Siete 7 palabras de Jesús en la cruz - Explicación de Jesús. Mensaje - Sermón
Siete 7 palabras de Jesús en la cruz - Explicación de Jesús. Mensaje - Sermón
Por José de Jesús y María del Trabajo de Dios
Fue con inmenso amor que la Palabra de Dios se encarnó y se hizo hombre por el Poder del Espíritu Santo, y nació de la Virgen María, y se hizo hombre, esa misma Palabra estaba en el comienzo antes de la creación , se hizo carne y habitó entre nosotros, (Juan capítulo 1:1-4) esa misma Palabra, que es nuestro Señor Jesucristo, nos dio los Santos Evangelios como testimonio de Su palabra increada, y en la cruz durante Su dolorosa Pasión, Jesús resume la totalidad de su vida y misión en el mundo con la expresión de las últimas siete palabras.
Cada palabra que sale de la boca de Dios tiene el poder de salvarnos. Dime tan solo una palabra Señor y seré sanado (Mateo capítulo 8:8). Si escuchamos atentamente las últimas siete palabras de Jesús en la cruz, tendremos nuestras mentes abiertas y verdaderamente aceptaremos que Él es el Cristo, por cierto, este hombre es el Hijo del Dios vivo. (Mateo capítulo 27:54)
Y todos debemos venir a ver a aquel a quien hemos traspasado (Zacarías capítulo 12:10), porque es solo por medio de la fe en Él que podemos ser salvados, allí en la cruz por medio de Sus Santas llagas hemos sido sanados. (1ª de Pedro capítulo 2:24). Mientras miramos y contemplamos sus llagas, el Padre nos mira misericordiosamente a través de esas llagas y esa Preciosa Sangre.
Jesús viene a interceder por nosotros en la cruz, se le entrega al Padre, ofrece su sacrificio como expiación por nuestros pecados; en la cruz, Jesús es el Templo, el Sacerdote, el Altar y el Santo Sacrificio. Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Estas meditaciones sobre las últimas siete palabras de Jesús en la cruz, nos iluminarán cuando su luz está siendo desvanecida por nuestra pecaminosidad y así muere en la cruz, aunque solo para venir a vivir en nuestros corazones, ya que Jesús murió para que podamos vivir eternamente, y mientras morimos con Él en el Bautismo, participamos de su resurrección en el último día. (Romanos capítulo 6:4)
La Santísima Virgen María está al pie de Jesús, Jesús ha entrado en la más profunda agonía mientras sus últimos momentos en la tierra son contados, y nuestra Santísima Madre también está participando en su alma de esta atroz agonía que Jesús tiene que soportar por causa de toda la humanidad Escuchemos esas últimas siete palabras de Jesús en la cruz, y llevémoslas a nuestros corazones como un compendio de la Palabra de Dios para nosotros, como un testamento de Jesús que nos ama tanto. Déjenos modelar nuestras vidas por esas últimas 7 palabras en la cruz.
Primera palabra
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen
Mi querido Señor Jesús, Tú estás crucificado y levantado en la cruz, tu dolor está más allá de nuestra imaginación, y no hay parte en todo tu cuerpo que no esté sufriendo hasta los límites. Sin embargo, estás haciendo todo esto, por causa de tu infinito amor por la humanidad, tu sufrimiento ha llegado a la cima y ahora estás listo para interceder por nosotros ante Nuestro Padre Celestial cuando exclamas mirando al Cielo:
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Ellos no saben y no entienden que Yo estoy pagando por todos sus pecados con mis insoportables sufrimientos; no entienden que esos pecados me han crucificado. El pecado ha tomado la forma de tormentos para mí, se ha convertido en clavos, cruz, insultos y odio, que ha cobrado vida en su agresión contra la inocente víctima celestial. Yo soy presa de su maldad.
Yo estoy pagando con mi Divina Misericordia por toda la maldad, los insultos y crueldades que han cometido; Yo tengo todas las almas en mi alma, toda su vida está en mis heridas y sangre, he llevado sus pecados a mi corazón para satisfacer a la Justicia Divina y ahora les estoy ofreciendo este Santo Sacrificio para su perdón, para que puedan tener vida eterna. Padre, perdónalos, ellos no saben lo que hacen.
