Maria Simma - Sobre las Almas del Purgatorio
María Simma fue una simple mujer austriaca que tuvo la gracia
de recibir revelaciones sobre las Benditas Almas del Purgatorio. Este libro
condensa una entrevista que le realizara Sor Emanuel. Referencia Biblica de la
existencia del Purgatorio: 2 Macabeos, cap 12, vers 46: "Es, pues, un
pensamiento santo y saludable el rezar por los difuntos, a fin de que sean
libres de las penas de sus pecados".
Maravillosas revelaciones recibidas por una humilde mujer sobre las Benditas
almas del purgatorio:
María Simma era una anciana mujer que vivió hasta el diá de San José del año
2004 en las montañas austríacas. Desde temprana edad ella recibió de Dios el don
de recibir la presencia sobrenatural de las almas del Purgatorio, que acuden a
ella en busca de oración y ayuda para acortar su tiempo de expiación. Sor
Emanuel, muy reconocida por aquellos que conocen la aparición de María en
Medjugorje, tuvo la oportunidad de realizarle un reportaje en su humilde casa en
la montaña, el cual fue documentado en un hermoso libro.
Extractamos aquí algunas partes importantes de este libro titulado "El
maravilloso secreto de las Almas del Purgatorio - Sor Emanuel y María Simma" (prácticamente
la totalidad del libro está reflejada en nuestro artículo).
María Simma tuvo desde niña un especial interés por las almas del Purgatorio, y
fue esa la misión que Dios le dio para esta vida cuando tuvo la edad de 25 años.
Adecuadamente asistida por su confesor y director espiritual, y bajo el cercano
seguimiento del Obispo del lugar, María vive una vida donde la Presencia
sobrenatural se vuelve cotidiana. Las almas se presentan a ella buscando ayuda,
y también dando testimonio de sus sufrimientos, su vida en la tierra y su deseo
profundo de llegar cuanto antes a estar en la Presencia de Dios en forma
definitiva.
Los conocimientos que las almas del Purgatorio le refieren son una hermosa y
fuerte confirmación de toda la Doctrina sobre la que se funda la Iglesia
Católica, y una invitación a todos nosotros a vivir una activa y sincera
práctica de los sacramentos. Pero, por sobre todo, María Simma nos invita a una
práctica cotidiana del amor como la puerta más importante para la salvación de
nuestra alma. El amor cura y cubre muchos de nuestros pecados, a la hora de
nuestro juicio particular.
(Los comentarios y las preguntas son realizadas por Sor Emanuel)
Sor Emanuel: Henos aquí, María, ¿puedes contarnos ahora cómo fuiste visitada, la
primera vez, por un alma del Purgatorio?
María Simma: Sí, fue en el año 1940, de noche, a las 3 o 4 de la madrugada. Oí a
alguno que iba y venía en mi cuarto. Esto me despertó. Miré para ver quien
pudiese haber entrado en mi cuarto.
-¿ Tuviste miedo?
- No, yo no soy nada miedosa. Cuando yo era pequeña, mi madre me decía que era
una niña del todo especial, porque nunca tenía miedo.
-¿ Y entonces, esa noche? ¡Cuéntanos!
- Oh, vi que era un extraño. Iba y venía lentamente. Le pregunté con tono
severo: "¿Cómo has entrado aquí?, ¿qué has perdido?". Pero él continuaba a
caminar en mi cuarto, de aquí para allá, como si nada fuese. Entonces le volví a
preguntar: "¿Qué haces?". Y puesto que continuaba a no querer responderme, me
levanté de un salto para aferrarlo, pero no toqué mas que el aire, y el hombre
había desaparecido... Entonces regresé a la cama, y de nuevo comencé a sentir
que iba y venía. Me preguntaba por qué veía allí a ese hombre, y por qué no
podía aferrarlo. Me levanté de nuevo para asirlo y para hacer que desistiese de
caminar. Nuevamente me topé con la nada. Quedé perpleja. Volví a acostarme. No
volvió otra vez, pero aquella noche no conseguí adormecerme. Al día siguiente,
después de misa, fui a ver a mi director espiritual y le conté lo sucedido. El
me dijo "Si todo eso recomienza, no preguntes: "¿Quien eres?, sino, ¿“Qué
quieres de mí?".
La noche siguiente el hombre regresó. Era el mismo, y yo le pregunté: "¿Qué
quieres de mí?". Me respondió: "Haz celebrar tres misas por mí y yo seré
liberado". Entonces comprendí que era un alma del Purgatorio. Mi padre
espiritual me lo confirmó. Me aconsejó de no rechazar jamás a las almas del
Purgatorio, y de acoger con generosidad sus pedidos.
- Y después, ¿continuaron las visitas?
- Sí, durante algunos años venían tres o cuatro almas solamente, sobre todo en
el mes de noviembre. Luego no vinieron más.
- ¿Y qué te piden estas almas?
- Muchas veces piden de hacer celebrar misas y de asistir a esas misas; piden de
recitar Rosarios, y también de hacer el Vía Crucis.
- A este punto se nos plantea una pregunta, que es fundamental: ¿Qué es
exactamente el Purgatorio?
- Diría que es una invención genial por parte de Dios. Y aquí quisiera
proponerles una imagen toda mía. Supongan que un día se abre una puerta y
aparece un ser extraordinariamente bello, de una belleza tal, nunca vista sobre
la tierra. Aquí quedan fascinados, trastornados por este SER de luz y de
belleza, tanto más que él demuestra estar locamente enamorado de ustedes (lo que
nunca se hubiesen imaginado); se dan cuenta que también él tiene un gran deseo
de atraerlos a sí, de abrazarlos; y el fuego del amor que quema ya en sus
corazones los empuja seguramente a precipitarse entre sus brazos. Pero ustedes,
se dan cuenta, en ese preciso instante, de que hace meses que no se lavan, que
huelen mal, que se sienten horriblemente feos; tienen la nariz que chorrea, los
cabellos grasosos y pegoteados, horribles manchas de suciedad sobre la ropa,
etc., etc.Entonces se dicen a sí mismos: "¡No, no es posible que yo me presente
en este estado!. Es preciso que antes me lave, me duche, y luego, rápidamente,
regrese a verlo…". Pero he aquí que el amor nacido en sus corazones es tan
intenso, tan fuerte, tan abrasador, que este atraso debido a la ducha es
absolutamente insoportable. Y el dolor mismo de la ausencia, aunque dure sólo
pocos minutos, causa un ardor atroz en el corazón. Y, ciertamente, este ardor es
proporcional a la intensidad de la revelación del amor: es una Llama de amor...
