Suena curioso decir esta frase, pero miremos lo que significa, pues esta es una inspiración del Espíritu Santo.
En ajedrez jaque mate significa que el Rey se encuentra amenazado y no tiene para donde moverse, aquí termina el juego.
En este momento la Iglesia está cerrada y tiene opción de abrir pero en condiciones que no están correctas.
La Iglesia necesita abrir, los fieles necesitamos los sacramentos, pero que ocurre; la Iglesia no es permitida hacer la Santa Misa de una manera Santa.
Me explico. No está correcto que la Iglesia abra de nuevo sus puertas para ofender a Dios.
Está como acorralada. Si no abre, que van a hacer los Sacerdotes, que van a hacer los fieles que desear confesarse y recibir la Sagrada Comunión?
Si abre, quien va a participar de un rito más pagano que santo, porque no se está venerando la Presencia de Dios en el altar si el Sacerdote va a usar mascarilla durante la consagración. Tampoco es santo que el Sacerdote entregue el cuerpo de Cristo en la mano y en silencio como si estuviera repartiendo galletas. Debe confesar su fe y decir “Cuerpo de Cristo”, la persona que recibe el Señor debe responder “Amén”, pero tampoco puede recibir el Señor sentado y en la mano, debe arrodillarse y luego recibirle en la boca.
Si la Iglesia sigue cerrada, estamos muy mal, pero si la Iglesia abre para profanar a Cristo, estamos aun peor. Por eso la Iglesia está en Jaque Mate. Quiere decir que el juego ya se terminó.
La Iglesia ha existido para reflejar la Santidad de Cristo en su pueblo, porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo.
Ha llegado el momento en que Dios no quiere aceptar más los sacrificios sacrílegos que se han venido haciendo en la mayoría de los templos.
Vivimos tiempos peores que Sodoma y Gomorra y en Isaías el Señor le dice a su pueblo Isaías capítulo 1 versículo 10 ¡Oigan la palabra del SEÑOR, gobernantes de Sodoma! ¡Escuchen la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra!
Isaías capítulo 1 versículos del 11 al 16 ¿De qué me sirven sus muchos sacrificios?
15 Cuando levantan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé, pues tienen las manos llenas de sangre.
16 ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal!
La mayoría de los Sacerdotes han perdido la fe, pues no creen que Jesús está realmente presente en la hostia consagrada, no creen que Dios viene al altar durante la consagración, no creen que Dios tiene el poder de proteger a su pueblo, pues si lo hicieran los templos no se hubieran cerrado.
Pero no hubo valor en los Sacerdotes, ni en los Obispos, ni en los Cardenales, ni en el Papa.
Le dieron todo el poder, el honor y la gloria al Coronavirus, al demonio mismo que los llenó de temor.
En profunda oración le pregunté al Señor por la situación de la Iglesia, el Señor me dio una visión de la Iglesia en la tierra como una roca gigantesca de cientos de metros de altura. En la base de la roca había una entrada, como un boquete que llevaba al interior de la roca, pero frente a esa entrada había una roca del tamaño de una casa grande que la cubría y no permitía acceso a su interior.
Esta visión la interpreto como el desánimo que Dios siente por el estado de su Iglesia, pues prefiere tenerla cerrada que abrirla para que se profane su cuerpo y su sangre.
Coincidencialmente ese día recibí un mensaje dado a la beata Luisa Picarreta la "Hijita de la Divina Voluntad", en Febrero 12 de 1918 en el que el Señor habla sobre los templos vacíos y se queja de la dureza de los hombres.
Dice Luisa, continuando mi habitual estado, el siempre amable Jesús se hacía ver muy afligido y yo le he dicho: “Amor mío, ¿por qué estás tan afligido?” Y Él: “¡Ah! hija mía, cuando permita que las iglesias queden desiertas, los ministros dispersos, las misas disminuidas, significará que los sacrificios me son ofensas, las oraciones insultos, las adoraciones irreverencias, las confesiones pasatiempos y sin fruto; por lo tanto, no encontrando más mi gloria, sino ofensas, ni el bien de ellos, no sirviéndome más, LOS QUITO; pero este arrancar los ministros de mi santuario significa que las cosas han llegado al punto más malo, y que la diversidad de los castigos se multiplicará.
¡Cómo es duro el hombre, cómo es duro!”
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Dios te bendiga.