Almas del Purgatorio - fieles difuntos - almas de los muertos
Almas del Purgatorio - fieles difuntos - almas de los muertos
La Iglesia Católica celebra el día de los fieles difuntos el dos de Noviembre de cada año. Cuando pensamos en los difuntos pensamos en las personas que conocimos, especialmente nuestros seres queridos y veneramos su memoria lo cual es algo muy confortante para nuestras almas, pero de nada ayuda a sus almas si no ofrecemos la Preciosa Sangre de Cristo por ellas.
Después del Concilio Vaticano Segundo, la celebración en memoria de las almas del purgatorio pasó a un nivel humano que no hace justicia a la necesidad que ellas tienen de nuestra oración. La terminología cambió, no se hace la misa por el alma que sufre en purgatorio, se habla de la memoria del alma del fiel difunto, a veces ya, hasta se les pide a los difuntos como si fueran santos.
La realidad de esta conmemoración es que la Preciosa Sangre de Cristo en la Santa Misa debe ser ofrecida por la purificación de las almas del purgatorio, pues si estas almas no fueron condenadas, solo hay dos lugares donde pueden estar: el Purgatorio o el Cielo.
Como seres humanos, nosotros no pensamos mucho en el alma, pero el alma es lo que vive en esta materia que vemos, retirada el alma el cuerpo, este se convierte en podredumbre y no tiene ningún valor sino para los gusanos.
De ahí la importancia de vivir una vida santa en la tierra para que nuestras almas puedan brillar con la luz de Dios en la santidad y así poder salir del cuerpo el día de la muerte para ser ascendidas al cielo por los ángeles.
¿Qué tipos de almas pueden subir directo al cielo? Solamente las almas de los santos, los cuales soy muy escasos en esta generación.
El alma de los seres humanos está dotada de tres potencias que son: memoria, entendimiento y voluntad.
La memoria del alma le recuerda que es una criatura de Dios, que vive inmortalmente porque tiene el aliento de Dios y por esta razón debe dedicarse a vivir para conocer, amar, servir, entender y adorar a Dios.
La potencia del alma es el entendimiento, el cual es trasmitido al hombre a través de la gracia de Dios que desea que la criatura se santifique y adquiera méritos para obtener su salvación. El espíritu de Dios que vive en el alma le ilumina del mismo modo que la razón de la mente hace vivir al hombre de manera racional, pero el espíritu de Dios busca la santidad del alma mientras que la mente del hombre se contamina con el amor propio, los deseos carnales y por eso es un enemigo del alma.
En medio de esta lucha espiritual, el hombre siente en su conciencia esos dos llamados tan importantes, uno hacia la luz y el otro hacia la oscuridad.
El alma pura se ilumina con las buenas obras y el amor a Dios mientras que el alma impura se contamina con el pecado y pierde su luz.
Debido al estado del alma en el momento de la muerte, es muy escaso encontrar un alma pura como lo desea Dios, y por esa razón el alma debe ser purificada para la gloria de Dios o condenada eternamente por causa de haber vivido alejada de Dios.
La tercera potencia del alma es la voluntad. Dios ha creado el hombre en su imagen y semejanza, le ha dado el libre albedrío o voluntad propia por medio de esto el hombre decide por su propia cuenta si se quiere salvar o si se quiere condenar.
Nadie desea condenarse, o por lo menos no lo espera, eso hace que confiemos demasiado en la misericordia de Dios y abandonemos nuestro trabajo para Dios.
Al final de la vida el alma es como un registro de todas las obras buenas y malas de su vida. Esto determina si el alma es como un espejo limpio en el cual Dios se puede mirar su rostro o si es un espejo manchado que necesita ser purificado, o peor aun que por su maldad debe ser arrojado al infierno.
¿Y que pasa en el momento de la muerte?
Cuando ocurre la muerte es porque el alma se desprende del cuerpo, la vida que Dios le da al cuerpo sale en ese momento y entra a su estado espiritual alejado del cuerpo. El cuerpo toma su curso natural tal como la ha predicho Dios, eres polvo y al polvo regresarás (Génesis 3:19)
Purgatorio
Después del Juicio particular, el alma siente esa de purificarse para poder estar en la Presencia de Dios para toda la eternidad. Ese gozo de haber estado en su Presencia por tan solo un instante le causa hambre insaciable de Dios y deseo de sentirse totalmente purificada para disfrutar de la visión beatífica.
