Queridos hermanos y hermanas, nos reunimos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Yo soy el hermano José Belmore Arias del Trabajo de Dios, y quiero invitarlos a tener unos minutos de recogimiento en el Señor. Nuestro apostolado es de alabanza, oración, agradecimiento, adoración, bendición, intercesión, reparación, caridad, liberación y sanación.
La vida espiritual de los Católicos ha sufrido una pérdida muy grande por causa de la pandemia, hemos tenido mucho distanciamiento con los Sacerdotes, hemos disminuido los Sacramentos y todo el cuerpo de Cristo sufre por causa de esto. La Iglesia de ahora no es la misma que fue, por eso nos reunimos para hacer adoración y reparación en este retiro espiritual.
Dios nos ama y nos permite encontrarnos con Él, ya que Él siempre está donde dos o más se reúnen en su nombre.
En nuestro Encuentro con Jesús, no podemos tener una verdadera intimidad a menos que nos neguemos a si mismos como lo dice Jesús en Mateo 16 versículo 24, esta abnegación se hace imposible cuando venimos al Señor llenos de peticiones, de quejas, de palabras, aun de muchas devociones, que nos impiden encontrar un momento de silencio para escuchar al Señor.
Es imperativo entrar en el silencio interior, de lo contrario no podemos tener una relación íntima con Jesús, le hablaremos mucho, le pediremos mucho, le haremos mucha bulla pero no le daremos la oportunidad de que nos hable. La razón es que no nos hemos negado a si mismos como lo dice el Señor. Cuando nos olvidamos de nosotros y entramos en la Presencia de Dios, ya nada de nuestra vida es importante, así nuestro encuentro con el Señor tiene más sentido. Es igual que cuando nos dormimos, simplemente, ya no estamos, por eso es el momento en el cual Dios puede hablarnos, y muchas veces lo hace a través de los sueños, pues aprovecha cuando no le interrumpimos.
Ese apegamiento a nuestra propia vida, ese amor propio que aunque parece tan sano, es el peor enemigo de nuestras almas, porque se interpone contra la voluntad divina.
El alma que desea conocer a Dios debe desearle por encima de todos sus propios deseos, por encima de la misma vida, pues realmente la vida no es nuestra, sino del Señor.
Es solamente cuando nos desapegamos de todo lo que hemos llamado nuestro, cuando lo miramos como basura, sin ningún valor, que Cristo empieza a tomar en nosotros el valor que se merece, ya lo dice San Pablo en Filipenses 3 versículo 8 Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo.
Recordemos que los apóstoles lo dejaron todo para estar con Cristo, Mateo 16 versículo 24, igualmente nosotros debemos dejarlo todo. Y aquí no quiero decir que dejaremos las cosas buenas que Dios nos ha dado, como la esposa, la familia, los hijos y el trabajo, etcétera; sino que debemos de tener a Cristo como el centro de nuestras vidas. Debemos dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar o al mundo lo que es del mundo. Mateo 22 versículo 21
La forma única de encontrar la santidad es la actitud que vimos en los padres del desierto que no teniendo a Cristo en persona como los apóstoles, ni siquiera en la Eucaristía, lo encontraron en la soledad, en el silencio, en el cumplimiento de los mandamientos, en la piedad y el recogimiento.
Vivimos en un mundo lleno de ruido y aun en medio de todo esto debemos hacer un espacio para entrar en nuestro interior, en el templo de Jesús que es la vida, en el templo del Espíritu Santo que Dios ha hecho dentro de nosotros, para poder encontrarnos con Él.
Y la santidad de los seres humanos es proporcional a la entrega que tengamos a Dios. Así que habrá santos que brillarán intensamente como el sol y otros que aun siendo santos brillarán con menos luz, como una vela. Por esa razón aspiremos a las más alta santidad, no tanto para nosotros, sino para la Gloria de Dios.
Ser santo es la voluntad de Dios el Padre. Levítico 11 versículo 44
Querido hermano, hermana. La santidad es muy real, no es un cuento o historia de personas que la Iglesia ha canonizado. No es solo para santos sacerdotes, monjas y religiosos, es para todos los bautizados en Cristo que encuentran el camino al Padre. La santidad es una puerta abierta para todos los cristianos, para todos los que aceptamos a Cristo como nuestro Dios, Señor, Rey y Salvador.