Mis brazos están extendidos en agonía, pero Yo se los ofrezco para abrazarles y presentártelos a ti, Padre, entonces digo con las voces de mis heridas, dolores, penas y lágrimas: Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Y a todos ustedes, pecadores, Yo les digo: vengan y miren a aquel a quien han crucificado, este es el momento de la verdad, los estoy llamando desde el trono de la Misericordia y la Gracia, todos los pecados serán perdonados si me aceptan como su Señor y Salvador, no quiero que mis sufrimientos sean en vano, arrepiéntanse ahora y acepten mi ofrecimiento santo para ustedes, y la petición que hago: Padre, perdónalos.
He sido levantado en la cruz para cumplir mi misión, pero recuerden mis palabras: Cuando Yo sea levantado, atraeré a toda la humanidad hacia mí. (Juan capítulo 12:32) Siendo omnipotente y omnipresente, siendo Dios y hombre al mismo tiempo, Yo hablo con palabras de valor eterno, por lo tanto, soy elevado aquí en este altar de la cruz y al mismo tiempo este sacrificio santo es repetido por cada Sacerdote consagrado cuando me levantan en el altar durante la Santa Misa o cuando Yo estoy expuesto en el Santísimo Sacramento del altar. Es desde aquí que repito mis palabras de salvación: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Yo digo estas palabras cuando mi perdón se te da a través del Sacerdote en el Sacramento de la Confesión. No tengas miedo de venir al confesionario para confesar tus pecados, porque los pecados que los sacerdotes perdonan son verdaderamente perdonados por mí (Juan capítulo 20:23) Segunda palabra de Jesús en la cruz
Hoy estarás conmigo en el ParaísoLa segunda Palabra de Jesús en la cruz es un inesperado regalo de la Gracia para un ladrón moribundo que confiesa que Jesús es el Cristo y el Señor. En su infinita bondad, Jesús le regala su amor diciendo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
La gracia de Dios tocó el corazón de este ladrón cuando él se dio cuenta y reconoció que estaba al lado de Dios, admitió su pecaminosidad en contraste con la santidad del hombre inocente que estaba siendo sacrificado junto a él, el ladrón aceptó que estaba siendo castigado porque de hecho era un criminal, pero en un momento de contrición, entregó su miseria a Jesús diciéndole: Señor, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino. Él aceptó que Jesús era un Rey y Señor, no solo expresó su arrepentimiento sino que hizo un acto de adoración. Jesús respondió a su petición diciendo: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
La agonía de Jesús está en su estado más profundo, sus dolores son innumerables desde la parte superior de su cabeza hasta la palma de sus pies, Él quiere conquistar todas las almas, y no desprecia a nadie que se le acerque con un corazón contrito.
Querida alma, tu has venido a mi Trono de Gracia, Yo estoy aquí para perdonarte, Yo no cuento tus pecados, Yo solo cuento tu arrepentimiento, y si realmente tienes lágrimas de arrepentimiento, las atesoraré como perlas preciosas, y olvidaré todos tus pecados. Imita a este ladrón que, siendo un hombre pecador, vino con confianza ante mí, la Gracia de Dios, y me pidió que tuviera piedad de él. En el momento de tu muerte, estaré complacido en decirte: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Si estudias mis últimas siete palabras cuidadosamente, llegarás a entender que Yo soy Amor, que no rechazo a nadie que venga a mí, de hecho, los invito a todos a venir a mi Reino, Yo quiero salvarte hoy, no te vayas, quédate conmigo meditando sobre mis sufrimientos por tus pecados y los pecados de toda la humanidad. Deja que esta palabra mía sea grabada en tu corazón, "hoy estarás conmigo en el Paraíso".
Tú eres salvo por mi Gracia, no por algo que puedas hacer por Dios, lo que se requiere de ti es actuar con justicia, amar misericordiosamente y caminar humildemente ante mi Presencia (Miqueas capítulo 6:8). Si vives por mi Voluntad tu estarás en mí y Yo estaré en ti, porque mis palabras permanecen en ti, y obedeces mis mandamientos. (Juan capítulo 15:4) Prepárate para el último día de tu vida cuando querrás que Yo te diga, hoy estarás conmigo en el Paraíso.
