|
El alma vive en nuestro cuerpo y es el centro espiritual de nuestro ser. Es como un prisionero espiritual invisible que vive en la casa humana hecha del polvo de la tierra. El alma fue creada perfecta y llena de luz ya que es el aliento de Dios, nuestros pecados han cubierto esa luz con una nube de inmundicia que nos separa de Dios. De hecho, cuando pecamos, nuestras almas están sufriendo porque el pecado lleva al alma a la muerte. El alma de un pecador endurecido está realmente muerta a pesar de que el cuerpo está vivo. El alma es el aliento de Dios que da vida al cuerpo, también es nuestro propio aliento espiritual bueno o malo en el sentido de que registra lo bueno y lo malo de nuestra vida, es como una base de datos donde está escrita nuestra vida. Al final de nuestras vidas, el alma se separa del cuerpo, el alma de los virtuosos va al cielo o se purifica más hasta que se vuelve perfecta una vez más en el fuego del amor. Las almas de aquellos que no se arrepienten y vienen a Dios irán al eterno fuego castigador del infierno.
Cuando una persona vive en un estado de pecado, puede parecer muy feliz exteriormente, pero su alma está sufriendo como un leproso, esa alma está pereciendo, ha perdido la energía espiritual que da la vida, la Preciosa Sangre de Cristo. Solo el arrepentimiento, la confesión y la Preciosa Sangre de Jesús en la Sagrada Eucaristía pueden devolverle vida y fortaleza a esa alma.
El alma de una persona virtuosa sufre con los sufrimientos de Jesús por el estado de los pecadores, un alma sufriente en este estado místico imita a Cristo y obtiene gracias para la conversión de muchas almas. Algunas veces los sufrimientos del cuerpo son un reflejo de los sufrimientos del alma.
Jesús es la vida. Su alma abarca todas las almas y Él sufrió por todas ellas a causa de nuestros pecados. Él pagó en su sagrada humanidad por los pecados de toda la humanidad.
El Señor dice:
Mat 26:38 Entonces les dice: "Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo."
Acerca del Señor:
Isa 53:3 Despreciado, marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro por no verle. Despreciable, un Don Nadie.
 Yo soy la vida de todos los que viven, soy el espíritu de todos los espíritus, soy el alma de todas las almas.
Yo soy hombre verdadero y Dios verdadero. Como ser humano, descendí al mundo para pagar por los pecados de toda la humanidad. La ofensa ante Dios es infinita, pero mi ofrecimiento como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo satisface la Justicia Divina. Tomé sobre mi cuerpo y alma el castigo por todos los pecados, y Yo restauro las almas a la Vida Divina original con mi Preciosa Sangre.
No hay pecado tan grave que no pueda ser perdonado por la Divina Misericordia. Yo perdono todos los pecados cuando hay arrepentimiento.
Oh, almas ...., Oh almas sufrientes por su carga de pecado, no sufran más. Arrepiéntanse, vengan a mí y sean purificadas para la vida eterna. Yo ya sufrí por ustedes, ahora vengan a mí y vivan eternamente en mi Gozo.
|