¿Pero cuál es este silencio interior, que nos dice Jesús acerca del silencio interior?
Es hacer callar las propias pasiones teniéndolas en su lugar, es imponer silencio a los deseos, a las inclinaciones, a los afectos, en suma, a todo lo que no llama a Dios.
Ahora, ¿cuál es el medio para llegar a esto? El único medio y de absoluta necesidad es deshacer el propio ser y reducirse a la nada, como era antes de que fuera creada, y cuando haya reducido a la nada su ser, retomarlo en Dios.
Y como callar las pasiones? ¿como silenciar los deseos de los sentidos? Debemos cerrar las ventanas del alma que están siempre abierta a través de los sentidos.
Debemos morir a las inclinaciones de la carne para poder nacer de nuevo en el Espíritu como dice Juan en el capítulo 3 versículo 3. El ayuno espiritual consiste en vencer todas pasiones que son producidas por los pecados capitales a través del uso de virtudes opuestas a los vicios.
Vencemos el orgullo con la humildad, la mentira y el engaño con la verdad, el odio con el amor y la justicia, la ira con la mansedumbre y la paciencia, la envidia y la codicia con la caridad y el abandono a la Divina Providencia, la lujuria con la pureza y la fortaleza, la pereza espiritual y la acedia con el don de la piedad, la fe y la esperanza, la gula, la glotonería y otros vicios de la carne con la templanza y la prudencia.
Cuando callamos las pasiones y silenciamos los deseos de los sentidos verdaderamente morimos espiritualmente y nos conocemos más a si mismos, de esta manera podemos empezar a conocer a Dios mas profundamente.
El conocimiento de Dios es como una línea vertical que sube desde la superficie de la tierra hasta el infinito. Hacia arriba para Dios y hacia el centro de la tierra que somos, hacia nosotros mismos. Mientras más nos conocemos a nosotros mismos mas conocemos a Dios. Como Juan Bautista debemos decir, que tu crezcas Señor y yo pueda disminuir. Esto es verdadera humildad.