Sé mi discípulo, no te guardes estas palabras para ti solamente, proclámalas a todos, deja que mi salvación llegue a los confines de la tierra, diles que Yo perdono los pecados, y que Yo quiero salvarlos, y asegúrales que ellos también pueden estar conmigo en el Paraíso.
Tercera palabra de Jesús en la cruz
Mujer, he ahí a tu hijo. Y a Juan y a todos: he ahí a tu madre
Señor Jesús, estás sufriendo tanto, tu eres el Hombre de dolores, (Isaías capítulo 53:3) Tu eres un buen padre que siente tanto dolor de dejar solos a tus hijos en el mundo, no quieres dejarnos huérfanos. Tú eres el Nuevo Adán (1a Corintios capítulo 15:45), el que da vida en el espíritu, aquel cuya Preciosa Sangre nutrirá las almas de todos los hijos de Dios, nacidos del espíritu después de tu muerte. Nos has dado todo lo que es posible obtener de ti, y sin embargo, tu no quieres dejarnos huérfanos, entonces miras a tu madre con ternura y estableces la nueva creación en el espíritu, le dices:
"Mujer, he ahí a tu hijo". Tú eres la mujer de la que se habla en Génesis, que aplasta la cabeza de la serpiente, la Nueva Eva, la madre de todos los hijos de Dios, seres espirituales engendrados en el altar de la cruz a través de mi sufrimiento y el tuyo.
Y luego miras a toda la humanidad en la persona de Juan, no necesitas muchas palabras, entonces terminas tu creación de amor y le dices:
"He ahí a tu madre"
Yo quiero que todos ustedes entiendan que la primera creación falló debido al pecado, sin embargo, en el plan de Dios, todo se ha tenido en cuenta: así los padres de la nueva creación del amor, vienen como la respuesta de Dios al pecado. Yo soy el nuevo Adán, el Padre de toda la humanidad redimida; Abarqué toda la raza humana en mi cuerpo, alma y espíritu. Siendo Dios y hombre, nada es imposible para mí, por lo tanto, Yo sufrí el castigo del pecado a cambio de la nueva vida en el espíritu para mis hijos. El pecado trajo la muerte al mundo, Yo soy la Gracia, y Yo le traigo vida al mundo a través de esa gracia. Cuando digo "Mujer, he ahí a tu hijo", Yo estoy diciendo, querida madre, te estoy haciendo la Nueva Eva, la madre de todos mis hijos, la primera creación descendió de la carne, pero esta nueva creación desciende de tu Inmaculado Corazón, y lleva mi santidad y la tuya. Yo te doy toda la humanidad, mira a tus hijos, querida madre, y cuídalos.
Además, Yo debo decirles a todos ustedes que encuentran esto difícil de aceptar, les recuerdo, que Yo recibí mi Sagrada Humanidad de la carne y sangre de mi madre. Como el Hijo unigénito del Padre, mi Divinidad se unió a mi humanidad y a la humanidad de mi madre en lo que se llama la unión hipostática, esto fue hecho por su consentimiento y por el poder del Espíritu Santo, y así Yo me volví verdadero Dios y verdadero hombre. Teniendo esto en mente, le dije a mi madre: "Mujer, he ahí a tu hijo" y te digo a ti ahora: "he aquí a tu madre".
Querido hijo, (o hija), conságrate al Corazón Inmaculado de mi madre, la Santísima Virgen María, de esa manera Yo puedo decirle a ella: "Mujer, he ahí a tu hijo (hija)", y luego puedo decirte, hijo o hija, he aquí a tu madre. Sé consolación para ella en sus penas, haz por ella aquello que me gustaría hacer Yo mismo, ámala con el amor que Yo le amo, ámala como a tu Madre Celestial, que tiene gran autoridad en el Cielo y que siempre obtiene favores para ti a través de su poderosa intercesión.
