Año B- 19° Domingo en tiempo ordinario
41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo.
Inspiración del Espíritu Santo - Desde el Sagrado Corazón de Jesús.Es una gran dificultad para la humanidad el creer en alguien que reclama ser enviado del Dios Todopoderoso, por esta razón todos los profetas cayeron en las manos de sus enemigos, pocos dieron bienvenida a sus enseñanzas y lograron recibir el regalo que Dios les había enviado.En el caso mío, Yo nací de la Virgen María en una concepción no hecha con semilla humana sino por la directa intervención del Espíritu Santo, mi madre fue escogida para participar de este evento supernatural anunciado por los profetas, debido a su pureza única y al privilegio de haber nacido exenta del pecado original. Mi existencia humana fue parte de mi existencia eterna que como Dios comparto en mi Padre y El Espíritu Santo quien está en nosotros, mi misión en la tierra fue la de enseñar, perdonar y redimir esta humanidad que rebeldemente había rechazado los regalos de Dios manifestados a través de los profetas. Yo traje perfección y cumplimiento a las enseñanzas ellos puesto que Yo soy la misma Palabra de Dios. Por voluntad de mi Padre, asumí la naturaleza humana humillándome a la bajeza de la carne para poder de esta manera pagar por los pecados cometidos por toda la raza humana. La única manera de realizar la redención era ofreciéndome en sacrificio al Padre por todos los pecados. Para esto, todos tendrían que seguir mis enseñanzas, puesto que Yo no iba a estar en la tierra permanentemente. Yo he venido a invitarles a subir a mi Reino Celestial, proporcionando los medios a través de mi cuerpo místico, la Iglesia. Carne y sangre no pueden entrar al cielo, el cuerpo tiene que morir como consecuencia del pecado, esto se estableció en el Paraíso después del pecado original. Yo vine del Cielo y aunque podía haber ascendido en mi cuerpo físico ya que no había pecado en mi, preferí sacrificar mi naturaleza humana, vertiendo mi sangre en la cruz para satisfacer la justicia divina y abrir el camino al cielo. Con mi muerte y mi resurrección yo liberé la humanidad de la muerte y les aseguré la resurrección, vencí a Satanás, el tentador que lleva a la muerte y establecí la nueva creación de los hijos de Dios, en la cual todos deben de comer de mi carne y beber de mi sangre para ser purificados del pecado y merecer la vida eterna. Por esto dije que el pan que Yo iba a darles sería mi propia carne que les daría vida, Yo aseguré: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del Cielo”, así que aquel que coma de mi cuerpo y beba de mi sangre puede tener vida eterna. El que sea bautizado y crea se salvará, el que me rechaza está rechazando su propia salvación. El que rechaza al sacerdote ungido por mis apóstoles está rechazándome a mí y despreciando el pan vivo que Yo le ofrezco a través de él. Autor: José de Jesus y María Lista de
Homilias - Evangelios Catolicos
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