Jesús
Hijo mío
Quiero que tú seas pequeño como un niño, quiero que tengas la inocencia del alma de un pequeñito, como esos que nunca me ofenden. Los niños son dóciles a sus padres y confían totalmente en ellos, cuando hacen preguntas quedan siempre satisfechos con las respuestas que les dan, si son ofendidos no sienten resentimientos, siempre buscan la felicidad en el amor de sus padres.
Igualmente quiero que todas las almas sean dóciles a mi Palabra, Yo los he creado y les he hablado, deseo que vivan mis palabras, quiero que pongan toda la confianza en mí, no el las cosas del mundo o en otras personas, ni siquiera en ellos mismos. Todo lo que el alma se pregunta ha tenido su respuesta en mis evangelios, también la Iglesia ha sido un eco de mi doctrina. Yo di mi vida por todas las almas y enseñé como no hay amor más grande que el sacrificio por los demás, también lo propuse como mi nuevo mandamiento, Amarse los unos a los otros, perdonar para poder ser perdonados.
Pero el intelecto ha venido a desafiar mis enseñanzas y a reprobarlas, el orgullo de satanás ha entrado a mis hijos y han dejado de ser pequeñitos, se han convertido en adultos, no me tienen como Padre, se sienten tan grandes como Yo, y aún más grandes cuando contradicen mis enseñanzas. La razón humana se ha robado la inocencia del alma, las enseñanzas de los hombres están borrando las mías, ya no hay pequeñitos que puedan entrar fácilmente al Reino de los Cielos. Pues el Reino de los Cielos es para los niños y para todos los que pueden ser como ellos. Un niño depende primero que todo de su mamá y de su papá. El alma debe reconocer a mi Madre como la Madre Celestial, ella es madre espiritual de todos los seres humanos, la Nueva Eva. Yo soy Padre Celestial, yo concebí todas las almas en mi alma y di mi vida por ellas, Yo he convertido a todos los seres humanos en hijos del Padre Eterno, por eso quiero que todos me escuchen y pongan en práctica mis enseñanzas para que se puedan salvar. Los hijos rebeldes terminan despreciándome como Padre y son castigados, convirtiéndose en hijos de satanás. Mis hijos pequeños son humildes y fieles a mí, son hijos de la luz y merecen la Salvación. Mis hijos rebeldes deben arrepentirse y volver a mí, de otro modo son hijos de la oscuridad y perecerán eternamente.
Mensajes de Jesús, María
y Dios el Padre.
La inocencia del alma de un niño
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