Pues bien, el Purgatorio es exactamente esto. Es un atraso impuesto por nuestra
impureza, un atraso antes del abrazo de Dios, una Llama de amor que hace sufrir
terriblemente; una espera, o si quieren, una nostalgia, del Amor. Es
precisamente esta Llama, esta ardorosa nostalgia la que nos purifica de todo lo
que aún es impuro en nosotros. Me atrevería a decir que el Purgatorio es un
lugar de deseo, del deseo loco de Dios, de Dios que ya ha sido reconocido y
visto, pero al cual el alma todavía no se ha unido.
Las almas del Purgatorio hablan con frecuencia con María sobre ese gran deseo,
de esa sed que tienen de Dios, y cómo ese deseo es para ellas profundamente
doloroso; es, sin duda, una verdadera agonía. En la práctica el Purgatorio es
una gran crisis, una crisis que nace de la falta de Dios.
Sobre esto he querido que María nos precisara un punto fundamental:
- María, ¿las almas del Purgatorio prueban alegría y esperanza en medio de sus
sufrimientos?
- Sí, ningún alma quisiera volver del Purgatorio a la tierra, porque ellas ya
tienen un conocimiento de Dios infinitamente superior al nuestro, y no podrían
nunca más decidirse a regresar a las tinieblas de este mundo. He aquí, entonces,
la gran diferencia entre los sufrimientos del Purgatorio y los de la tierra: en
el Purgatorio, aunque sea terrible el dolor del alma, la certeza que se tiene de
vivir con Dios es tan fuerte e indestructible que el gozo de esta certeza supera
aun el dolor; y por nada del mundo esas almas quisieran volver a vivir sobre la
tierra donde, al fin de cuentas, nunca se tiene seguridad de nada.
- María, ¿ahora podrías decirnos si es Dios quien envía un alma al Purgatorio, o
si, en cambio, es el alma misma quien decide de ir allí?
- Es el alma misma quien quiere ir al Purgatorio para purificarse, antes de
entrar en el Paraíso. Pero aquí es preciso decir también que el alma, cuando
está en el Purgatorio, adhiere perfectamente a la voluntad de Dios;por ejemplo,
se complace del bien y desea nuestro bien; experimenta tanto amor por Dios, y
también por quienes aún estamos en la tierra. Estas almas están perfectamente
unidas al Espíritu de Dios o, si quieren, a la Luz de Dios.
- María, ¿en el momento de la muerte, se ve a Dios en plena luz, o en manera
confusa?
- En manera aún confusa; con todo, hay una claridad tal, que basta, ciertamente,
para tener nostalgia.
¡Es verdad!. Es una luz resplandeciente, en relación a las tinieblas de la
tierra; pero todavía es nada con respecto a la Luz que el alma conocerá en el
Cielo. Del resto, a tal propósito, podemos hacer una confrontación con las
experiencias de las que se habla en el libro "La vida más allá de la vida":
muchísimas de esas personas que, de un estado de pre-muerte (por coma, paro
cardíaco, etc.), han entrevisto algo del más allá, quedaron tan fascinadas de
esa luz, que para ellas ha sido una verdadera agonía retornar a la común
existencia sobre la tierra, después de aquella experiencia.
- María, ¿puedes decirme cuál es el papel de la Virgen con respecto a las almas
del Purgatorio?
- Sí, viene frecuentemente para consolarlas y decirles que han hecho bien tantas
cosas, y les da coraje.
- ¿Hay días especiales en los cuales ella las libera?
- Si, sobre todo el día de Navidad, el día de Todos los Santos, el Viernes
Santo; las libera también el día de su Asunción y en el de la Ascensión de
Jesús.
- Pero, María, ¿por qué se va alPurgatorio? ¿Cuáles son los pecados que conducen
con frecuencia a las almas al Purgatorio?
- Son los pecados contra la caridad, contra el amor hacia el prójimo, la dureza
del corazón, la hostilidad, la calumnia; sí, todas estas cosas. Sé que la
maldición y la calumnia se cuentan entre las culpas más graves que necesitan una
larga purificación.
Otros pecados contra la caridad son, por cierto, todos nuestros repudios hacia
algunas personas que no amamos, nuestro rechazo en hacer las paces, en perdonar,
y todos los rencores que encerramos en el corazón. Al respecto María nos reveló
un testimonio que nos hace reflexionar. Es la historia de una persona que ella
conocía muy bien. Esta persona había muerto. Era una mujer y se encontraba en el
Purgatorio, padeciendo sufrimientos atroces. Y cuando esa alma visitó a María,
ella le preguntó el porqué; y el porqué era que ella tenía una amiga, sí, una
amiga con la cual surgió una enemistad muy grande; y esa enemistad había sido
causada por ella misma y, a pesar de todo, había conservado su rencor por años y
años; y cuando su amiga, en varias circunstancias, había venido a pedirle de
hacer las paces, de reconciliarse, ella la rechazaba; y cuando cayó gravemente
enferma, había continuado a tener cerrado su corazón, a rechazar la paz que se
le proponía; y hasta en el lecho de muerte, aquella amiga había venido a
suplicarle de hacer las paces; pero aún en su lecho de muerte ella había
rechazado reconciliarse. Por ese motivo se encontraba aún en un purgatorio muy
doloroso, y por eso había venido a pedir ayuda a María.
Este testimonio sobre la gravedad de conservar el rencor es muy significativo.
Por lo que se refiere a las palabras, nunca se dirá bastante acerca de cómo una
palabra de crítica, una palabra malévola pueda realmente matar, y también cómo
una buena palabra pueda curar.
- Entonces, María, ¿puedes decirnos quienes son los que tienen mayores
posibilidades de ir directamente al Paraíso?
- Son aquellos que tienen un corazón bueno, un corazón bueno hacia todos. La
caridad cubre una multitud de pecados.
Sí, es San Pablo quien nos lo dice.
- Y ¿cuáles son los medios que podemos emplear sobre la tierra para evitar el
Purgatorio e ir derecho al Paraíso?