Aunque el pecado haya sido perdonado en la tierra, si no se hizo reparación por sus culpas, el alma deberá purificarse así como el oro es purificado en el fuego hasta que cualquier mancha que no se limpió con la sangre de Cristo aquí en la tierra sea purificada con el fuego de la Justicia Divina. De ahí la importancia de la recepción de la sangre de Cristo en la Sagrada Eucaristía para lavar y purificar el alma, igualmente la necesidad de reparación que todos debemos hacer constantemente con la caridad hacia el prójimo, y con virtudes que remplacen los vicios y pecados que el alma ha tenido en la vida mortal. En el Purgatorio el alma no puede rezar por ella misma, pues lo que no se hizo en vida, no se puede hacer después de la muerte, así que el alma queda a la merced de la misericordia de las personas en la tierra que recen por ella. El amor de Dios es un fuego consumidor, y el alma debe ser purificada en el amor. Esta purificación se puede encontrar aquí en la tierra si vivimos la voluntad y practicamos la misericordia, si no lo logramos encontraremos en la Justicia Divina el amor de Dios que no nos rechaza pero nos espera en su fuego para purificarnos.
Muchos niegan el Purgatorio, juzgando imperfectamente la misericordia de Dios. Si nada puede entrar al cielo impuro, como entonces podríamos entrar?
Si Pedro se sintió impuro ante la santidad del Señor y le dijo: Apártate de mi Señor que soy pecador, así mismo el alma verá su impureza y reconocerá que no es digno de estar en la presencia de Dios que es un fuego consumidor.
Solo se puede entrar al fuego sin quemarse cuando el alma arde con amor igual que el fuego, y en esto consiste la purificación del alma, en el amor. Amor a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo. La purificación del amor ha sido alcanzada por muchas almas buenas que vivieron en la tierra para hacer la voluntad de Dios. La Iglesia nos ha dado su testimonio en las vidas de los santos y estos han relatado sus experiencias con almas del Purgatorio, de ahí el conocimiento que nos lleva a hablar del Purgatorio como una realidad que existe después de la muerte.
El Purgatorio se puede evitar si vivimos una vida santa, que consiste en aceptar la Voluntad de Dios en todas las circunstancias, durante nuestros sufrimientos y especialmente en el momento de la muerte. Podemos demostrar nuestro amor a Dios cuando deseamos vivir en su Presencia y hacemos todas las cosas para Él, con Él, en Él y por Él.
Debemos conocer, amar y servir a Dios. Puesto que Jesús nos ha salvado a través de su sufrimiento en la cruz, debemos de familiarizarnos con su pasión, agonía y muerte. Debemos reconocer que Él está con nosotros (Emanuel) verdaderamente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Debemos de vivir con mucho respeto y agradecimiento la Santa misa, la cual es una reconstrucción no sangrienta del sacrificio del Calvario de la manera que Cristo mismo lo pidió que se hiciera en memoria suya. (Lucas 22:19) Debemos recibir la Sagrada Eucaristía, su cuerpo y su sangre en estado de gracia, esto es, habiéndonos confesado de nuestros pecados. Si demostramos ese amor por Cristo en su Presencia Eucarística, tenemos asegurada nuestra salvación, y si hacemos reparación por nuestros pecados, evitamos tener que hacer expiación de ellos en el Purgatorio.
La limosna tiene un valor muy grande ante Dios, la caridad cubre muchos pecados. Una caridad muy grande es ofrecer nuestras buenas obras en expiación de los pecados de las almas del Purgatorio, puesto que ellas no pueden rezar por ellas ni hacer nada aparte de esperar nuestra limosna y la misericordia divina.
¿Y como es el encuentro del alma con Dios después de la muerte?
Después de la muerte, el alma tiene un pequeño encuentro con Dios. El Señor le muestra su alma en el estado prístino, puro, inmortal y celestial en el cual fue creado. A la vez en un instante en la luz de Dios el alma ve su vida como en un filme, el Señor le muestra en el Libro de la Vida todas sus acciones buenas y malas. Por las buenas acciones Dios le justifica y le ofrece la gloria eterna, pero por las malas le muestra que tan lejos se encuentra de llegar otra vez a la luz de Dios.
El alma avergonzada siente necesidad de purificarse y se tira al tormento de las llamas de purificación para alcanzar esa perfección que necesita para poder entrar al cielo. El alma siente la culpa de haber ofendido a Dios y desea pagar. En verdad no sale de allí hasta pagar el último centavo espiritual de su deuda. (Mateo 5:26)
El alma en Purgatorio ya no posee voluntad excepto la de purificarse, y tampoco puede obtener méritos ni por su oración porque ya en la Justicia de Dios se ha establecido su castigo de purificación.