Su palabra nos has enseñado que la santidad si es posible. Yo diría que la santidad se puede definir en los signos que acompañan a los creyentes, tal como lo dice Jesús.
San Marcos 16 versículos del 17 al 20 Estos son los signos que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien."
19 Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20 Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con los signos que la acompañaban.
Ahora, no todos los santos manifiestan estos signos, pues Dios en su gracia da a quien quiere, cuando quiere y como quiere. La posesión de los regalos espirituales no quiere decir que una persona sea más santa que otra. Sin embargo me parece que es importante vivir por la Palabra de Dios y tener para la tranquilidad del espíritu algún signo que nos demuestre que estamos en la vida espiritual.
Doy testimonio de que todo esto es real y Gloria a Dios estos signos se han manifestado en mi vida, don de lenguas, don de liberación, don de sanación, etc., por eso con Jesús digo. Juan 3 versículo 11 "En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto.
Y es porque todos debemos anhelar llenarnos del Espíritu Santo y de sus dones, 1a Corintios 14 versículo 1 Esforzaos por alcanzar la caridad, aspirad a los dones espirituales, sobre todo al de la profecía.
¿Y que es el don de la profecía sino hablar con la Palabra de Dios?, no se trata de predecir eventos futuros únicamente sino de escuchar la voz de Dios en el corazón y hablar con esas palabras a los que nos escuchan.
En cuanto a este don de profecía o de la palabra de Dios, el Señor me habla en el corazón y ustedes puedes encontrar mensajes del Señor en mi sitio web o en mi canal Youtube El Trabajo de Dios.
Mi deseo es que todos los que me escuchen puedan tener una relación muy íntima con el Señor, tal como el me ha permitido tener. Desafortunadamente la santidad no se puede estudiar en libros, no se puede comunicar de persona a persona, para describir dos maneras sencillas de conseguir la santidad, yo diría primero, que es algo que Dios da al alma que se entrega a su Divina Voluntad y segundo al alma que confía totalmente en la Santísima Virgen María y se entrega a ella.
Puesto que todos esperamos muchos frutos de este retiro espiritual, quiero compartirles algunos caminos que el Señor me ha enseñado para poder llegar a su trono y escuchar su voz. Todo esto indiscutiblemente solo se puede conseguir a través de mucha oración.
Lo primero que debemos hacer para entrar en el silencio de la Presencia de Dios, es quedarnos quietos. No solo físicamente, sino espiritualmente tal como lo dice el Salmo 46 versículo 10 Quédate quieto y sabe que yo soy el Señor tu Dios.
En nuestra quietud debemos manifestar nuestra humildad ante la grandeza de Dios, debemos siempre venir al Señor con un corazón humillado y contrito.
Debemos silenciar todas esas voces interiores de nuestras pasiones, de nuestras inclinaciones carnales, de todos los resentimientos que tengamos, en otras palabras el silencio interior debe ser una quietud total del alma donde solo se le habla a Dios, y eso muy poco para poder darle la oportunidad de que Él nos hable.
Empecemos cerrando los ojos, respirando profundamente unas cuantas veces, pensemos que cuando respiramos Dios nos está dando vida, cuando exhalamos estamos dando alabanza a Dios por el regalo de la vida.
Para tener una buena disposición interior, vengamos pues humildemente ante nuestro Dios que espera que le amemos, le bendigamos, le alabemos, le adoremos, le demos gracias, le exaltemos, le magnifiquemos, le glorifiquemos y confiemos en Él.
Busquemos entonces con mucho entusiasmo el Reino de los Cielos en el trono de nuestro corazón, y olvidémonos de todo lo demás ya que Dios lo dará por añadidura. Mateo 6 versículo 33
Siempre que oremos busquemos compañía santa. No oremos solos, empecemos invocando la Virgen María, la compañía de los patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, confesores, santos, religiosos y los ermitaños. También pidamos la ayuda angélica; los serafines, querubines, tronos, dominaciones, virtudes, potestados, principados, arcángeles y ángeles.
Salmo 100 versículo 4 Entremos por sus puertas con acción de gracias; vengamos a sus atrios con himnos de alabanza; démosle gracias, alabemos su santo nombre.
Este retiro lo hecho muchas veces en nuestros grupos de oración, del santo rosario y de adoración al Santísimo, pero lo veo muy apropiado en forma virtual para cualquier persona que desee crecer espiritualmente. Es igual si lo hacemos en tiempo de cuaresma o en cualquier momento que deseemos estar más cerca del Señor.
