Año A- 27o Domingo en tiempo ordinario
33 Escuchad otra parábola. Era un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Para explicar el reino de los cielos Yo he hablado en diferentes parábolas, esta habla de inversiones y ganancias.No hay acción sin reacción, tal como no hay trabajo sin recompensa. ¿Si los hombres tienen derecho de trabajar y obtener su salario, de invertir y recibir sus ganancias, no es entonces apropiado que Dios tenga los mismos derechos y aun más altos? Yo soy la palabra de Dios que cuando es plantada como semilla en el corazón del hombre está destinada a producir su fruto y a traer gloria a mi reino celestial. Es por la acción del enemigo, por las atracciones del mundo, los placeres, las preocupaciones, el entretenimiento y todas las disipaciones de la vida terrenal que mi palabra no recibe la oportunidad. En efecto, es despreciada, rechazada y finalmente destruida de la misma manera que Yo fui personalmente rechazado y puesto a muerte en la cruz. El pueblo Judío había esperado miles de años para la venida del Mesías, estaban esperando su liberador, pero se enredaron en sus ritos y así estuvieron ciegos a mi venida. Yo vine humildemente como uno de ellos, vine a traer luz para disipar su oscuridad, pero ellos me rechazaron y me llevaron a la muerte. ¡Me fallaron al no producir los frutos que mi palabra estaba supuesta a recibir de ellos, ellos me fallaron! Ellos eran los escogidos, pero probaron ser indignos de mis regalos. Por eso mi reino ha sido dado ahora a todos los que escuchan mi palabra y la ponen en práctica, no importa su descendencia. Yo he venido a perdonar a los pecadores y a darle a cada uno la oportunidad de ser salvado. En el día del juicio, cada uno tendrá que dar cuenta de sus talentos. En la maravillosa creación de Dios, el hombre ha sido colmado de muchos regalos y talentos; el mas grande de todos es mi palabra, que sirve para elevarle a las alturas espirituales de la salvación. Bendito es el hombre que escucha mis palabras y las pone en práctica, él produce los frutos que yo espero. Mi palabra se vuelve una maldición para aquellos que la rechazan porque Yo soy la palabra, y ellos están rechazando a Dios mismo. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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