- Debemos hacer mucho por las almas del Purgatorio, porque son ellas quienes, a
su vez, nos ayudan. Hay que tener mucha humildad: ésta es el arma más grande
contra el Maligno. La humildad elimina el mal.
A este punto no resisto al deseo de referir un bellísimo testimonio del Padre
Berlioux (que ha escrito un hermoso libro sobre las almas del Purgatorio), con
relación a la ayuda ofrecida por estas almas a aquellos que las ayudan con
oraciones y sufragios:
"Se cuenta que una persona muy amiga de las almas del Purgatorio había
consagrado toda su vida a sufragar por ellas. Habiendo llegado la hora de su
muerte, fue asaltada con furor por el demonio que la veía a punto de
escapársele. Parecía que el abismo entero, confederado contra ella, la rodease
con sus cohortes infernales. La moribunda luchaba desde hacía tiempo entre los
esfuerzos más penosos, cuando todo de un golpe vio entrar en su casa una
multitud de personajes desconocidos, pero resplandecientes de belleza, que
pusieron en fuga al demonio y, acercándose a su lecho, le dirigieron palabras de
aliento y de consolación totalmente celestiales. Emitiendo entonces un profundo
suspiro, y llena de alegría, gritó: ¿quiénes son ustedes? ¿quiénes son los que
me hacen tanto bien?. Aquellos buenos visitantes respondieron: "Nosotros somos
habitantes del Cielo, que tu ayuda ha encaminado a la felicidad, y, como
reconocimiento, venimos a ayudarte para que cruces el umbral de la eternidad y
te libres de este lugar de angustia y te introduzcas en las alegrías de la
Ciudad Santa".
Con estas palabras una sonrisa iluminó el rostro de la moribunda. Sus ojos se
cerraron y ella se durmió en la paz del Señor. Su alma, pura como una paloma,
presentándose al Señor de los Señores, encontró tantos protectores y abogados
entre las almas que ella había liberado; y reconocida digna de la gloria, entró
allí triunfalmente, en medio de los aplausos y las bendiciones de quienes había
liberado del Purgatorio".
¡Ojalá que también nosotros, un día, podamos tener la misma suerte!. Entonces
hay que decir que las almas, sí, las almas liberadas por nuestra plegaria, son
sumamente agradecidas. Les aconsejo, pues, que hagan la experiencia; las almas
nos ayudan, conocen nuestras necesidades y nos obtienen muchas gracias.
- Entonces María, ahora pienso en el buen ladrón, en aquel que estaba
crucificado junto a Jesús, y me gustaría saber que hizo para que Jesús le
prometiese que, ese mismo día, estaría con él en el Paraíso.
- El aceptó humildemente su sufrimiento diciendo que era algo justo. Alentó al
otro ladrón a aceptar también él su condición. El tenía el temor de Dios, es
decir, era humilde.
Otro hermoso ejemplo, que nos contara María Simma, demuestra cómo un gesto de
bondad puede rescatar, en poquísimo tiempo, una vida de pecado. Escuchémoslo
narrado con sus mismas palabras:
"Conocía a un joven de unos veinte años. Vivía en un pueblo vecino al mío. Este
pueblo había sido duramente golpeado y destruido por una serie de aludes que
mataron un gran número de habitantes. Era en el ano 1954. Una noche ese joven se
hallaba en la casa de sus padres. Imprevistamente un terrible alud se abate
precipitando cerca de su casa. El oye gritos desgarradores, gritos lastimeros
que invocan: "¡Ayúdennos! ¡Sálvennos! ¡Vengan a socorrernos!... ¡Somos
arrollados por los aludes!... ". De inmediato el joven se levantó y se precipitó
para socorrer a esas personas. Pero su madre, que había oído los gritos, le
impidió pasar, cerró la puerta y dijo: "¡No, otros deben socorrerlos, nosotros
no!. Afuera es demasiado peligroso. No quiero que haya un muerto más": Pero él,
puesto que había sido impactado por esos gritos y quería verdaderamente socorrer
a esa gente, empuja a su madre y dice: "¡Sí, yo voy! ¡No quiero dejarlos morir
así!': y salió. Pero también él, a lo largo del trayecto, fue embestido por un
alud y murió...
Dos días después de su muerte, él vino a visitarme de noche y me dijo: "Haz
celebrar tres misas por mí, así seré liberado del Purgatorio". Yo fui a dar
cuenta de ello a su familia y a sus amigos. Ellos quedaron muy sorprendidos al
oír que, solamente con tres misas, se libraría del Purgatorio. Alguno de sus
amigos agregó "Yo no hubiera querido estar en su lugar en la hora de la muerte.
¡Si hubiesen visto todas las fechorías que cometió!... ". Pero ese joven, con
posterioridad, me declaró: "Yo he cumplido un acto de amor puro poniendo a
riesgo mi vida y donándola por aquellas personas; y es gracias a esto que el
Señor me ha acogido tan rápidamente en Su Cielo. Es verdad, la caridad cubre una
multitud de pecados".
En este episodio se ve cómo un solo acto de amor desinteresado ha sido
suficiente para purificar a ese joven de una vida de fechorías; y el Señor ha
aprovechado de ese instante de amor para llamarlo a sí. María, en efecto, ha
dicho que este joven quizás nunca hubiese tenido en su vida la ocasión de
realizar un acto de amor tan fuerte, y quizás se hubiese convertido en un hombre
malvado. El Señor, en Su Misericordia, lo ha llamado a sí justo en el mejor
momento, en el momento más puro a causa de ese acto de amor.
Ahora he aquí otro episodio que demuestra cómo el Señor acepta y valoriza
también un simple acto de bondad:
- El alma de una mujer se presentó, un día, con un balde en mano. "¿Qué haces
con ese balde?", le pregunté. Es la llave de mi Paraíso, respondió radiante. No
he orado mucho durante mi vida; raramente iba a la iglesia pero una vez, antes
de Navidad, he limpiado gratuitamente toda la casa de una pobre anciana. Ha sido
mi salvación ". Esta es la prueba que todo depende de la caridad.
