Sacerdote en la puerta del templo
Justo antes de dormirme, estaba meditando como siempre lo hago, estaba hablando con Nuestro Señor y le dije, Señor, revela tu Presencia, Señor, revela tu Presencia…
De repente vi un gran altar lleno de luz, luego vi en la entrada de la iglesia a un Sacerdote arrodillado y mirando hacia abajo en humildad listo para entrar. Estaba vestido con ropa roja, junto a él había un sacerdote mayor vestido en traje de oro, se veía muy maduro, se inclinaba hacia el sacerdote más joven y lo abrazaba en un gesto consolador.
Se me dio a entender que este era mi propio templo, que yo era el sacerdote vestido de rojo, (Dios Padre era el otro sacerdote), ya que estoy revestido de la Preciosa Sangre de Jesús cuando entro al templo de la presencia de Dios dentro de mí. Comprendí que Dios sólo nos escuchará si presentamos nuestras peticiones cubiertas con la Preciosa Sangre de Jesús; que todos tenemos un papel sacerdotal que desempeñar cuando oramos por los demás y ofrecemos los méritos infinitos del sacrificio de Jesús en la Santa Misa en expiación por nuestros pecados y a cambio de esto, recibimos la gracia, las bendiciones y los milagros de Dios.