Es muy importante tener cuidado de nuestro entorno, no solo para el bien personal sino para el bien de los demás.
Pero esto se ha vuelto el motivo de una misión nueva de la Iglesia, que saliéndose de su misión pastoral religiosa ha entrado en la agenda de la ONU con el desarrollo sostenible, por eso esta es una evangelización más política que religiosa, si consideramos que evangelización es llevar el evangelio de Cristo, pero esto no tiene nada que ver con Cristo.
En efecto “Laudato Si” es un documento que llama al pueblo de Dios a olvidarse de Dios para entrar en la idolatría de la casa común, el amor por la madre tierra, que incluye tanta adoración que nos trae la nueva culpabilidad por los pecados ecológicos. Que invento tan tonto.
¿Cual casa común? Dios creó al hombre superior a la creación, lo hizo del polvo de la tierra y a la tierra tiene que regresar por causa de su desobediencia.
El hombre debe alabar a su creador y exaltarle por sus obras maravillosas, pero en ningún momento puede amarlas más que a Dios. Mateo 22 versículo 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Así que no queda espacio para poner la creación por encima de Dios.
Todas las culturas indígenas que no han recibido el evangelio de Cristo le rinden culto a la madre tierra, inclusive le ofrecen rituales y sacrificios humanos esperando conseguir de ella vida y prosperidad. Este culto es un culto al demonio no a Dios, es un culto a la criatura, no a Dios el creador.
Por eso vino Cristo al mundo para enseñarnos el camino a Dios el Padre y para hacernos hijos de Dios, nuevas criaturas no del polvo sino de la luz.
Cristo vino a levantar la bajeza de nuestra humanidad, del barro y del fango de nuestra pobreza espiritual para elevarnos al Reino de los Cielos, la verdadera casa común de los hijos de Dios.
Cristo es nuestra casa si verdaderamente queremos ser salvados. Salmo 122 versículo 1 Que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor.
La tierra no es la casa del Señor, la verdadera casa del Señor en la tierra son las almas que le adoran, Isaías 57 versículo 15 Porque así dice el Altísimo, cuya morada es eterna y cuyo nombre es santo: Yo habito en un lugar elevado y santo, pero también con el contrito y humillado, para hacer revivir el espíritu de los humillados y reanimar los corazones contritos.
En la eternidad la casa de Dios y nuestra casa es el Cielo, pero el cielo no puede ser nuestra casa sino entramos en Cristo primero, entonces hablar de una casa común del pueblo de Dios unido a todos los paganos y dirigir las energías espirituales hacia ello es una pérdida de tiempo además de ser una idolatría.
Jesús es el templo de la humanidad, pues Él engendró todos los seres humanos durante su encarnación para que todos los que crean en Él puedan tener vida eterna. Por eso Él es el único camino al padre (Juan 14 versículo 6), el único camino a la casa celestial, el único cielo.
La nueva religión que lleva a buscar la casa común no es religión, puesto que religión significa amarrarnos a Dios, así que buscar la casa común en la tierra es materializarnos, mirar la materia como algo más grande que el espíritu.
Yo defino la tierra como la fosa común, no la casa común, pues la tierra es un cementerio de todos los cuerpos de los seres humanos, es el lugar donde va nuestra podredumbre, no es nada glamoroso, allí llegan todas las aguas negras. La tierra es el lugar de nuestro castigo, el mundo de los desterrados hijos de Eva, este mundo lleno de lágrimas, porque originalmente el hombre vivía en el paraíso antes de su caída por causa del pecado.
Y para cuidar la tierra ya tenemos los gobiernos que por alguna razón nos explotan y tienen el deber de trabajar para cuidar nuestro entorno, aunque en su corrupción no lo hacen. En cambio la Iglesia tiene el deber de trabajar para cuidar nuestras almas y llevarnos no a la casa común terrena sino al cielo, pues los hombres terrenales tienen su mirada en lo bajo, miran hacia el suelo no hacia el cielo.
Es una desgracia que la Iglesia abandonó el cuidado de las almas para llevar a los hombres a volverse idólatras adoradores de la madre tierra, en vez de progresar Bergoglio quiere llevar la humanidad de regreso a la cultura indígena que no tiene salvador porque no ha conocido a Cristo.
Y analicemos que ilusión falsa nos predica esta responsabilidad de volvernos meticulosos por el medio ambiente. Y no es que no debamos cuidarlo, porque es lo mismo que si caminamos en nuestra casa en medio de la basura, es una responsabilidad común, pero no es para llevarla al fanatismo.
Es más importante cuidar de nuestro templo interior (1 Corintios 6 versículo 19) porque somos templos del espíritu y Dios vive en nosotros.
Las naciones unidas se preocupan por el calentamiento global y ahora la Iglesia hace parte de esa preocupación, pero ¿acaso no se dan cuenta de que todo esto que nos rodea tiene que arder? 2 Pedro 3 versículo 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón, (y será muy pronto) en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos serán destruidos con fuego intenso, y la tierra y las obras en ella serán quemadas.
Nada quedará de la fosa común.
Y el calentamiento global como todo lo que nos ocurre es parte de la voluntad de Dios.
Apocalipsis 16 versículo 8 El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado abrasar a los hombres con fuego,
9 y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador. No obstante, blasfemaron del nombre de Dios que tiene potestad sobre tales plagas, y no se arrepintieron dándole gloria.
No busquemos tanto proteger la casa común, busquemos más bien ganarnos el cielo para que podamos entrar en la casa de Dios. La verdadera evangelización empieza con el arrepentimiento y la conversión, nada de cuentos infantiles y fantasías con una casa común.
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