Es también importante, cuando se está a punto de la muerte, abandonarse a la
voluntad del Señor. María me narró el caso muy hermoso de una madre de cuatro
hijos que estaba por morir. En vez de rebelarse y de inquietarse ella dijo al
Señor: "Acepto la muerte, en el momento que tú lo quieras, y pongo mi vida en
tus manos. Te confío mis hijos y sé que tú encargarás de ellos". María me dijo
que, a causa de esta inmensa confianza en Dios, esa mujer fue directamente al
Paraíso sin pasar por el Purgatorio. Verdaderamente se puede decir que el amor;
la humildad y el abandono a Dios son tres llaves de oro que nos hacen entrar
directamente en el Paraíso.
- María, ¿podrías decirnos cuáles son los medios más eficaces para facilitar la
liberación de las almas del Purgatorio?
- EI medio más eficaz es la Misa.
- ¿Por qué la Misa?
- Porque es Cristo quien se ofrece por amor nuestro. Es la ofrenda del mismo
Cristo a Dios, la más bella de las ofrendas. EI sacerdote es el representante de
Dios y es el mismo Dios que se ofrece y se sacrifica por nosotros. La eficacia
de la Misa por los difuntos es tanto mayor cuanto más grande ha sido la estima
que ellos tuvieron por la Misa cuando eran todavía en vida. Si en esas Misas han
orado con todo el corazón y si han asistido también durante la semana, según el
tiempo disponible, ellos sacarán grande provecho de las misas celebradas por
ellos. También en esto se recogerá lo que se ha sembrado.Además de ir nosotros,
no nos olvidaremos de invitar a nuestros hijos a que asistan a estas Misas, y,
si posible, invitemos a los muchachos de las escuelas. Ningún padre, ninguna
madre, ningún catequista puede poner en el corazón del niño lo que Nuestro Señor
personalmente le da, en gracias, durante la Misa y la Comunión.
Agregaré que un alma del Purgatorio ve muy bien el día de sus funerales: si se
reza verdaderamente por él o si, simplemente, se hace acto de presencia para
mostrar que está allí. Ellas dicen que las Lágrimas no sirven para nada para
ayudarlas. En cambio sirve mucho la oración. Con frecuencia esas almas lamentan
el hecho de que las personas asisten a su sepultura, pero no elevan una sola
plegaria a Dios; derraman muchas lágrimas, pero eso es inútil.
Con relación a la Misa, quisiera citarles un hermoso ejemplo narrado por el
santo Cura de Ars a sus parroquianos: "Hijos míos, un buen sacerdote había
tenido la desgracia de perder un amigo muy querido. Por eso rezó mucho por la
paz de su alma. Un día Dios le hizo saber que su amigo estaba en el Purgatorio y
sufría terriblemente. Este santo sacerdote pensó que no podía hacer algo mejor
que ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa por su querido difunto. En el momento
de la Consagración, tomó la Hostia entre sus manos y dijo: "Padre Santo y
Eterno, en tus manos divinas está el alma de mi amigo en el Purgatorio y en mis
pobres manos de ministro tuyo está el Cuerpo de Tu Hijo Jesús. Pues bien, Padre
Bueno y Misericordioso, libra a mi amigo y yo te ofrezco a Tu Hijo junto con
todos los méritos de Su Gloriosa Pasión y Muerte". Este pedido fue escuchado. De
hecho, en el momento de la elevación, él vio que el alma de su amigo subía al
Cielo resplandeciente de gloria. Dios había aceptado la ofrenda”.
"Por eso hijos míos, concluyó el santo Cura de Ars, cuando querramos liberar a
nuestros seres queridos que están en el Purgatorio, hagamos lo mismo. Ofrezcamos
al Padre, por medio del Santo Sacrificio, a Su Hijo Dilecto, junto con todos los
méritos de Su Pasión y Muerte, así no podrá rechazarnos nada".
Otros medios muy eficaces para ayudar a las almas del Purgatorio son el
ofrecimiento de nuestros sufrimientos, nuestras mortificaciones y el sufrimiento
voluntario, como por ejemplo el ayuno, las privaciones, etc. Y, naturalmente,
también los sufrimientos involuntarios como las enfermedades, los lutos, los
abandonos...
- María, tú fuiste invitada, muchas veces, a sufrir por las almas del Purgatorio
para liberarlas. ¡Puedes decirnos qué has vivido y probado en esos momentos!
- La primera vez un alma (era una mujer) me preguntó si quería sufrir tres
horas, en mi cuerpo, por ella; y agregó que luego yo podría retomar mi trabajo.
Yo me dije: "Si es sólo por tres horas, quiero aceptar". Esas tres horas me
parecieron que durasen como tres días, tan terribles eran los sufrimientos.
Pero, al fìnal, miré el reloj y vi que habían pasado sólo tres horas. EI alma
luego me dijo que, habiendo aceptado sufrir con amor esas tres horas, le había
ahorrado veinte años de Purgatorio.
- María, ¿por qué, una vez llegados al Purgatorio, no se pueden adquirir méritos
y, en cambio, mientras se está en la tierra siempre se los pueden adquirir?
- Porque en el momento de la muerte los méritos se terminan. Mientras uno vive
en la tierra puede reparar el mal que ha cometido antes. Las almas del
Purgatorio tienen una santa envidia por esta posibilidad nuestra. Hasta los
Angeles son celosos de nosotros, porque tenemos la posibilidad de "crecer"
mientras estamos sobre la tierra. Pero muchas veces la aparición del sufrimiento
en nuestra vida nos hace rebelar y tenemos dificultad en aceptarlo y vivirlo
bien.
- Entonces, ¿cómo vivir el sufrimiento para que pueda dar frutos?
- Los sufrimientos son la prueba más grande del amor de Dios, y si se ofrecen
bien, pueden ganar muchas almas.
- Pero ¿qué hacer para recibir los sufrimientos como un don, y no (como se hace
con frecuencia) como una punición o un castigo?
- Hay que ofrecerlo todo a la Virgen Santa, pues ella sabe mejor que nadie quién
necesita esta o aquella ofrenda para ser salvado.