El amor que tú le das a mi madre me glorifica, nunca quita mi gloria, por el contrario, te da la gracia de tener una poderosa abogada ante mi Justicia y me complace, porque tú aceptas a mi madre como a tu madre. Oh, mi querida madre; ayuda, asiste y mira a tus hijos. Y a todos ustedes les digo, mis queridos hijos, he aquí a su madre.
Cuarta palabra en la cruz
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Querido Señor Jesús, todos tus amigos y los apóstoles te abandonaron, tenían miedo, excepto Juan tu fiel discípulo, tu santa madre, y algunas mujeres que te acompañaron en tu dolorosa pasión y permanecieron al pie de la cruz hasta que respiraste tu último aliento.
A pesar de esta santa compañía a tu alrededor, con voz agonizante, le dijiste al Padre;
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Padre, Yo he hecho tu Santa Voluntad, he dado todo lo que mi humanidad unida a mi Divinidad pudo darle a mis hijos. Me gustaría salvarlos a todos, pero veo tanto rechazo y malicia. Padre, no me abandones; necesito al menos tu consuelo, para compensar la indiferencia de la raza humana. Yo Los amo tanto que estoy dispuesto a perdonarlos a todos, mis brazos abiertos están aquí para darles la bienvenida, mis santas llagas están abiertas para absorber su pecaminosidad, y cuando los perdono, quiero lavarlos con mi Preciosa Sangre y dar vida de nuevo a sus almas. Y, sin embargo, Yo siento que dan la espalda a mi sufrimiento, ignoran mi sacrificio por ellos, están siendo arrancados de mi alma cuando eligen despreciarme y entregarse a su nuevo padre, el demonio.
Almas, almas, ¿por qué me han abandonado? ¿Qué he hecho para merecer tal desdén? Yo les di la vida, respiré mi aliento en las almas para que pudieran vivir para siempre, pero ahora ustedes están inhalando el veneno del mundo. Seguramente morirán en sus pecados y serán condenadas a menos que vengan a Mi misericordia. Quiero perdonarles, vengan a mí y aprovechen de mis sufrimientos, porque por mis santas llagas todos son sanados.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
No estoy solo, en mi alma viven todas las almas vivientes, las abarco a todas, las he comprado todas al precio de mi muerte, pero esta muerte que estoy experimentando en mi alma es la muerte eterna de esas almas condenadas que están lanzándose al infierno a través de su propia decisión. Ellas rechazan la Luz que Yo soy, pero aceptan la oscuridad y la muerte como su suerte.
Mi querida alma, no me abandones. Ven a esta fuente de perdón, aquí en la cruz, el Trono de la Misericordia; mi cuerpo crucificado es tu única salvación. Yo soy el Cordero de Dios, siendo sacrificado por los pecados de todo el mundo. Sin embargo, veo que muchas almas siguen dudando después de más de dos mil años, ¿Acaso no sabes que Yo soy eterno? Yo soy el mismo Dios Eterno en la Gloria de mi Padre antes de la creación, al igual que estoy aquí en la cruz, haciendo expiación por tus pecados. Yo soy el mismo Dios Eterno, siendo levantado aquí, como cuando soy levantado en el altar por cualquiera de mis sacerdotes consagrados, o cuando estoy expuesto en el Santísimo Sacramento. Yo soy el verdadero Dios que tú encuentras en todos los Siete Sacramentos de la Iglesia Católica. Yo soy el Dios Eterno, el que abre la puerta de la eternidad para todos; Yo soy el Camino, el único Camino al Padre Eterno.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me han abandonado?, ¿por qué han abandonado al que nunca los abandona?
Mi querida alma, estas palabras son para ti. No te alejes de mí. No me abandones, no me dejes colgando en la cruz sufriendo por tus pecados. Arrepiéntete y quita estos clavos de mis manos y pies, sana mis llagas, acéptame como tu Señor y Salvador, come de mi carne y bebe de mi sangre en la Sagrada Eucaristía. Yo soy el Señor tu Dios, el pan de los ángeles, el alimento de tu alma, el pan de la vida.
