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Reflexiones espirituales
José Belmore Arias

Virgen María: NO Sacerdote casadosVirgen María: NO Sacerdote casados

Virgen María: NO Sacerdote casados

Virgen María: NO Sacerdote casados!
El celibato sacerdotal es Sagrado


El hombre que más dignidad tiene en el mundo ante Dios es el Sacerdote, pues en sus manos viene a la vida el misterio de la cruz, la hostia consagrada y el vino consagrado se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo en la Sagrada Eucaristía. Pensémoslo bien; en sus manos ocurre el milagro de nuestra salvación, el cuerpo y la sangre de Cristo.

¿Quien puede tocar a Cristo sino el Sacerdote? ¿Y como pueden unas manos dedicadas a Cristo tocar sexualmente a otra persona sin ofender a Dios?

Inicialmente en el concilio de Elvira (España), la más antigua declaración canónica, canon 33 del concilio de Elvira en el año 305 Después de Cristo DC.[17] menciona de la siguiente manera: "Se ha decidido por completo la siguiente prohibición a los obispos, presbíteros y diáconos o a todos los clérigos puestos en ministerio: que se abstengan de sus mujeres y no engendren hijos; y quien quiera lo hiciere, sea apartado del honor de la clerecía".[18]

La Iglesia reafirmó el celibato para los Sacerdotes en Concilio de Nicea, año 325: se decretó que una vez ordenados, los sacerdotes no pueden casarse. Y allí fue donde se proclamó el Credo de Nicea.

Todos estas son normas de la Iglesia, que por autoridad eclesiástica han sido amarradas en la tierra y en el Cielo.

San Agustín escribe que "Nada hay tan poderoso para envilecer el espíritu de un hombre como las caricias de una mujer"

Pero miremos ahora que piensa el Cielo sobre este tema del Celibato.

Extracto de las Profecías y revelaciones de Santa Brígida.
Traducido del Inglés por José Belmore Arias Serna del Trabajo de Dios www.theworkofgod.org/spanish, puesto que circula en Internet una versión traducida al español que no es fidedigna.

Capítulo 10 del Libro 7
La Virgen María, hablando con la Señora Brígida (Santa Brígida), dice que de ninguna manera es la voluntad de Dios que los clérigos tengan esposas o estén contaminados por el vicio carnal, prohibiendo a cualquier papa permitir que este matrimonio de clérigos tenga lugar o se establezca en la Iglesia de Dios.

Capítulo 10
Alégrate eternamente, oh bendito Cuerpo de Dios, en honor perpetuo y en victoria perenne y en tu omnipotencia eterna junto con tu Padre y el Espíritu Santo y también con tu Madre bendita y dignísima y con toda tu gloriosa corte celestial.
Para ti sea la alabanza en verdad, oh Dios eterno, y una interminable acción de gracias por el hecho de que te dignaste convertirte en un ser humano y que por nosotros quisiste en el mundo consagrar tu venerable Cuerpo con pan material, y amorosamente nos lo entregaste como alimento para la salvación de nuestras almas!

Y sucedió que una persona que estaba absorta en la oración (Santa Brígida) escuchó una voz que le decía:

"Oh, tú a quien se le ha dado escuchar y ver espiritualmente, escucha ahora las cosas que quiero revelarte: a saber, sobre ese arzobispo quien dijo que si fuera Papa, daría permiso a todos los clérigos y sacerdotes para contraer matrimonios en la carne. El pensó y creyó que esto sería más aceptable para Dios que los clérigos deberían vivir disolutamente, en vez de como lo hacen ahora.

Porque él creía que a través de tal matrimonio se podrían evitar los pecados carnales mayores; y aunque no entendió correctamente la voluntad de Dios en este asunto, no obstante, ese mismo arzobispo seguía siendo amigo de Dios. Pero ahora te diré la voluntad de Dios en este asunto; porque yo (La Virgen María) di a luz a Dios mismo.

Harás saber estas cosas a mi obispo y le dirás que la circuncisión fue dada a Abraham mucho antes de que la ley fuera dada a Moisés y que, en ese tiempo de Abraham, todos los seres humanos fueron guiados de acuerdo a su propio intelecto y de acuerdo con la elección de su propia voluntad, y que sin embargo, muchos de ellos eran amigos de Dios. Pero después de que la ley fue dada a Moisés, a Dios le agradó más que los seres humanos vivieran bajo la ley y de acuerdo con la ley en lugar de seguir su propio entendimiento y elección humana. Fue lo mismo con el bendito Cuerpo de mi Hijo.