Quisiera referir aquí un testimonio que María me ha contado a propósito del
sufrimiento. El hecho ocurrió en el año 1954. Una serie de avalanchas muy
desastrosas se abatieron sobre un pueblito cercano al de Mana, causando
gravísimos daños. Otros aludes se habían precipitado en dirección al pueblito de
María. Pero aquí sucedió que los aludes se detuvieron ante el pueblito en modo
ciertamente milagroso, sin causar algún daño. Las almas dijeron a María que en
ese pueblito había vivido y muerto una mujer que, durante treinta años, estuvo
enferma y había sido cuidada muy mal; había sufrido terriblemente durante todos
esos años, ofreciendo todos sus dolores por el bien de su pueblito. Las almas
revelaron a María que, gracias al ofrecimiento de aquella mujer, el pueblito se
había salvado. Ella había ofrecido sus sufrimientos durante 30 años y los había
soportado con paciencia. María nos dice que, si aquella mujer hubiese gozado de
buena salud, no hubiese podido proteger a su pueblito; agrega que con el
sufrimiento, pacientemente soportado, se pueden salvar más almas que con las
oraciones. No tenemos que ver siempre el sufrimiento como una punición. Puede
ser aceptado como expiación, no sólo para nosotros mismos, sino sobre todo para
los demás. Jesucristo era inocente, y fue El quien sufrió más que todos para
expiar por nuestros pecados.
Sólo en el Cielo sabremos totalmente lo que hemos obtenido por medio del
sufrimiento soportado pacientemente, en unión con los sufrimientos de Cristo.
- María, ¿se da una cierta rebeldía por parte de las almas del Purgatorio a
causa de sus sufrimientos?
- No, ellas quieren purificarse y comprenden que los sufrimientos son
necesarios.
- ¿Cuál es el valor de la contrición y del arrepentimiento en el momento de la
muerte?
- La contrición es importantísima. Los pecados como sea, son perdonados, pero
queda la consecuencia del pecado. Si se quiere obtener la indulgencia plenaria
en el momento de la muerte, esto es, ir derecho al Cielo, el alma tiene que
estar libre de toda atadura.
- María, quisiera preguntarte en el momento de la muerte ¿se da un tiempo en el
que el alma tiene la posibilidad de dirigirse a Dios antes de entrar en la
eternidad, un tiempo, si se quiere, entre lo muerte aparente y la muerte real?
- Sí, el Señor da a cada alma algún instante para que se arrepienta de sus
pecados y se decida si acepta o no acepta llegar a Dios. En ese breve tiempo se
ve como en un fìlme la propia vida. Yo conocía a un hombre que creía en los
preceptos de la Iglesia, pero no en la vida eterna; un día se enfermó gravemente
y entró en coma. Entonces él se vio en una sala con una pizarra en la que
estaban escritas todas sus acciones: tanto las buenas como las malas; luego la
pizarra desapareció, también las paredes de aquella sala, y todo era
infinitamente bello. Luego se despertó del coma y decidió cambiar de vida.
Este episodio es semejante a tantos otros refrendos en el libro "La vida más
allá de la vida": la experiencia momentánea de la luz sobrenatural es tal que
esas personas no pueden vivir más como vivían antes.
- Entonces, María, ¿en la hora de la muerte, Dios se revela con la misma
intensidad a todas las almas?
- A cada alma se le da el conocimiento de su propia vida, y también del
sufrimiento futuro, pero esto no es igual para todos. La intensidad de la
revelación del Señor depende de la vida de cada alma.
- María, ¿el diablo tiene el poder de atacarnos en el instante de nuestra
muerte?
- Si, pero el hombre tiene también la gracia de resistirlo y de rechazarlo,
porque, si el hombre no quiere, el demonio no puede hacer nada.
- María, ¿qué consejos darás a quien quisiera hacerse santo ya en esta tierra?
- Ser humildísimo. No debe ocuparse de sí mismo. Debe huir del orgullo, que es
la trampa más peligrosa que tiende el Maligno.
- María, ¿podrías decirnos si se puede pedir al Señor de hacer su propio
Purgatorio en la tierra para no hacerlo después de la muerte?
- Oh, sí. He conocido un sacerdote y una muchacha, los dos estaban enfermos en
el hospital. La muchacha decía al sacerdote que ella pedía al Señor de poder
sufrir en la tierra tanto cuanto fuera necesario pare ir directamente al Cielo,
y el sacerdote respondió que él no se atrevía a pedir eso. Junto a ellos había
una religiosa que escuchaba toda la conversación. Luego la muchacha murió antes,
y poco después murió también el sacerdote; él se apareció a la religiosa
diciéndole: "Si hubiese tenido igual confianza que esa muchacha, también yo
hubiese ido directamente al Paraíso '´.
- Gracias por este hermoso testimonio, María.
Ahora María me pide 5 minutos de descanso pues tiene que dar de comer a las
gallinas.
La vuelvo a ver en seguida y continuamos con nuestras preguntas
- Sí, por cierto que es difícil describirlos. Pero, dime, ¿Jesús no va al
Purgatorio?
- Ningún alma me lo ha dicho. Es la Madre de Dios quien va. Una vez pregunté a
un alma del Purgatorio si debía ir ella misma a buscar a las almas de las que
pedían noticias. Me respondió que no: es la Madre de Misericordia quien da
noticias. Ni siquiera los santos van al Purgatorio; en cambio los Angeles están
allí: San Miguel... y cada alma tiene cerca a su Angel Custodio.
- ¡Qué estupendo, los Angeles están con nosotros! Pero, ¿qué hacen los Angeles
en el Purgatorio?
- Alivian y consuelan. Las almas pueden verlos.
- ¡Oh, qué bello! .María, si continuas a hablarnos de los Angeles casi me haces
venir el deseo de ir al Purgatorio. Otra pregunta: tú sabes que, hoy, mucha
gente cree en la reencarnación, ¿Qué dicen las almas sobre este tema?
- Las almas dicen que Dios nos da una sola vida.
- ¿Qué pasa con las personas que se suicidan?. ¿alguna vez te visitó una de esas
almas?
- Las almas que vienen a mí son sólo almas del Purgatorio. Por lo tanto, hasta
hoy, nunca encontré el caso de un suicida que se haya perdido; eso no significa
que no las haya. Pero algunas almas me dicen que con frecuencia son más
culpables aquellos que han estado alrededor de ellas, porque han sido
negligentes o han difundido calumnias.
- María, ¿hay sacerdotes en el Purgatorio?. (Aquí veo que María alza los ojos al
Cielo como para decir: "¡Ay de mí!...").
