La culpa es un mecanismo espiritual saludable de la conciencia que le dice al alma que debemos arrepentirnos y confesar nuestro pecado, también le recuerda que busquemos el perdón.
Es mejor confesar que eres culpable y no que que te digan que eres culpable. ¿Te imaginas esto en el día del Juicio Final?
Jesucristo, nuestro Salvador, que también es Dios, fue el hombre inocente sin pecado, que se hizo pecado durante su pasión y muerte por nosotros, cargó con nuestra culpa en la cruz para que nuestro Padre celestial nos perdonara nuestros pecados, de esta manera el cordero sin mancha satisfizo a la Justicia Divina y reconcilió a la raza humana con Dios.
Él es nuestro Abogado Divino ante Dios el Padre. Él que quitó nuestros pecados y pagó también por nuestra culpa.
El arrepentimiento mueve al alma a la confesión de nuestros pecados. También debemos confesar nuestra culpa, es decir, debemos comprender que nuestros pecados crucificaron a aquel sin pecado y debemos sentir dolor en nuestros corazones de haber ofendido a Dios para así ser sanados por completo. Es muy útil meditar en la pasión de nuestro Señor para que se elimine nuestra culpa.
Nuestra culpa normalmente permanece con nosotros hasta que purifiquemos nuestras almas con nuestras devociones, los sacramentos y nuestras buenas obras, es mejor compensar nuestra culpa aquí en la tierra que esperar que nuestras almas tengan que pasar por el fuego de la purificación en el Purgatorio.
El Señor dice:
2Co 5:21 A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él.
Psa 32:5 Reconocí mi pecado y no te oculté mi culpa; me dije: "Confesaré a Yahvé mis rebeldías". Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado.
1Jn 1:9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.
Mi querido hijo, si tu reconoces tu pecado, debes confesarlo a un sacerdote lo antes posible.
Yo dije, confiesa tus pecados (Santiago 5:16), ¿por qué los escondes? ¿No ves que tu conciencia está tratando de salvarte?, debes apresurarte y dejar que tus pecados sean perdonados por un sacerdote.
Yo le dije a los apóstoles y a todos los consagrados a mí como sacerdotes (Juan 20:23). Aquellos pecados que ustedes perdonen, serán perdonados.
Por lo tanto, no guardes esa culpabilidad como cáncer en tu alma, esa es el arma de Satanás para acusarte y atormentarte, no dejes que el enemigo te robe el alma debido a tu poca fe.
Yo pagué por tus pecados, ahora tu debes confesarlos. En el confesionario, Yo perdono tus pecados a través del sacerdote, tal como en la Sagrada Eucaristía, Yo te estoy dando mi cuerpo como alimento y mi sangre como bebida para eliminar tu culpa y purificar tu alma.
Mi sacerdocio es eterno, Yo soy el Sacerdote más alto de la Orden de Melquisedec. Con mi autoridad como Dios-hombre, instituí el sacerdocio para extender mi sacrificio en la cruz de una manera no sangrienta, para perdonar los pecados y para purificar con mi Preciosa Sangre hasta el fin de los tiempos.
|