Jesús
Hijo mío
Estamos en plena batalla. Las fuerzas del mal están alineadas en fuerte batalla y están causando mucho daño a las fuerzas del bien. Por eso te estoy llamando para que vivas tu vida en continua batalla espiritual y no descanses por ningún momento, pues el enemigo no descansa.
Yo soy el arma que tienes que usar, mi Sagrada Humanidad, Yo soy la lanza que le atraviesa el corazón al demonio.
La batalla que debes pelear es una batalla de la fe contra la rebelión y la apostasía, es una lucha entre el amor a Dios contra el desprecio que recibo de toda la humanidad, de la adoración contra la idolatría, de la oración contra el entretenimiento y la ocupación que se roba el tiempo de todos los seres humanos, es una batalla en la cual el demonio usa la parte física del ser humano para dominar la espiritual. Por esto le conquista con los placeres, la impureza, las riquezas, la competencia por el poder, la fama, la adoración del yo y le hace olvidar que tiene un alma, un espíritu y que es hijo de Dios. El hombre fascinado por todas estas cosas temporales se está dejando arrastrar al infierno, ahí es donde las almas del bien toman parte en la batalla contra el enemigo.
El enemigo lucha contra mi, pero no me puede destruir porque Yo soy Dios, entonces trata de destruir a toda la humanidad porque en ellos está mi imagen, son mis hijos contra quienes el lanza toda su venganza. Especialmente odia a mi Madre y a todos ustedes sus hijos, aunque Ella tiene el más alto poder en contra suya, pues Ella es la causa física de mi humanidad, está llena de la Gracia que obtiene el favor de Dios y el perdón del pecado.
Como soldado a mi servicio, te entrego toda mi humanidad para que la uses contra el enemigo. Ofrece con mi Madre el Santo Rosario porque en el meditas toda mi humanidad desde el momento de la anunciación hasta mi Gloria en el Cielo, y mi Divinidad, también honras a mi madre en todos sus misterios, esto es muy doloroso para el enemigo. Vence a Satanás ofreciendo mi Santa Humanidad en el Sacrificio de la Santa Misa, aplástale la cabeza ofreciendo adoración al Padre Celestial ante el Santísimo Sacramento del Altar, rompe sus cadenas, sus lazos, esos contratos que se han hecho con él a través de desecraciones y ritos, rompe su poder con la humildad de mi Sagrada Humanidad quebrantada en la Cruz. Usa el poder de mi nombre, del nombre de María mi Madre y el poder de la cruz que es mi propio sufrimiento.
Haz tu oración ofreciendo al Padre las Santas Llagas, Sangre, Agua, Dolores, Lágrimas y Angustias mías y de mi Madre Santísima, de esta manera le arrebatarás muchas almas al enemigo. Cualquier persona en estado de Gracia hace oraciones de exorcismo en contra del demonio cuando ejerce su papel sacerdotal y me ofrece espiritualmente al Padre Eterno a través de mi sufrimiento. Muchas son las almas que obtienen la Gracia de la conversión y salvación por este medio, por esto el ofrecimiento de mi Sagrada Humanidad debe ser una oración continua. No temas luchar en mi ejército, pues tienes toda mi protección. Te bendigo hijo mío.
Mensajes de Jesús, María
y Dios el Padre.
En plena batalla espiritual
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