- Sí, hay muchos. Esos no han colaborado para tener respeto por la Eucaristía, y
entonces toda la fe sufre. Con frecuencia están en el Purgatorio por haber
descuidado la oración, y su fe ha disminuido; pero es también cierto que muchos
de ellos han ido directamente al Paraíso. Un encuentro inolvidable para mí fue
aquel con un sacerdote cuya mano derecha era negra. Le pregunté la causa:
"Hubiera tenido que bendecir más", me dijo. "Di a todos los sacerdotes que
encuentres que deben bendecir mucho más: ellos pueden dar numerosas bendiciones
y conjurarían las fuerzas del mal ".
- Bien, ¿y qué le dirías a un sacerdote que quisiera vivir verdaderamente según
el corazón de Dios?
- Le aconsejaría de rezar mucho al Espíritu Santo y de recitar cada día el
Rosario.
- María, ¿hay niños en el Purgatorio?
- Sí, pero para ellos el Purgatorio no es muy largo ni muy penoso, porque a
ellos les falta el pleno discernimiento.
- Pienso que algunos de ellos han venido a encontrarte. Tu nos contabas la
historia de aquella niñita… el alma más pequeña que has visto; era una niñita de
4 años. Pero ¿por qué estaba en el Purgatorio?
- ¿Por qué?. Esta niñita había recibido de sus padres, como regalo de Navidad,
una muñeca. Tenía una hermana melliza, que también había recibido una muñeca. Y
he aquí que esa niñita de 4 años había roto su muñeca y entonces, a escondidas,
sabiendo que nadie la veía, fue a poner esa muñeca rota en el lugar de la de su
hermana, y a hacer así el cambio, sabiendo muy bien, en su corazoncito, que
habría ocasionado muchísimo dolor a su hermana; se daba cuenta que eso era un
engaño y una injusticia. Por esta causa pasó por el Purgatorio.
Sí, los niños con frecuencia tienen una conciencia más viva que la de los
adultos, y es preciso sobre todo luchar contra la mentira; ellos son muy
sensibles.
- María, ¿cómo pueden los padres ayudar en la formación de la conciencia de sus
hijos?
- Sobre todo con el buen ejemplo: es lo más importante; y luego con la oración.
Los padres deben bendecir a sus hijos e instruirlos bien en las cosas de Dios.
- Lo dicho es muy importante. ¿Te han visitado almas que, sobre la tierra,
practicaban perversiones?. Pienso, por ejemplo, en el campo de la sexualidad.
- Las almas que he conocido (todas del Purgatorio), no se han perdido, pero
deben sufrir mucho para purifìcarse. En todas las perversiones está presente la
obra del Maligno. En modo particular en la homosexualidad.
- ¿qué consejo darías a todas esas personas que son tentadas por la
homosexualidad, que tienen en ellos esas tendencias?
- Les diría de rezar, rezar mucho, para tener la fuerza de alejarse. Sobre todo
hay que orar al Arcángel san Miguel, pues es él, por excelencia, quien combate
contra el Maligno.
-¡Oh, sí el Arcángel san Miguel! ¿Y cuáles son las tendencias del corazón que
pueden conducir a la pérdida de nuestra alma, a la pérdida definitiva de nuestra
alma, es decir al infierno?
- Es cuando no se quiere ir hacia Dios, es decir cuando se dice decididamente:
"¡Yo no quiero!"
Te agradezco por esta aclaración. Y aquí te quisiera contar que, sobre este
argumento, he interrogado a Vicka, una de las videntes de Medjugorje, que me
decía también ella que al infierno (¡y ella al infierno lo ha visto!), van
únicamente aquellos que deciden de ir allí, y no es Dios quien los manda. Al
contrario, El suplica al alma de acoger Su Misericordia. El pecado contra el
Espíritu Santo del que habla Jesús, y que por tanto no es perdonado, es el
rechazo radical de su misericordia, y eso en plena luz y en plena conciencia. Yo
señalo que Juan Pablo II lo explica muy bien en su encíclica sobre la
Misericordia; pero también en esto podemos hacer mucho, por medio de la oración,
por las almas que están en peligro de perderse.
- María, ¿tendrías algún testimonio al respecto?
- Un día me encontraba en el tren. En mi compartimento había un hombre que no
terminaba de criticar a la Iglesia, a los sacerdotes y hasta de ofender a Dios.
No cesaba de maldecir, y yo le dije: "Usted no tiene el derecho de decir todo
eso, ¡no está bien!". Llegada a mi estación, mientras bajaba los dos peldaños de
la escalerita, dije sencillamente a Dios: "¡Señor, que esta alma no se
pierda!...". Algunos años después el alma de este hombre vino a visitarme y me
contó de haber estado a la orilla del Infierno y de haberse salvado sólo por la
oración que yo había hecho en aquel momento.
Sí, es extraordinario ver como tan solo un pensamiento, un impulso del corazón,
una sencilla oración por alguien, pueda impedirle de caer en el infierno, porque
es el orgullo que hace ir al infierno. Y el infierno es eso: es el obstinarse a
decir NO a Dios; pero nuestras oraciones pueden suscitar, en quien muere, un
acto de humildad; y sólo un impulso de humildad, por mínimo que sea, tiene tanta
fuerza como para hacemos evitar el infierno.
- Un alma me contó: "No habiendo observado las leyes de tránsito, me maté a
causa del golpe, mientras iba en motocicleta en Viena”. Le pregunté: "¿Estabas
preparada para entrar en la eternidad?". "No lo estaba, agregó, pero Dios da dos
o tres minutos para que se puedan convertir a cuantos pecan contra de él con
insolencia y presunción. Y sólo quien lo rechaza es condenado". El alma continuó
con su comentario interesante e instructivo: "Cuando uno muere en un accidente,
las personas dicen que era su hora. Es falso: eso se puede decir sólo cuando una
persona muere no por su culpa. Pero según los designios de Dios, yo hubiera
podido vivir aún treinta años; entonces hubiese transcurrido todo el tiempo de
mi vida". Por eso el hombre no tiene el derecho de exponer su vida a un peligro
de muerte, salvo en caso de necesidad. Un médico vino un día a lamentarse que
debía sufrir por haber acortado la vida de sus pacientes con inyecciones para
que no sufrieran más. Dijo que el sufrimiento, soportado con paciencia, tiene
para el alma un valor infinito; se tiene el deber de aliviar los grandes
sufrimientos, pero no el derecho de acortar la vida con medios químicos. En otra
ocasión vino una mujer. Confesó: "He debido sufrir treinta años de purgatorio
porque a mi hija no la he dejado ir al convento".
