Juan capítulo 12 versículo 24 - En verdad, en verdad os digo que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, quedará solo; pero, si muere, llevará mucho fruto."
Señor Jesús, tú cumpliste tu Santa Palabra al pie de la letra.
Como el grano del trigo que presta su servicio haciéndose pan, así lo hiciste convirtiéndote en el pan de la vida. Y así para poder producir mucho fruto, tú permitiste que tu humanidad fuera quebrantada y caíste en tierra muerto para que todos pudiéramos nacer en tu resurrección.
Derramaste tu sangre sobre la tierra, esa tierra de donde todos somos creados. Deshiciste la maldición que nos dio el Padre en el Paraíso, eres polvo y en polvo te has de convertir, pero como nos diste entrada en tu Espíritu, y nos has bañado de tu Sangre Inmortal, a través de ella nos das la vida eterna.
Con pasión vehemente permitiste la profanación de tu cuerpo para pagar así por nuestros pecados.
En tu Agonía en el huerto, sudaste sangre, sufriste en tu alma por todos los pecados de las almas y por aquellas que rechazan tu salvación y se arrojan al infierno.
Tu espalda fue flagelada y sufrió profundas llagas para pagar por toda la inmoralidad, la lujuria, el adulterio, el homosexualismo, el abuso sexual y todos los pecados de la carne que es templo del Espíritu.
Tu Sagrada cabeza, templo de la Sabiduría Eterna fue herida por la corona de espinas, pagando así por el orgullo y el materialismo del hombre, por todos los apegamientos indebidos a las cosas terrenales.
Tu rostro que es la belleza misma, fue martirizado y lo presentaste al Padre Eterno lleno de golpes, moretones, hinchazones, sangre, lágrimas y escupas, también reflejaba en tus ojos enrojecidos la angustia de tu alma.
Tus sagradas manos que siempre hicieron trabajos de santidad fueron traspasadas por nuestras malas obras.
Tus rodillas se llenaron de llagas por todas nuestras caídas en el pecado.
Tus pies fueron traspasados para pagar por todos los malos caminos en los cuales hemos vivido.
A través de tus dolores, lágrimas y angustias y también las de tu madre santísima, tu pagaste por todos nuestros placeres ilícitos, por el amor a las comodidades, por los pecados de los sentidos y por todos los pecados de nuestra humanidad.
Absorbiste el pecado de toda la humanidad para conseguir nuestro perdón del Padre Eterno.
Y por tus Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias y las del la Santísima Virgen María nos has sanado de todos nuestros males, pues llevaste todas nuestras cargas, necesidades, problemas y angustias.
Tu eres nuestra sanación y liberación, tu eres nuestro Salvador. Bendito seas.
La pasión de Cristo