Señor Jesús, yo me uno con todos los hermanos y hermanas que están escuchando estas palabras.
Bendigamos, alabemos y adoremos al Señor.
Te bendecimos Señor, te alabamos y te adoramos por tus infinitas perfecciones, por tus divinos atributos y por habernos creado de la nada.
Bendito, alabado y adorado seas Señor, Aleluya, Aleluya, Gloria a Dios. (Adoración en lenguas, decir Jesús y María si no tienes don de lenguas.)
Te alabamos Señor por tu infinita grandeza, porque has creado el cielo y la tierra, todo lo visible y lo invisible, porque nos has creado en tu imagen y deseas para nosotros la salvación.
Bendito, alabado y adorado seas Señor, Aleluya, Gloria a Dios. (Adoración en lenguas, repite los nombres de Jesús y María si no tienes don de lenguas.)
Te adoramos Señor, porque tú eres nuestro Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te adoramos Señor verdaderamente presente con nosotros en tu Presencia Eucarística.
Oh Sacramento Santísimo, Oh Sacramento Divino, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, Pan vivo bajado del cielo, Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias de Jesús y María, Manjar Celestial que nos da la Virgen María sin pecado concebida, Emmanuel Dios con nosotros, Jesús Eucaristía. Todo el amor, la alabanza, el agradecimiento, la adoración, la bendición, el honor, el poder, el reino, la majestad y la gloria sean en todo momento tuyos.
Te adoramos, te adoramos te adoramos Señor. Danos la gracia de adorarte más y más y más; como la Virgen María sin pecado concebida, como los ángeles y los santos, y así como un serafín ardiente, vivir en el gozo de tu Presencia.
Bendito, alabado y adorado seas Señor, Aleluya, Aleluya, Gloria a Dios. (Adoración en lenguas, repite los nombres de Jesús y María si no tienes don de lenguas.)
Te damos gracias Señor por todos los regalos que nos has dado, por la familia, por nuestros seres queridos, por tu bendición y protección, por el regalo de la fe, porque somos hijos tuyos, porque nos has salvado para la vida eterna, y porque nos llenas de tu Espíritu Santo para conocerte, amarte, servirte y glorificar tu Santo Nombre.
Gracias Señor, Bendito, alabado y adorado seas Señor, Aleluya, Gloria a Dios. (Adoración en lenguas, repite los nombres de Jesús y María si no tienes don de lenguas.)
Hoy me gustaría que nos detengamos en el cuerpo crucificado de Jesús para meditar ese amor infinito que nos salva, y para pedir perdón por nuestros pecados. Hablemos con el Padre Celestial que mira a toda la humanidad a través de las Santas Llagas de Jesús.
Señor Dios Padre Eterno, tu miras las santas llagas de la cabeza de Jesús, esas espinas que penetran su carne, esos golpes que ha recibido en su cabeza que es el trono de la Sabiduría Eterna, y allí Jesús paga por todos nuestros pecados del orgullo, del materialismo, de nuestros apegamientos a lo terrenal, del desprecio a la ciencia divina.
Señor Jesús, perdónanos y danos la humildad y el desapego.
Dios Padre Santo, tu miras el rostro de Jesús lleno de golpes, moretones, hinchazones, cubierto de sangre, lágrimas y escupas, perdónanos Señor. Señor Jesús perdónanos, repara y embellece nuestras almas.
Dios Padre Misericordioso tú miras las santas llagas de la espalda de Jesús y todas las llagas causadas por la flagelación, allí Jesús ha pagado por nuestra lujuria, por haber entregado nuestros cuerpos, los templos del Espíritu, a los espíritus malignos a través del pecado. Señor Jesús perdónanos, danos la gracia de la pureza.
El Padre Celestial mira la llaga profunda y dolorosa de tu hombro, la más dolorosa de todas, y allí encuentra que tú sellaste el pecado en tu Gracia y Misericordia. Gracias Señor Jesús, perdónanos.
Dios Padre Santo, tu miras las rodillas y codos de Jesús que están lacerados por sus caídas, las cuales han pagado por nuestras caídas en el pecado. Perdónanos Señor, gracias Señor Jesús por tu Divina Misericordia.