- María, ¿no te parece increíble que alguno pueda llegar al punto de decir NO a
Dios en el momento de la muerte, cuando lo ve?
- Bien, por ejemplo un hombre me dijo que no quería ir al Cielo; ¿y saben por
qué?. Porque, según él, Dios permite los injustos y las injusticias... Yo le
dije que esto lo hacen los hombres y no Dios. Me respondió: Espero no encontrar
a Dios, después de la muerte, porque entonces le romperé la cabeza con un
hacha". El tenía un odio profundo contra Dios; pero Dios deja al hombre su
voluntad libre; podría impedir esta voluntad, pero no, quiere dejar a cada uno
su libre elección. Dios da a cada uno, durante la vida terrena y en la hora de
la muerte, muchas gracias para convertirse, aun después de una vida transcurrida
en las tinieblas; pero si se pide perdón sin cálculo, ciertamente podemos
salvarnos.
- Jesús dijo que es difícil, para un rico, entrar en el Reino de los cielos. Tú,
personalmente, ¿has visto a veces casos de este género?
- Sí, si hacen buenas obras, pero obras de caridad, si viven el Amor, entonces
pueden llegar a ser como los pobres.
- Y ahora, María, actualmente, ¿te visitan las almas del Purgatorio?
- Sí, dos o tres veces por semana.
- Quisiera saber qué piensas sobre las prácticas de espiritismo; por ejemplo
cuando se llaman a los espíritus de los difuntos, se hacen girar las mesas, etc.
- ¡No es bueno!. Con frecuencia es el diablo quien hace mover las mesas.
¡Oh, si, es importante decirlo!. Hay que hacer saber esto a la gente; pues hoy,
por desgracia, estas absurdas prácticas espiritistas aumentan cada vez más...
- Ahora, te ruego, acláranos, ¿existe una diferencia entre lo que tú vives con
las almas de los difuntos y las prácticas de espiritismo?
- No es lícito llamar a las almas. Yo no busco su venida; vienen por sí solas,
con el permiso de Dios. En el espiritismo, en cambio, se evocan a los espíritus,
se los llaman. Pero es el demonio quien viene, fingiendo ser el alma de ése o de
aquél. A veces se presenta bajo falsas apariencias, sin ser llamado.
- Tú, personalmente, ¿has sido alguna vez engañada por falsas apariciones?. Por
ejemplo, por el diablo que se hace pasar por un alma del Purgatorio para
hablarte?
- Sí, una vez un alma vino a verme y me dijo: "No recibas al alma que vendrá
después de mí, porque te pedirá demasiados sufrimientos. Eso no está a tu
alcance. Nunca podrás hacer lo que te ha de pedir “. Entonces quedé turbada. Me
acordé de lo que me había dicho mi párroco que había que acoger a cada alma con
generosidad, y yo estaba, por cierto, habituada a la obediencia. De repente
pensé dentro de mí: "¿Acaso no podría ser el demonio quien esté aquí ante mi, y
no un alma del Purgatorio?. ¿No será el demonio que se ha camuflado?...". Dije
entonces a aquel hombre: "Si eres el diablo, ¡vete de aquí”. En seguida pegó un
fuerte grito y huyó. Y efectivamente, el alma que vino luego de él era un alma
que tenía mucha necesidad de mi ayuda y era en verdad importante que viniese a
verme y que yo la escuchase.
- Cuando el diablo aparece, ¿el agua bendita lo hace huir siempre?
- Lo molesta mucho y con frecuencia huye.
- En la actualidad, María, eres muy conocida, sobre todo en Alemania, en Austria
y aun por toda Europa, gracias también a tus conferencias y a tu libro. Pero en
los comienzos vivías del todo escondida. ¿Cómo es que, de la noche a la mañana,
la gente ha reconocido que tu experiencia sobrenatural era auténtica?
- ¡Oh! Fue cuando las almas comenzaron a pedirme que suplicara a sus familias
para que restituyeran un bien mal adquirido.
A este propósito, María me contó varias testimonios. Sería demasiado largo
referirlos. Pero, muchas veces, diversas almas han venido a verla para decirle:
"Ve a mi familia, en tal pueblo (y ese pueblo ella no lo conocía), para decir a
mi padre, a mi hijo, a mi hermano que restituyan tal propiedad, tal suma de
dinero, tal objeto que, en tal lugar y en lo de fulano, me he procurado de mal
modo, y así yo seré liberada del Purgatorio cuando ese bien sea restituido".
Entonces María refería todos los detalles de ese campo, de aquella suma de
dinero, de tal objeto, de aquel vestido así y así, y las personas quedaban
sorprendidas viendo que ella conocía todos esos particulares, porque algunas
veces las mismas familias no estaban al corriente de que aquel bien hubiese sido
mal adquirido por sus parientes. Fue por tales hechos que María comenzó a ser
muy conocida.
- María, ¿existe un reconocimiento oficial de la Iglesia con respecto al carisma
que ejerces hacia las almas del Purgatorio, y también hacia aquellos que son
alcanzados con tu apostolado?
- Mi Obispo me ha dicho que, hasta que no haya errores teológicos, yo debo
continuar: Mi párroco, que es al mismo tiempo mi guía espiritual, confirma
también él estas cosas.
- Te quiero hacer una pregunta, que puede parecer indiscreta. Tú has hecho tanto
por las almas del Purgatorio que, sin duda alguna, cuando te toque morir, miles
de almas te escoltarán hasta el cielo. Imagino que tú ciertamente no habrás de
pasar por el Purgatorio, ¿No es así?
- ¡Oh!. No creo que iré al Cielo sin Purgatorio, porque yo he tenido más luz,
más conocimiento, y por tanto mis culpas son más graves. Pero espero igualmente
que las almas me ayudarán a subir al Cielo.
- Si, por cierto. Y tú, María, ¿estás contenta de tener este carisma, o bien es
para ti una cosa pesada y fatigosa todos esos continuos pedidos por parte de las
almas?
- No, no me lamento de las dificultades, porque sé que puedo ser de mucha ayuda
para ellas; puedo ayudar a tantas almas, y soy feliz de poder hacerlo.
- María, te agradezco, también en nombre de los lectores, por esos hermosos
testimonios. Pero consiénteme de hacerte una última pregunta, Para que podamos
conocerte mejor, ¿podrías contarnos, en pocas palabras, algo de tu vida?