El alma vive en un gozo que crece más y más a medida que se va purificando.
Si el alma está en estado de Gracia y si ha vivido una vida santa, Dios le puede permitir ser llevada a su gloria inmediatamente después de su Juicio particular.
Pero si después de la muerte, el alma rechaza el amor de Dios y su misericordia y en vez de sentir dolor por sus pecados se rebela contra Dios y no le acepta como su Salvador, entonces escoge el camino de la oscuridad y es enviada al infierno. Su castigo es irreversible.
Celebramos el mes de Noviembre por las almas del Purgatorio. Es un mes en el que recordamos nuestros seres queridos que ya se encuentran con el Señor y las almas de todos los fieles difuntos.
Es triste que el día de los difuntos que se celebra en la Iglesia Católica el día primero de Noviembre, se haya mezclado con tradiciones paganas de diferentes culturas que desde el día anterior o sea el treinta uno de octubre celebran el Hallowen que en definición católica es la vigilia de todos los santos.
Como burlesco y ofensa a Dios, muchas culturas asocian el Hallowen Católico con una celebración a los muertos, es decir no a los santos sino a todos los que ya pasaron al más allá, pero de una manera grotesca con disfraces horribles para los niños y con ritos satánicos que ofenden a Dios.
Estados del Purgatorio
Santa Francesca Romana tuvo una visión del Purgatorio dividido en tres partes distintas:
En la parte superior del están las almas que sufren sólo la pena de la privación de la visión de Dios, o alguna pena suave de poca duración para poder ver a Dios y gozar de Él.
En la parte media del Purgatorio sufren las almas que cometieron pecados pequeños o que deben, ayudadas por nosotros, liberarse de la pena de pecados mortales, perdonados pero no del todo expiados.
En el fondo del abismo del Purgatorio y limitando con el infierno está la tercera parte, o sea la región del Purgatorio inferior, lleno de fuego claro y penetrante, distinto al del infierno que es oscuro y tenebroso, pero donde se sufre casi como en el infierno, pero no eternamente.
El Purgatorio es entonces un lugar de purificación que nos permite finalmente entrar al Cielo. Cada uno de nosotros tenemos un alma que algún día va estar en el Purgatorio.
¿Y cuanto tiempo se padece en el Purgatorio?
La hermana Lucía dos Santos durante las apariciones de la Virgen de Fátima tuvo este diálogo con la Virgen.
Le preguntó ¿Y yo también voy al cielo? Sí, vas.
¿Y Jacinta? También.
¿Y Francisco? También, pero debe rezar muchos rosarios.
Entonces a dos señoritas que habían muerto hace poco tiempo y preguntó por ellas. Eran sus amigas y estaban en su casa para aprender a tejer con su hermana mayor.
¿María de las Nieves ya está en el cielo? Sí, está.
Ella tenía unos 16 años.
¿Y Amelia? Estará en el Purgatorio hasta el fin del mundo.
Esto nos da una idea del tiempo del purgatorio, pues en esos tiempos los jóvenes no eran tan pecadores como hoy, y Amelia, sufrirá en el Purgatorio hasta el fin del mundo. Esto ocurrió en 1917, ya han pasado ciento dos años, pobre Amelia.
¿Y que puede recortar el tiempo del Purgatorio?
Solamente las misas que se ofrecen por el eterno reposo de las almas, solamente la preciosa sangre de Cristo puede acortar su estadía en purgatorio.
Cuando mueren nuestros seres queridos, en la mayoría de los casos dejan alguna fortuna que beneficia a sus herederos. Es triste ver mucha gente se alegra y disfruta de esos bienes mientras se olvida del estado del alma de sus padres o benefactores.
La mejor forma de ayudar a las almas del Purgatorio es ofreciendo misas gregorianas por su eterno descanso, normalmente se habla de 30 misas consecutivas, pero también hay una historia muy interesante que nos habla de cuarenta y ocho misas.
Esta es una descripción de cómo San Vicente Ferrer celebró cuarenta y ocho misas gregorianas por el alma de su hermana. Ella vino desde el Purgatorio a pedirle ayuda, luego un ángel le confirmó su petición y le dijo como debía de hacer las misas.
Esto es tomado de un documento sobre las Misas de San Vicente Ferrer.
Doña Francisca (hermana de San Vicente Ferrer le habla a su hermano.)
