Jesús,
Yo deseo que tu vivas en mi Divina Voluntad, la voluntad Eterna cuyas perfecciones traen la perfección a las almas. No ocurre absolutamente nada en el tiempo o el espacio, en otras palabras en el mundo material; tampoco ocurre absolutamente nada en el mundo espiritual, sin que sea permitido por la Divina Voluntad. Este Poder Supremo de Dios mi Padre es el que rige el universo físico y espiritual. Por eso aprende a aceptar todo lo que se manifiesta en la Divina Providencia, porque todo esa preparado para que las almas avancen en el bien espiritual.
Dios no ha creado el mal, pues este ha venido al mundo por causa del pecado, el orgullo que ha desafiado al creador. Pero Dios permite la calamidad, el quebranto, el dolor y todo lo que es contrario a la armonía celestial y eterna para que sirva de Maestro a las almas.
Solo una entrega total a la Voluntad Divina consigue la santidad aún en vida. Los que rechazan lo que Dios hace constantemente en sus vidas, solo logran endurecer su corazón y entorpecer el trabajo que Dios quiere hacer en ellos. Sométete a la Divina Voluntad, acepta gozosamente los designios de la Divina Providencia, estúdialos y aprende el Arte y la Ciencia Divina que permite que el alfarero celestial pueda hacer su obra maestra en la vasija de barro que ha creado.
Yo soy el autor de todo lo creado, por eso tengo toda la autoridad para trabajar continuamente en mis criaturas para perfeccionarlas y traerlas a mi Reino. Mi Divina Voluntad que es una con la Voluntad del Padre, me trajo a la tierra a bendecir y salvar toda la humanidad. Mi trabajo es constante pues Yo soy Eterno, por eso cada momento, cada situación y cada ser humano está entrelazado en mi propósito celestial.