El Padre Celestial mira las llagas de tus santas manos traspasadas por nuestras malas obras, perdónanos Padre Santo, gracias Señor Jesús por sufrir por nosotros.
Dios Padre Misericordioso, tú miras las llagas de los pies traspasados de Jesús y allí ves como Jesús ya pagó por todos nuestros malos pasos y caminos, perdónanos Señor, gracias Señor Jesús.
El Padre Celestial quiere hacer Justicia y entra en tu corazón, pero allí encuentra tu corazón traspasado en el cual tú has creado una fuente infinita y eterna de Gracia y Misericordia que desarma la Justicia Divina y se abre para la salvación de todos nosotros los pecadores.
Gracias Señor Jesús, adoramos tus Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias y las de la Santísima Virgen María. Gracias Señor Jesús por salvarnos a través de tus sufrimientos y de tu santa muerte, gracias Virgen María por unirte con tus sufrimientos a los de Jesús y ser nuestra Madre y Señora Corredentora del mundo.
Gracias Señor Jesús, porque por tus santas llagas nos has sanado.
Hermanos y hermanas, quiero que entremos en oración profunda, por eso ahora no voy a hablar más en plural sino desde mi corazón, unido al corazón de cada uno de ustedes, para que puedan vivir este encuentro de una manera personal con el Señor.
Vive esta oración, siéntela en tu corazón, el Señor te escucha para bendecirte, sanarte y liberarte. El Señor desea santificarte, abre tu corazón.
Dios te ama, envió a su Hijo Jesús al mundo con el único propósito de salvar tu alma, ahora Jesús te espera con el corazón abierto para que entres en el, pues Jesús te salvó personalmente, él es tu Señor y Salvador personal.
No importa que tan grande sean tus pecados, la Misericordia Divina es más grande que todos ellos y desea purificarte para la eternidad. La Virgen María recibió la gracia para darle al mundo su Salvador, ahora ella nos lleva de la mano ante su hijo Jesús.
Virgen María, Madre Santísima, te pido que purifiques mi alma con tu piedad y recogimiento, con tu pureza, tu humildad, con todas tus virtudes y tus lágrimas.
Vengo ante ti Señor, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Señor, yo te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con toda mi fortaleza y con todo mi ser. Lléname de tu amor divino para que yo pueda ser como una fuente de tu amor divino que fluye hacia ti para glorificarte y hacia toda la humanidad para extender tu misericordia.
Dios Padre Eterno, quiero darte gracias por que me has dado el regalo de la vida, porque has tolerado pacientemente mis ultrajes a tu Divina Voluntad, te doy gracias por todo lo que me das física y espiritualmente, por mis seres queridos, y por el amor tan grande que me has manifestado a través de tu Hijo Jesús, a quien yo acepto como mi Señor, mi Dios, mi Rey y mi Salvador.
Madre Santísima llévame de tus manos, bañado en tus lágrimas a la Presencia de Cristo crucificado tu amadísimo Hijo.
Señor Jesús, humildemente me humillo y me postro en el Espíritu ante ti. Perdona mis pecados y los de toda la humanidad. Y así como cuando te recibo en la Sagrada Eucaristía, ahora te pido que me llenes de ti, para poder decir, No soy yo quien vive, es el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo que vive en mí.
Señor Jesús, yo quiero vivir en ti. Permíteme encontrar refugio permanente en tu Sagrada Humanidad quebrantada. Crucifica mi alma en tus Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias y las de la Santísima Virgen María.
Señor Jesús crucificado, vengo a pedirte perdón por todos los pecados de mi vida, te pido que sanes mi alma de todas las llagas que le han causado mis culpas y mi desobediencia a la Divina Voluntad.
No fueron los soldados romanos, ni los latigazos, ni la corona de espinas, ni los tormentos que sufriste en la crucifixión los que te torturaron y causaron tu muerte, fueron mis pecados. Y hoy me siento responsable personalmente de tu santa muerte y te pido perdón.
Sáname Señor Jesús, lava mi alma con tu Preciosa Sangre, límpiame de toda culpa y lléname de tu luz, haz de mí una criatura nueva, pues me entrego totalmente a ti y me someto a tu Divina Voluntad y Misericordia.
Ilumina mi conciencia Señor y dame el Espíritu de la verdad, permíteme vivir siempre en la luz de la verdad.