Pues eres mi sangre, escucha: no es posible que yo salga de este incendio que me oprime, de este fuego que me abrasa, en cuanto tú no dijeres, a mi alma dedicadas, las misas de San Gregorio.
En ellas, la soberana majestad del Uno y Trino puso virtudes tan altas, consagró dones tan regios, depositó tantas gracias, favores e indulgencias, que con ellas revocara Dios la sentencia que ha dado contra mí, si tú, con ansias, prerrogativas y afectos, estas misas sacrosantas de San Gregorio celebras.
Pues no sólo entre las llamas me aliviarán, pero al punto que su número llegara al debido cumplimiento, saldré de esta cárcel santa a la gloria de Salem, paraíso de la gracia.
Duélete, hermano, de mí, de los dolores que pasa mi espíritu; no permitas que pene entre penas tantas, entre diluvios de fuego, entre volcanes de llamas, entre horribles mongibelos, mi alma, depositada hasta el día del Juicio (día tremendo, a quien llaman los Santos día espantoso del gran Dios de las venganzas.) Cúbrese el Purgatorio.
San Vicente Ferrer
Mi Dios, vuestros juicios son misteriosos y admirables, prodigiosos, inefables, como dice Salomón.
Y en esta revelación manifestáis los primores, regalos, luces, favores, piedades, glorias, ternezas, auxilios, dones, franquezas, que usáis con los pecadores.
Y, pues el medio habéis dado para que vuestra sentencia la revoque la clemencia de vuestro nombre sagrado; pues mi oración ha llegado al eterno consistorio, para que del Purgatorio salga a luz esta visión, reveladme cuántas son las misas de San Gregorio; a qué santo dedicadas han de ser. Que yo, Señor, aunque indigno pecador, de estas siempre iluminadas revelaciones aladas obedeciendo el intento, de vuestro real mandamiento y adorada majestad celebre con humildad el más alto sacramento.
Tocan chirimías, y baja en una nube un ángel con un pergamino, o tablas, escritas las misas de San Gregorio.
Ángel a San Vicente Ferrer
Varón justo, el Uno y Trino tus lágrimas recibió por perfecto sacrificio, víctima de más valor.
Y, pues has visto a tu hermana, y fue la revelación por mérito de sus obras, sacra inspiración de Dios; pues hasta el Juicio Final a tu hermana condenó en el Purgatorio eterno la justicia de Siló; pues por medio de las misas de San Gregorio, el Señor revocará la sentencia.
En este sacro perdón vienen escritas, notando que cuarenta y ocho son: siete a la Virgen María; una a la Circuncisión; tres a los Patriarcas; una a la Santa Pasión;
nueve a los Coros Angélicos; tres al Baptista y su voz; cinco a los Apóstoles; dos al Ángel Custodio; una a San Miguel de Difuntos, y las tres, con fervor, a todos los Confesores y Mártires del Señor; cuatro a los evangelistas; una al Miércoles de Pasión, cinco a las Llagas de Cristo, y tres, con devoción, a la Santa Trinidad.
Éstas, insigne varón, las cuarenta y ocho misas son, que el Papa San Gregorio celebró, y tú las puedes celebrar, para que yo saque el alma de tu hermana, por mandamiento de Dios, del Purgatorio, y la lleve a la celestial Sión.
Vuela el ángel.
Y ahora San Vicente Ferrer dice:
Gracias os doy, rey inmenso, por tan supremo favor: los ángeles os alaben, pues en el coro mayor todos os aclaman santo, santo, santo, Sabaot; infinitamente justo y misericordioso sois; y así diré con David, al son del arpa interior, tocando la voluntad las cuerdas de la razón:
naciones del Universo, ¿quién hay como vuestro Dios?
Oración por las almas del Purgatorio - fieles difuntos - almas de los muertos
Padre Eterno, te ofrezco el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de tu amadísimo hijo Nuestro Señor Jesucristo, las penas de María nuestra madre dolorosa, las santas llagas, sangre, agua, dolores, lágrimas y angustias de Jesús y María. Y los méritos de todas las devociones, rosarios y santas misas que se han ofrecido, se están ofreciendo y se ofrecerán en tiempo y en eternidad por las almas del Purgatorio.
Dales Señor el descanso eterno
Y brille para ellas la luz perpetua
Descansen en paz. Amen.
Oh María concebida sin pecado, ruega por nosotros que recurrimos a vos.
Almas del Purgatorio - fieles difuntos - almas de los muertos