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No tiene sentido preocuparse.
La mayoría de nuestras preocupaciones y temores nunca se materializan como lo pensamos, exageramos las consecuencias de nuestros problemas y creamos un mal mundo de confusión e incertidumbre. Cuando nos preocupamos, damos poder a nuestros sentimientos negativos y comenzamos a crear desesperación en nuestras vidas. Preocuparse debilita nuestro sistema inmunológico, ciega nuestra capacidad de razonamiento y nos aleja de la oración.
¿Qué podemos hacer para dejar de preocuparnos y comenzar a vivir? (Hay un buen libro de Dale Carnegie sobre este tema). Pero la respuesta es totalmente un asunto espiritual.
Examinemos las palabras de Jesús, la Palabra de Dios, aquel que dijo "Hágase la luz" y la luz fue hecha, aquel que creó los cielos y la tierra, aquel cuya palabra es infalible. Sus palabras son órdenes para aquellos que le siguen.
El Señor dice:
¡No te preocupes!
Mat 6:25 "Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mat 11:28 "Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.
(No te preocupes más, voy a resolver tus problemas)
 Cuando te preocupas, dejas de confiar en mí. Yo soy el Dios todopoderoso, Yo cuido a todos mis hijos, y no quiero ver a ninguno sufrir innecesariamente.
Es porque no confías en mí que te aislas de mí y olvidas cuánto puedo hacer por ti. Deja de preocuparte, ven a mí y deja que te cuide. Descarga tus cargas en mi y Yo te dare alivio.
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