Año A- 14o Domingo en tiempo ordinario
25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños.
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Mi sabiduría no es para ser desperdiciada en las mentes de los orgullosos. Es muy delicada, y sin embargo es un poderoso regalo que le doy a los humildes, sí, a los pequeñitos de mi reino.Quien puede ser pequeño sino el hombre sabio que sigue las palabras de Juan el Bautista, “Yo tengo que disminuir para que el Señor pueda aumentar.“ (Juan 3:30) ¿Y como puedes disminuir a menos que te desocupes de tu amor propio y de tu egoísmo? Yo estoy aquí para enseñarte hijo mío. Lo que verdaderamente importa no es lo que tu piensas de ti mismo, sino lo que Yo pienso de ti. Tu opinión personal esta llena de orgullo y arrogancia, porque tu siempre te consideras superior a otros. En la vida espiritual, nadie debe reclamar crédito por nada. Si tu realmente te entregas a mí, ya no serás tu, actuando y trabajando en mi reino, seré yo mismo, actuando a través de ti, dirigiendo tu vida y tu trabajo para la gloria de Dios. Por eso tu serás privado de tu crédito puesto que todo crédito tiene que ser dado al que te está guiando. Sin embargo esta es la parte que te hace humilde y pequeño, cuando tu puedes darle todo el poder, el honor y la gloria al Señor tu Dios y cuando te privas a ti mismo del honor y las recompensas materiales aquí, para empezar a hacer tu tesoro en el cielo. Para poder llegar a conocerme, primero tienes que conocerte a ti mismo. Tienes que entender que eres un pecador y dependes totalmente de mi misericordia y mi gracia. Tienes que descender a tu nadaísmo para poder percibir las alturas de mi ser. Tienes que ver claramente tu propia oscuridad para poder llegar a ver mi luz. Tienes que volverte nada para que Yo pueda hacer algo de ti, porque cuando tu piensas que eres algo, Yo pienso que no eres nada. La vida espiritual es como cuando estas subiendo por una escalera, entre mas alto estás, mas peligrosa es tu caída, y a menos que permanezcas humilde y me dejes ayudarte a ascender, permanecerás siempre abajo. Ven a mí, aceptando que estás cargado pesadamente, de esta manera Yo puedo ayudarte y darte descanso. No tengas demasiada confianza en ti mismo; escoge trabajar para tu salvación con miedo y temblor como te aconseja San Pablo. (Filipenses 2:12) La salvación no es algo que tu puedes hacer por ti mismo, es mi trabajo para ti. Así que ven humildemente ante mí tu Señor y Salvador, déjame trabajar en tu vida, déjame llevarte de la mano y guiarte, déjame ser tu compañía, hasta que te encuentres a ti mismo en mi presencia eterna. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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