Quinta palabra de Jesús en la cruz
Tengo sed
Oh, mi Jesús, sufro al escuchar que tienes sed, y me siento tan inútil ante semejante vista tan dolorosa. Sin embargo; necesito entender lo que estás experimentando y, al mismo tiempo, lo que quieres que haga. Tu cuerpo está sufriendo la agonía más amarga; has perdido tanta sangre que todo tu cuerpo está casi seco del líquido de la vida. El fuego de tu amor ha estado ardiendo en tu alma y está secando tu cuerpo también. Tú, que eres la fuente eterna del agua viva (Juan capítulo 4:14), que le ofreciste esta agua a la mujer samaritana para saciar su sed para siempre, sientes ahora la sequía de toda tu humanidad.
Tengo sed.
La fuente de agua viva en mi humanidad se está secando por causa de mi pasión, la estoy derramando en la forma de todos mis sufrimientos porque tengo que irrigar este mundo con el agua de mi Gracia, y tengo sed mientras alcanzo con mi sacrificio esta tierra espiritual empobrecida y seca. Tengo sed del amor de todas las almas para saciar la sed de mi alma; No estoy tan preocupado por mi sed física, sino por la sed de mi alma. Como Yo soy la Fuente eterna o el Agua viva, deseo beber todas las almas y hacer que formen parte de mí. Cuando deje esta tierra, quiero llevarme todas las almas a la vida eterna.
Tengo sed de tu amor, ¿satisfarías mi sed amándome y aceptando el sacrificio de mi amor por ti? Tengo sed de tu voluntad, ¿abandonarías tus malos caminos y volverías a mí para que puedas saciar mi sed? Tengo sed de tu felicidad eterna en mí, Yo puedo ver cómo tu sufres en la vida y me gustaría bendecirte si satisfaces mi sed. Tengo sed, por favor no me des el vinagre de tu indiferencia y resistencia a mi Voluntad. Tengo sed, si pudieras darme al menos una gota de tus lágrimas de arrepentimiento, estaría tan satisfecho. Sufro tanto porque te veo sediento del veneno del malvado, que ha engañado a tantas almas con las negras aguas de su pozo de la muerte.
Yo tengo sed, pero todavía soy la fuente del Agua Viva, ven y bebe de este pozo, sé como una pequeña gota de agua y ven para que te pierdas en el océano infinito de mi Gracia.
Sexta palabra en la cruz
Todo está consumado, todo se ha cumplido
Jesús mío, con esta exclamación, que proviene de tu agonizante humanidad, Tú le dices al Padre cómo has agotado toda tu capacidad humana para sufrir en tu cuerpo, mente y alma por el bien de todas las almas humanas.
Tienes heridas que cubren todo tu cuerpo, algunas penetran profundamente en tus huesos, y tu piel ha sido removida para abrir el camino a las heridas atroces causadas por nuestros pecados. La mayor parte de tu Preciosa Sangre ha sido derramada como una fuente que se está secando. Eres Dios, aún poderoso y omnipotente, pero has entregado tu sagrada humanidad al Padre hasta el punto de que todo ya se ha consumado, has realizado todo para el destino eterno de la raza humana.
Has perfeccionado tu ofrenda sagrada en cada detalle; no queda ninguna parte fuera o dentro de tu cuerpo sagrado, que no haya estado sujeta al castigo más cruel.
Todo está consumado, todo se ha conseguido. Sufrí infinitamente por el número infinito de almas, pagué por todos sus pecados y logré la redención de toda la humanidad. No hay nada más que hacer Padre, entonces estoy listo para regresar a Tu Gloria.
Ahora le hablo a cada alma: He consumado toda mi humanidad, unida a mi divinidad, por ti, mi querida alma, ¿qué puedes darme a cambio? ¿Estás lista para cambiar tu vida por mí y para reparar los tormentos crueles que sufrí por ti? No te estoy pidiendo que escales montañas altas, o que hagas cosas imposibles, solo quiero tu corazón, para poder vivir en ti. Quiero que me aceptes en tu vida como tu Salvador y Señor personal, de esa manera puedo realizar en tu vida los deseos de mi corazón. Cuando estaba muriendo en la cruz, pasé por toda tu vida; Pagué personalmente por cada uno de tus pecados, del mismo modo que pagué por cada ser humano, pasado, presente y futuro. Entiende que tú eres muy querido para mí, me has costado tanto, solo imagínate que yo morí por ti solamente y comprenderás las profundidades de mi amor por ti. Mi sacrificio ha sido consumado para ti, todo se ha conseguido.