Pasa por toda mi vida, aun desde antes de mi concepción, pasa sanando, bendiciendo, purificando y restaurando. Pasa por toda mi familia, mis antepasados, todos los que me rodean; limpia nuestras vidas y santifícanos. Sáname de todos los pecados y culpas generacionales que están unidas a mi vida.
Hoy te presento mi vida llena de problemas, ansiedades, necesidades y expectativas. Vengo a colocar todo esto en tus Santas Llagas, pues quiero despreocuparme totalmente de todo mientras tengo este encuentro contigo. Que no sea mi voluntad sino la tuya, Señor, que mis deseos también sean los tuyos, que te apiades de mí, no porque yo tenga méritos que ofrecerte sino por tu Divina Misericordia. Señor Jesús, te entrego toda mi vida, te entrego todas mis cargas, encárgate de todo.
Virgen María, madrecita santa, ten compasión de mí, que soy pecador, viste mi alma con tu luz y preséntame a tu hijo Jesús, intercede por todas mis necesidades, consígueme la salvación.
Espíritu Santo santificador, dame tu luz, dame tu inspiración constante, dame tu palabra, llena mi templo con tu Espíritu, saca fuera de mi todo espíritu maligno y toma posesión completa de mi ser.
Saca toda oscuridad y lléname plenamente de tu luz, saca todo apegamiento, todo materialismo, todo amor propio, todo orgullo que haya en mí.
Señor Dios Padre, Padre de todos los espíritus, te doy gracias porque tú me has hecho espíritu de tu espíritu, luz de tu luz, y me has dado fe en Jesucristo tu hijo, nuestro Señor y Salvador.
Yo creo en Jesús y creo en los signos que acompañan a los creyentes. Dios Padre Santo, Te pido permiso para usar el nombre de Jesús y el nombre de la Santísima Virgen María, te pido que me compartas tu luz, tu gracia y tu poder para arrojar fuera los demonios de nuestras vidas.
Te comando Satanás, Lucifer y todo espíritu maligno que salgas fuera de mi vida, que te alejes de mí y de todas las personas que forman parte de mi vida.
Soy hijo de Dios, redimido y cubierto con la Preciosa Sangre de Jesucristo y te ordeno: vete Satanás fuera de mi vida y no vuelvas más. Te comando Lucifer y todos los demonios de la oscuridad que salgan fuera de mi vida y de todos los que yo ordeno por el poder de la luz de Dios que vence sobre las tinieblas.
Disípense todas las tinieblas que me rodean por el poder de la Luz de Dios.
Sal fuera Satanás y todo espíritu maligno en el nombre de Dios el Padre, de Dios el Hijo y de Dios el Espíritu Santo. Sal fuera Satanás y no vuelvas más por el poder del brazo de Dios y por el poder del pie de La Virgen María que aplasta y tritura tu cabeza.
Sal fuera Satanás y no vuelvas más, en el nombre de Jesús el Hijo del Dios vivo y el hijo de la Virgen María.
Vete Satanás y no vuelvas más, en el nombre de la Santísima Virgen María sin pecado concebida.
Sal fuera Satanás y no vuelvas más, te lo ordeno por el poder de la Santa Cruz.
Vete Satanás fuera de mi vida y de todos los que yo te ordeno, por el poder que Dios da a los ángeles y a los santos, por el poder del Santo de este día, por el poder de San Miguel Arcángel, por su santidad, su fidelidad y coraje, por su coraza, su escudo y su espada.
Oración en lenguas. Si no tienes el don de lenguas, pronuncia los santos nombres de Jesús y María.¿Quien como Dios? Nadie es como Dios.
¿Quién como la Virgen María? Nadie es como la Santísima Virgen María sin pecado concebida.
Gloria a Dios, gracias Señor, Gloria a Dios.
Todo el amor, la alabanza, el agradecimiento, la adoración, la bendición, el honor, el poder, el Reino, la Majestad y la Gloria sean en todo m omento tuyos Señor Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en compañía de la Santísima Virgen María. Amén. Aleluya, Gloria a Dios.
Querido hermano, hermana en Cristo. Que Dios te bendiga y te guarde, que te sane de todos tus males del cuerpo, la mente y el alma, que te libere de la influencia del maligno, que brille la luz de su rostro en tu alma, que te llene de Sabiduría y te comparta sus atributos divinos, que te colme de su luz y su gracia, y te llene de su paz.
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