Jesús:
Tú estás hecho de deseos. Tu corazón desea todas las cosas de la creación, primero para complacerte tu cuerpo, tus sentidos y tu ego y después para complacer tu imaginación.
Los deseos dan satisfacción cuando se cumplen; pero todos esos deseos contrarios al deseo de poseerme obstruyen tu unión conmigo.
Tus satisfacciones terrenales son solamente un preludio de tu infinito gozo celestial.
¿Acaso imitarías a Esau, teniendo tus recompensas materiales a cambio de las celestiales? ¿No ves hijo mío que tan sutil es apegarse a cualquier cosa temporal y perecible? Pero si te apegas a mí, te vuelves parte de mí, y vives para siempre. Así que deja que tus deseos sean solo para mi compañía. Yo también deseo tu compañía.