Una vez que sometas tu voluntad a mi voluntad, una vez que entregues tu humanidad a mi divinidad, una vez que mueras a ti mismo para que Yo pueda vivir en ti, solo entonces, exclamaré al Padre, todo se ha consumado para esta alma, ahora Yo puedo ser glorificado no solo en el cielo sino en la tierra.
Todo se ha consumado, mi querida alma, Yo he hecho mi parte y ahora tú tienes que hacer la tuya, comienza ahora, no te demores, mi salvación te está esperando.
Séptima palabra en la cruz
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
Señor Jesús, tu vida en la tierra está a punto de expirar, tu corazón va a dar su último latido, has agotado el tesoro de tu santa humanidad en la cruz, y con tu último aliento, le dices al Padre: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu
Padre, en tus manos Yo coloco mi alma que contiene todas las almas; coloco a todos mis hijos ahora en tus manos porque mi vida como ser humano en esta tierra ha llegado al final. Yo los he redimido y ahora voy a tu Gloria. Les he dado el tesoro de mi humanidad para que puedan entrar en nuestra divinidad, he hecho el puente entre el polvo de esta tierra y la luz del Cielo, mi muerte ahora abre las puertas del Cielo a todos.
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, y ahora digo mi última palabra a todas las almas. Mi querida alma, has sido exonerada de todos tus pecados con mi ofrenda sacrificial en la cruz, ahora debes responder a la Divina Misericordia de Dios que te ha ofrecido sangre divina para limpiar la suciedad de tu alma. Todo lo que tienes que hacer es mirar mi sufrimiento y aceptar mi sacrificio en la cruz por ti, abandonar tu orgullo y arrepentirte de tus pecados, venir humildemente a mi Trono de Misericordia y ser restaurado para la Vida Eterna, porque por mi Santas llagas Yo te sano. Además, a medida que experimentas mi perdón, piensa en tu culpabilidad y has reparación constantemente, para que puedas purificar tu alma por completo; deja que mi sangre sacramental te purifique, sepárate de las cosas de este mundo, se generoso, da limosna, y ten tu alma lista para encontrarme en la puerta de la eternidad.
No tengas miedo de poner tu existencia en las manos de tu Padre, después de todo, lo que recibirás es una bendición por rendirte a la Voluntad Divina. Entonces, di cada día a mí y al Padre, Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Di, Padre, en tus manos encomiendo mi alma, purifícala con tu luz y déjame experimentar tu bendición. Elimina la nube oscura de mi indiferencia, mi resistencia a tu Voluntad, mi pecaminosidad y mi culpa.
Di, Padre, en tus manos, encomiendo mi vida, déjame experimentar la muerte de todos mis apegos humanos, e incluso de mi propia individualidad, para poder entrar en Ti y volverme Uno contigo. Yo en Ti y Tú en mí.
Di, Padre, en tus manos encomiendo mi corazón, límpialo y purifícalo para que te sirva como tu Trono, tu altar, tu morada terrenal, para que estés complacido de entrar a este pequeño templo hecho con tus manos para el propósito de tu Gloria. Ayúdame a expulsar fuera a todos esos demonios e ídolos falsos que una vez entroné en tu altar sagrado, cuando era un prisionero del pecado. Fortalece tu templo con la Gracia, para que yo pueda estar siempre alerta y nunca deje que ninguna tentación del demonio, el mundo o la carne posea lo que te pertenece. Soy tuyo Padre, me entrego totalmente a Ti, te entrego mi vida, unida a la vida de Jesús en la cruz en su último momento. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Siete 7 palabras de Jesús en la cruz - Explicación de Jesús - Mensaje - sermón