cada uno, ustedes son templos del Espíritu de Dios, no son solo carne y hueso, son hijos del Altísimo. Ustedes son llamados a aceptar el llamado del Padre Celestial que quiere a sus hijos cerca de Él. Aquellos que rechazan el llamado de Dios están destinados a la perdición. Sus pecados no tendrán perdón porque han rechazado al Espíritu Santo. Yo estoy llamándoles a todos, una y otra vez; nunca me canso de tocar a la puerta de sus corazones rogándoles por un momento de reflexión. Nunca es tarde para que se arrepientan y cambien porque Yo soy paciente hasta el final; pero les aconsejo que se mantengan listos para mi venida, puesto que Yo no tengo que avisar cuando vengo. Yo tengo todo el tiempo del mundo, pero ustedes no. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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