El mundo necesita y espera mi Luz y mi Gracia. Yo la he dejado en los corazones de todos los que tienen fe en mí, por eso les llamo luz y sal de la tierra.
Cada creyente es un pequeño Cristo con el potencial de atraer muchas almas a mi Reino.
El Reino de los Cielos crece aun en medio de todo el pecado que existe en este momento.
Yo llamo a todos mis fieles a que aumenten sus oraciones, pues ellas están haciendo el trabajo que la Providencia requiere para derramar la Gracia en la tierra.
Cada creyente se convierte en mis ojos para ver la situación y hacer oración, en mis manos para bendecir y hacer mi trabajo, en mis pies para llegar a las almas en espíritu y en verdad y también en mi corazón para amar como Yo amo.