Porque después de que él instituyó en el mundo este nuevo sacramento de la Eucaristía y ascendió al cielo, la antigua ley aún se mantuvo: a saber, que los sacerdotes cristianos vivían en matrimonio carnal. Y, sin embargo, muchos de ellos todavía eran amigos de Dios porque creían con simple pureza que esto era agradable a Dios: a saber, que los sacerdotes cristianos deberían tener esposas y vivir en el matrimonio tal como, en los tiempos antiguos de los judíos, esto le había complacido a Él en el caso de los sacerdotes judíos.

Y así, esta fue la observancia de los sacerdotes cristianos durante muchos años. Pero esa observancia y costumbre ancestral nos pareció muy abominable y odiosa a toda la corte celestial y a mí, que le di nacimiento a su cuerpo: a saber, porque así lo observaban los sacerdotes cristianos que, con sus manos, tocan y manejan este nuevo y Sacramento inmaculado del Santísimo Cuerpo de mi Hijo.

Porque los judíos tenían, en la antigua ley del Antiguo Testamento, una sombra, es decir, una figura, de este Sacramento; pero los cristianos ahora tienen la verdad misma, es decir, aquel que es verdadero Dios y hombre, en ese pan bendito y consagrado. Después de que los primeros sacerdotes cristianos hubieran observado estas prácticas por un tiempo, Dios mismo, a través de la infusión de su Espíritu Santo, puso en el corazón del Papa otra ley más aceptable y agradable para él en este asunto para guiar a la Iglesia: a saber, al verter esta infusión en el corazón del Papa pudiera así establecer un estatuto en la Iglesia para que los sacerdotes cristianos, que tienen un oficio tan santo y tan digno, es decir, de consagrar este precioso Sacramento, de ninguna manera deberían vivir en el fácilmente contaminado deleite carnal del matrimonio.

Y por lo tanto, a través de la pre-ordenanza de Dios y su juicio, se ha ordenado con justicia que los sacerdotes que no viven en la castidad y la continencia de la carne sean maldecidos y excomulgados ante Dios y merezcan ser privados de su oficio sacerdotal. Pero aún así, si verdaderamente enmiendan sus vidas con el verdadero propósito de no pecar más, obtendrán misericordia de Dios.

Sabe esto también: que si algún papa concede a los sacerdotes una licencia para contraer matrimonio carnal, Dios lo condenará a una sentencia tan grande, de una manera espiritual, tal como la ley inflige de manera corpórea a un hombre que ha transgredido tan gravemente que le deben sacar los ojos, cortarle la lengua y los labios, cortarle la nariz y las orejas, amputarle las manos y los pies, derramar toda la sangre de su cuerpo para que se enfríe por completo, y finalmente, su cadáver desangrado ser arrojado a los perros y otras bestias salvajes para que sea devorado. Cosas similares realmente sucederían de una manera espiritual a ese papa que se fuera en contra de la pre-ordenanza y voluntad de Dios antes mencionada y otorgara a los sacerdotes tal licencia para contraer matrimonio.

Porque ese mismo papa estaría totalmente privado por Dios de su vista y oído espiritual, y de sus palabras y obras espirituales. Toda su sabiduría espiritual se volvería completamente fría; y finalmente, después de su muerte, su alma sería expulsada para ser torturada eternamente en el infierno para que allí se convierta en la comida de los demonios eternamente y sin fin. Sí, incluso si San Gregorio el Papa hubiera hecho este estatuto, en el parágrafo antes mencionado nunca habría obtenido misericordia de Dios si no hubiera revocado humildemente su estatuto antes de su muerte.

Nota: Este es el comienzo de una revelación que la Señora Brígida (Santa Brígida) tuvo en Nápoles para la Señora reina de la misma ciudad (La Virgen María). Pero otras cosas contenidas allí no se establecen aquí porque son secretos que pertenecen al estado y la persona de dicha dama reina.

Esta es la posición del Cielo con respecto al celibato en los Sacerdotes. Por eso el Sacerdote ha entregado su vida a Cristo y es digno de su recompensa celestial, es un martirio para él no poder participar de tantos gozos humanos, pero el alma del Sacerdote se goza a Cristo como esposo.

¿Ante los nuevos cambios de la Iglesia, que piensas hermano, hermana?
¿Quién tiene la razón?
¿Qué es más importante, complacer a Dios o complacernos a nosotros mismos?

Señor, ten piedad de nosotros.
Oh María concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a vos.

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