- Cuando era niña, quería entrar en un convento. Mi madre me decía de esperara a
que tuviese 20 años. No quería casarme. Mi madre me hablaba mucho de las almas
del Purgatorio y, ya, desde cuando frecuentaba la escuela, esas almas me han
ayudado mucho. Entonces yo me decía que debía hacerlo todo por ellas. Terminada
la escuela, pensé ir al convento. Entré en las Hermanas del Corazón de Jesús,
pero, luego me dijeron que era demasiado débil de salud para poder permanecer
con ellas. En verdad, cuando era pequeña, había tenido una pulmonía y una
pleuritis. La Superiora confirmó que yo tenía vocación religiosa, pero me
aconsejó que entrara en una orden más fácil y esperara algún año más. Yo, en
cambio quería ingresar en una orden claustral y en seguida. Después de otros dos
intentos, la conclusión fue la misma: era demasiado débil de salud. Entonces me
dije que para mí entrar en el convento no era la voluntad del Señor. He sufrido
mucho, moralmente, y me decía: "El Señor no me ha mostrado lo que quiere de mí".
Esta espera duró para mí hasta la edad de 25 años, es decir hasta el momento en
que Dios me ha confiado esta tarea de orar por las almas del Purgatorio. ¡Me
había hecho esperar 8 años!. En mi familia éramos 8 hijos. Yo trabajaba en casa,
en nuestra estancia, desde los 15 años. Luego fui a Alemania, como doméstica en
la familia de un campesino, y después he trabajado aquí, en la estancia de
Sonntag. A partir de los 25 años, cuando comenzaron las visitas de las almas, he
tenido que sufrir mucho por ellas. Ahora estoy mejor físicamente.
Habla su confesor y director espiritual
Habiendo leído, recientemente, un informe sobre María Simma enviado por el Padre
Alfonso Matt (director espiritual de la vidente) al Obispo de su Diócesis,
considero útil agregar, para los lectores, estas otras breves noticias.
María Simma (la segunda de ocho hijos), ha nacido el 5 de febrero de 1915 en
Sonntag (Vorarlberg), en Austria, de una familia pobrísima. El padre, José
Antonio (18 años mayor que su esposa, Luisa Rinderer), por varios años se ganó
la vida como cuidador y campesino de su hermano. Durante la primera guerra
mundial fue cartero, luego obrero vial y bracero, luego jubilado. Con su mujer y
sus ocho hijos fue a vivir en una vieja casa que había recibido en herencia de
un buen anciano, maestro carpintero. A causa de la gran pobreza de la familia,
los hijos, desde muy jóvenes, trabajaron y se ganaron el pan: los varones como
obreros y las muchachas como niñeras. María Simma desde su juventud fue muy
piadosa y frecuentó asiduamente los cursos de instrucción religiosa organizados
por su párroco. Luego debió alejarse de su pueblo para trabajar en varios
lugares.
Quería hacerse religiosa pero, como ya sabemos, el Señor ha tenido otros
proyectos sobre ella. En el informe del párroco se lee que ella "consagró su
virginidad a la Virgen e hizo esta consagración a María en favor sobre todo de
los difuntos"; se ofreció a Dios, haciéndolo con voto "como alma víctima,
víctima de amor y de expiación". El párroco refiere que en varias ocasiones, y
por diferentes modos, ella se ofreció como víctima para ayudar a los difuntos,
con sufrimientos voluntarios a veces terribles, gracias a los cuales abrevió las
penas de innumerables almas. Además de los sufrimientos ofreció a Dios continuas
oraciones, misas y penitencias.
Desde la muerte de su padre, acaecida en 1947, vive sola en la casita paterna y,
para proveer a las necesidades de la vida, continúa, a pesar de la edad a
cultivar su huertita. Vive así en pobreza, ayudada por la gente caritativa. No
pide nada, todo lo hace gratuitamente; y si alguno le deja ofrendas, las envía
íntegramente a la Curia, para la celebración de misas, para obras caritativas y,
sobre todo, para las Misiones.
Formas de ayudar a las almas del Purgatorio
El párroco, en su informe, hace resaltar que la acción desarrollada por María
Simma no es sólo ayudar, ella misma, a los difuntos, como siempre lo hizo, sino
también hacerse celosa promotora de la ayuda de los vivos a las almas del
Purgatorio y a los moribundos. En todos sus encuentros con la gente, y también
en las páginas de su diario, siempre indicó, con insistencia, los medios de
ayuda, pedidos también por las mismas almas: misas, Rosarios, ofrecimiento de
los sufrimientos, Vía Crucis, obras caritativas; entre estas, sobre todo, ayuda
a las Misiones que, a decir de las almas, son de grandísima eficacia para los
difuntos. Se indican luego medios menores de ayuda que s suscitan nuestra
sorpresa y curiosidad, y por eso quiero referirlos, en parte, textualmente:
"EI encender velas ayuda a las almas: ante todo porque esa atención de amor les
da una ayuda moral: luego porque las velas son benditas y disipan las tinieblas
en las que se hallan las almas. Un niño de 11 años, de Kaiser, pidió a María
Simma que orase por él. Estaba en el Purgatorio porque, el día de los fieles
difuntos, apagó en el cementerio las velas encendidas en las tumbas y robó la
cera para diversión. Las velas benditas son de mucho valor para las almas. El
día de la Candelaria, María Simma debió encender dos velas por un alma, mientras
soportaba por ellas sufrimientos expiatorios "."Echar agua bendita mitiga los
sufrimientos de los difuntos. Un día María Simma pasando echó agua bendita por
las almas. Una voz le dijo: "¡Mucho más aún! ".
"Todos los medios no ayudan a las almas de la misma manera. Si durante su vida
alguno tiene poca estima por la Misa, no le aprovechará mucho cuando estará en
el Purgatorio. Si alguno no tuvo corazón durante su vida, recibe poca ayuda.
quienes pecaron difamando a los demás deben expiar duramente su pecado. Pero
quien en vida haya tenido un buen corazón, recibe mucha ayuda ".
"Un alma que había descuidado de asistir a Misa, pudo pedir ocho Misas para su
alivio, porque durante su vida mortal había hecho celebrar ocho Misas por un
alma del Purgatorio".
El párroco refiere que María Simma insiste mucho en que se rece para ayudar a
los moribundos.